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Auge y caída del Arrowverso (I): Que alguien me salve

Pues parece que esto del Arrowverso está llegando a su fin. En un principio surgió de la forma más tonta y parecía que era otro paso en falso más, pero con el tiempo llegó a hacer cosas que ni nos imaginábamos que fueran a hacerse jamás en cine, no digamos ya en televisión. En estos tiempos en los que el MCU lo invadía todo y parecía que DC no levantaba cabeza con su obsesión por la teoría de autor mal aplicada, el Arrowverso por momentos pareció llegar a ser nuestra mayor esperanza de un mañana mejor… Hasta que se echó a perder del todo. Ahora que se acaba Flash, la última serie «pura» del Arrowverso -Superman y Lois siempre fue una descarriada- vamos a repasar un poco de dónde salió toda esta historia.

Y que les quiten lo bailado.

Y tenemos que empezar por Smallville, sí. Una serie que terminó durante el primer año de Brainstomping y que ni siquiera M’Rabo se molestó en ver. Smallville era el ejemplo más claro de una época de complejitos en la adaptación de superhéroes a la gran pantalla, un Superman que ni tenía traje ni podía volar, un Superboy culebronero en el que cada semana se enfrentaba a un «monstruo de kryptonita», un tipo que había tenido un encuentro con el mineral que le había dado poderes y que acababa descarriándose por una o por otra cosa, con lo que Clark Kent tenía que encargarse de él hasta que el monstruo de kryptonita acababa matándose el solo. ¿Criaturitas memorables de la kryptonita? Solo una que yo recuerde, Amy Adams convertida en un agujero negro gastronómico que se enfrentaba a Clark en el gimnasio del instituto de Smallville al ritmo de «Be Agressive».

La Lois Lane de Snayder, sí.

Pero quieras que no, Smallville fue una de las series que cimentó el «estilo CW»; culebrones adolescentes con relaciones que se enredan hasta el infinito, una canción de moda al final de cada capítulo, personajes intensitos que bordean lo emo y actores jovenes que en su mayoría no eran gran cosa combinados con veteranos que valían bastante más pero no habían tenido mucha suerte. Ver Smallville era un coitus interruptus en toda regla, la serie estaba todo el santo día prometiendo llegar a donde todos queríamos llegar, a Superman, pero siempre se quedaba a medio camino. Ver un diamante con un símbolo parecido a una S era todo un milagro, y hasta la segunda temporada acababa con el mismísimo Christopher Reeve interpretando a un profesor «Swann» que le contaba a Clark que sus orígenes eran de otro planeta. Sin embargo, la muerte de Reeve poco después sacó al personaje de la serie -excusada con una aparición de Margot Kidder interpretando a «su asistente»- y Smallville volvió a meterse en su espiral de «sí pero no», presentando a nuevos personajes del futuro de Superman como Lois Lane mientras Clark tras siete temporadas y terminar la universidad acababa trabajando con ella en el sótano del Daily Planet, pero sin ser capaz de volar y tomando la identidad superhéroica de «The Blur» (no recuerdo como se tradujo aquí).

Sigo pensando que en 2009 se podían haber hecho mejores efectos especiales, pero vete a saber el presupuesto que tenía esta serie.

Tras remedos de Metallo, Doomsday, Zod y hasta las versiones más pochas posibles de personajes como Impulso, Ciborg o Aquaman (que estuvo a punto de tener su propia serie) Smallville, ya libre de sus creadores Alfred Gough y Milles Millar (los que están haciendo ahora Wednesday) acabaron en manos de Todd Slavkin, Darren Swimmer, Kelly Souders y Brian Peterson, antiguos guionistas de la serie que decidieron empezar a meter personajes con pijama y consiguieron algunos de los picos de audiencia de la serie presentándonos a la JSA, con un Hawkman y una Stargirl que parecían salidos del cómic y no versiones pocholamentables (en serio, Ciborg no llevaba nada cibernético por fuera, e Impulso simplemente era un chaval en chandal que corría mucho). Finalmente y después de mostrarnos a varios personajes voladores como el Detective Marciano (otro pocho, nunca llegó a mostrar su forma marciana) o Supergirl sin que Clark fuera capaz de pegar un mísero salto a lo Siegel y Shuster, el personaje por fin voló en su última temporada para enfrentarse contra Darkseid, recibiendo su traje y poderes completos en los que jamás vimos vestido al protagonista Tom Welling, que para entonces estaba un poco fondón y no le valía el traje de Brandon Routh (porque sí, usaron directamente el traje de Brandon Routh y en los planos largos usaron también el modelo digital que usaron para Superman Returns).

No lo he encontrado a más resolución pero sí, es mejor verlo a 240p. Y la voz de Jor-El es el mismísimo Terence Stamp, el General Zod.

Detrás quedaron temporadas de Lana Lang casándose con Lex Luthor y teniendo un hijo abortado, separaciones tremendamente traumáticas, la deserción de todo el reparto original de la serie excepto el protagonista y secundarios creados exprofeso para la serie que en la vida real acabaron llevando cultos sexuales tremendamente sórdidos. Sin embargo, en aquellas últimas temporadas y por aquello de que se vaciaba todo de los actores originales, en la serie apareció un personaje que a priori no tenía nada que ver con Superman, un arquero vestido de verde llamado Oliver Queen que se tomaba la justicia por su propia mano. Sí, iba vestido de forma hortera y poco tenía que ver con la idea que tenemos de Green Arrow, pero el personaje interpretado por Justin Hartley acabó calando entre el público y se convirtió en un fijo de la serie, convertido en una mala imitación de Batman (como el original de Mort Weisinger). La posibilidad de que el personaje protagonizara un spinoff cada vez parecía más probable y, para cuando la serie terminó, todo apuntaba a que se haría realidad y actuaría como secuela. Pero no.

A la versión que tenían de la Liga de la Justicia es mejor no recordarla que no queremos hacer sangre.

A toro pasado Hartley niega que hubiera querido protagonizar dicho spinoff por no «hacer sombra a Smallville» pero lo cierto es que lo que había sobre la mesa era muy jugoso para un actor de su perfil; la serie contaría como Green Arrow lideraría su propia versión de la Liga de la Justicia (sí, con los pochos mencionados más arriba) y el showrunner sería Steven S DeKnight, colaborador de Smallville durante una época y veterano de Buffy y Angel que para entonces estaba bastante ocupado encargándose de Spartacus (y más tarde de Daredevil). Con lo que la CW, que no quería desprenderse de una de las series que había sido uno de sus pilares desde su fundación, encargó el proyecto a Andrew Kreisberg, Marc Guggenheim y Greg Berlanti. Paralelamente a todo esto, Green Arrow había sonado fuerte en los últimos años como protagonista de su propia película a cargo de un David Goyer completamente reforzado por su participación en la trilogía batmaniana de Christopher Nolan; Escape from Supermax iba a ser una mezcla entre Batman y Prison Break, con un Green Arrow encerrado en una prisión de máxima seguridad rodeado de supervillanos que le hacían la vida imposible. La película no pasaría de su fase conceptual, pero hizo el suficiente ruido mediático como para que la imagen de un Green Arrow «grim & gritty» le sonara a todos los que no habían leído los cómics de Mike Grell.

Eso sí, que pierda las gafas de sol.

Y aunque ya en aquel momento los héroes de Marvel habían devuelto algo de luz al género tras las tinieblas batmanianas, lo cierto es que la sombra del Caballero Oscuro era tremendamente alargada y el cine y la televisión se llenaron de héroes -no solo superhéroes- oscuros y torturados como The Cape, el superhéroe «casero» de la NBC que solo duró una temporada pero no escapaba a sus influencias. Todo tenía que verse y sonar como la película de Nolan y las películas de Marvel Studios parecían más una anomalía que algo a imitar, con lo que los orígenes del Arrowverso vinieron completamente marcados por la idea de que todo tenía que ser «realista», prescindiendo en apariencia de cualquier tipo de superpoder o elemento fantástico. Y todo esto a pesar de que el propio Guggenheim y Berlanti provenían de No Ordinary Family, una serie familiar al más puro estilo Los Increíbles protagonizada por Michael Chicklis (The Shield, el Ben Grimm de los 4F de la Fox) y Julie Benz, otra veterana del Buffyverso. Arrow iba a ser todo lo opuesta posible a esto, hasta el punto de que se iba a prescindir por completo de los nombres código de superhéroe y el protagonista iba a hasta a carecer de su antifaz característico, sustituyéndolo por una mancha de maquillaje y un traje verde; hasta Star City cambiaba de nombre para ser más «seria», con lo que pasó a llamarse Starling City.

El mayor superhéroe televisivo para una generación.

El nuevo Green Arrow se llamaría «The Hood» y en principio sería un tipo torturado por su pasado que trata de enmendar los errores de su padre asesinando a todos los participantes en una trama de corrupción que su padre tenía apuntados en un cuaderno antes de morir. Actuando completamente en solitario, al inicio de la serie Oliver Queen reaparecería en su ciudad tras cinco años desaparecido en una isla del Pacífico en la que aprendió arquería y como matar gente a palos, además de la escalera del salmón. Con un desarrollo y un clímax final de temporada muy basado en Batman Begins, con villanos y personajes completamente diluídos en pos de ese «realismo», Arrow consiguió hacerse un hueco en la parrilla lo suficientemente grande como para que los ejecutivos de la CW bajaran la presión sobre la serie y los productores pudieran «empezar a hacer»…

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