¿Hasta qué punto deberíamos hablar de este cómic, cuando intentamos hacernos a la idea de qué era lo que estaba publicando Marvel en aquel momento y una adaptación de una película no deja de ser un «proyecto aparte», la mayor parte de las veces alimenticio y que no suele constituir parte representativa de una editorial «de universo» como Marvel o DC? Pues lo vamos a hacer porque es Al Williamson y a mi me apetece siempre hablar de La Guerra de las Galaxias, que narices.
Y es que esto es la parte central de El Imperio Contraataca, considerada por la mayoría de la gente como la mejor película de la serie y una de las más influyentes de los últimos 50 años. Uno de esos segundos actos con cliffhanger final que nos sabemos de memoria aunque no hayamos visto la película, porque han sido imitados hasta la náusea no solo en películas, si no también en libros, cómics y videojuegos. Separar al grupo de héroes es una herramienta de caracterización estupenda, porque permite que los personajes reaccionen a entornos distintos y demuestren en que se diferencian sin que el grupo condicione su comportamiento. Luego, cuando por fin se reencuentren y las experiencias los hayan cambiado, sus dinámicas habrán cambiado y eso permite que la historia se mantenga interesante en todo momento. Y éso es algo que esta película hace estupendamente, y precisamente es en este cómic donde nos encontramos la llegada al escenario del clímax final de la historia, la Ciudad de las Nubes de Bespin.
«Betrayal at Bespin» es el título de una de las composiciones de John Williams para la estupenda banda sonora de la película, y es el título que ha elegido Archie Goodwin -si no lo impuso antes LucasFilm- para esta entrega. Han Solo, Chewbacca, Leia y C3PO llegan a Bespin buscando refugio tras escapar a duras penas del bloqueo de la flota del Imperio estableció sobre el planeta Hoth tras la batalla del mismo nombre en la que la base principal de la rebelión fue invadida y destruida. Se nota que el cómic está realizado tras el estreno de la película, porque Williamson y Carlos Garzón están usando constantemente material de referencia correcto -no se lo tienen que inventar- y hasta recrean varios planos de la película, aunque a la vez hay personajes como Yoda de los que parece que solo han obtenido diseños preliminares por lo que Williamson y Garzón tomaron la inteligente decisión de mostrar al personaje solo en simbras y en planos muy largos, a mucha distancia del lector. Pero aquí hay oficio para aburrir, no en vano el propio Williamson ya tiene experiencia en el universo cinematográfico, porque no deja de ser el encargado de realizar la tira de prensa original de Star Wars allá en los 70.
La traición de Lando y la llegada de Vader, la llegada del X-Wing de Luke a Bespin, Leia y Han, la emboscada a C3PO… Son escenas estupendamente recreadas por un Williamson al que le sobra oficio, pero que tenemos tan metidas en la cabeza por la película que cuesta separar el cómic de nuestra imagen mental. Leída la adaptación completa -se publicó en cuatro números de la serie regular y ésta es la tercera parte- vemos escenas nuevas que no estaban en la película original, pero como no es el caso de esta tercera parte no voy a comentarlas. Sin embargo, Goodwin si opta por eliminar otras de la película como la pelea de Chewie con los Ugnaughts (mecánicos pequeñajos como el personaje de Nick Nolte en The Mandalorian) por los restos de C3PO, decisión que si que juzgo adecuada y apropiada, pero que a la vez lamento porque me habría encantado ver a Williamson dibujando absolutamente toda la película. Que no tuviera 76 páginas para la adaptación si no 120, vaya.
Porque el problema principal de este cómic está precisamente en el hecho de que no deja de ser un cómic y la historia está escrita para ser una película. Las pausas que algunas escenas exigirían aquí tienen que ser expresadas por el texto, porque no caben los típicos recursos de repetición de viñetas para ralentizar la acción, el juego con el tamaño del gutter y otras herramientas para dilatar el tiempo. Todo ocurre tremendamente rápido y, aunque el cómic está soberbiamente ilustrado, todas las situaciones se resuelven de forma atropellada. Para entonces el propio Goodwin ya ha realizado junto a Walter Simonson la que probablemente sea la mejor adaptación de película a un cómic que se haya visto jamás y a lo largo de sus 64 páginas ambos tomaron también con buen juicio la decisión de eliminar o alargar las escenas según les pareciera educado. No es tan sencillo hacer esto con El Imperio Contraataca, porque Lucasfilm es mucho más rígida en esto y el cómic sufre por su excesiva fidelidad al material original. Un material original que, no lo olvidemos, no deja de ser tremendamente intenso a lo largo de todo su metraje porque «no dejan de pasar cosas» y cada escena lleva a la siguiente sin que sea fácil prescindir de cualquier eslabón de la cadena.
Y aún así repito que es una adaptación muy hermosa, tremendamente apreciada y reeditada montones de veces, tal vez una de las que más. No marca ni mucho menos un antes y un después a pesar de que tiene algunas de las recreaciones más bellas que se hayan hecho de algunos de los planos de esta película en viñetas, como el descenso a los infiernos de Han, la entrada de Luke en Bespin o la recreación de las ciénagas de Dagobah, pero en último término el formato dicta el contenido y ésto es lo que hay. Finalmente, el cómic termina con una serie de pin-ups sobre la película a cargo de autores como Michael Golden, Terry Austin, John Byrne o Marie Severin, además de una última a cargo de un tal Frank Miller:
Poco más que contaros por hoy. La semana que viene no volveremos al Universo Marvel porque por aquel entonces Marvel estuvo cometiendo la herejía de tener a su cargo las dos franquicias galácticas por excelencia, Star Wars y… Star Trek. Y ésta vez es una historia original con una premisa un tanto curiosa: