Cuando se habla de cómics de superhéroes en Internet siempre hay una serie de temas recurrentes de los que parece imposible escapar. Que si la industria se acaba, que si son los dibujantes o guionistas los mas importantes a la hora de realizar un cómic o que los cómics de antes eran mejores que los de ahora entre muchos otros. Sobre esto ultimo hablo un poco Diógenes el lunes pero enfocado en otra dirección, mas en como ha evolucionado el medio con el paso de las décadas. Pero yo quiero llevármelo a un terreno mas lamentable, el de todos aquellos que si, se quejan de que los cómics de antes eran mejores pero solo como un “arma” que esgrimen para no admitir abiertamente que de lo que se están quejando realmente es que les molesta mucho el progreso pero prefieren decir que los cómics de antes “no eran políticos”.
Aunque esto es algo que podemos encontrar en torno no solo al cómic de superhéroes sino a cualquier franquicia que lleve un tiempo en marcha (lo ridículo que suena cuando dicen que Star Trek antes tampoco era política) o en la ficción en general, por ahora quiero centrarme en este genero. Y es que es algo que nunca falla, cada vez que un cómic de superhéroes o una de sus adaptaciones “se atreve” a sacar a personajes femeninos, no blancos, LGTBI o abordar algún tema social, los de siempre (los machistas, los racistas, los homófobos, los rancios) se rasgan las vestiduras y tratan de esconder sus prejuicios detrás de dos comodines. Están los que disimulan menos y se limitan a decir que todo eso es “basura woke”, sin molestarse en definir que significa eso exactamente porque saben que suena feo decir lo que piensan, y los que tratan de esconderse un poco mas aunque se les vea venir de lejos, argumentando que los cómics de ahora son muy malos por meter “política” por todas partes y que eso antes no pasaba.
Cualquiera que lleve unas cuantas décadas leyendo cómics y posea un mínimo de comprensión lectora sabe que eso es rotundamente falso, y que todas esas personas o mienten para justificar su postura o su sinceridad esconde una ignorancia bastante extrema. Porque esa gente siempre acaba argumentando que ”antes”, ese periodo indefinido del pasado donde todo era mejor, no había política en los cómics, como si todo lo que se hiciese en ese “antes” casi mitológico fuesen sucedáneos del Superman de Mort Weisinger, cómics asépticos en los que sus protagonistas encadenaban una historia tontorrona detrás de otra sin mayor mensaje que “este es muy bueno y este es muy malo”. Y como la mayoría de esa gente por su edad dudo que se limitasen a leer solo esa parte muy concreta de la DC de aquellos años, resulta evidente que o hace mucho que no se leen un cómic de superhéroes y solo conserva vagos recuerdos de ellos, nunca entendieron lo que estaban leyendo y se quedaron en la superficie o mienten a propósito porque saben que estaría feo decir lo que realmente piensan (que si vas a ser un intolerante al menos ve de frente).
Porque otra cosa no, pero el cómic de superhéroes ha sido “político” desde el primer día, desde que Jerry Siegel y Joel Shuster hicieron que Superman ya en el primer numero de Action Comics salvase la vida de un condenado a muerte que era inocente, le diese una paliza a un maltratador que estaba golpeando a su esposa y se enfrentase a un político corrupto que abusaba de su poder. Una tendencia que continuo cuando Joe Simon y Jack Kirby se atrevieron a mostrar a su Capitán América golpeando a Hitler en un momento en el que muchos cómics no se atrevían aun a mostrarse tan abiertamente en contra del nazismo (algo que le valió a Kirby recibir amenazas por parte de los nazis estadounidenses) Pero se ve que este no es ese pasado del que hablan aquellos cuando se refieren a que antes los cómics no eran políticos.
Es cierto que esta tendencia sufrió un duro golpe por culpa de gentuza como Fredric Wertham y con la implantación del infame Comics Code Authority, algo que supuso la muerte de genialidades como la EC Comics y de convertir al genero superheroico en el sueño húmedo de esos falsos nostálgicos, algo estéril e insulso en el que muchos de sus autores tuvieron que optar por resignarse y seguir la senda marcada por gente como Weisinger o de hilar muy fino para que no se notase que el cómic de superhéroes seguía siendo tan “político” como siempre aunque no lo pareciese en la superficie (de hecho se podría argumentar incluso que ahora no lo es tanto como lo llego a ser en algunos momentos del pasado pese a las quejas de esos de siempre). Pero con el paso del tiempo y de cierta relajación del Comics Code, ya desde los años sesenta con el relanzamiento del genero que supuso la Edad de Plata, creadores y editoriales fueron atreviéndose cada vez a mas, a recuperar aquel espíritu de critica sociopolítica de los orígenes del genero y a intentar reflejar de forma mas fidedigna el mundo real en el que vivían los lectores.
Así nos entrabamos con unos X-Men que criticaban abiertamente la xenofobia aunque fuese a través de la metáfora de los mutantes, comenzaban a aparecer héroes, villanos y secundarios que no eran blancos pero tampoco eran caricaturas racistas, temas de actualidad como la Guerra Fría, las revueltas estudiantiles o el racismo se abordaban abiertamente en los cómics, se forzaban los limites del Comics Code al máximo para poder introducir personajes homosexuales en sus paginas aunque no pudiesen identificarles abiertamente como tales (porque el Code lo prohibió expresamente hasta 1989) o se ignoraba este por completo para poder hablar del consumo de drogas. En las décadas. de los sesenta, setenta, ochenta y posteriores los cómics de superhéroes fueron tan “políticos” o mas de lo que lo habían sido en los treinta y cuarenta y de forma cada vez mas explicita.
Y ahí probablemente se encuentra el problema de muchos estos que ahora siguen argumentando esa falsedad de que los cómics de antes no eran políticos. Porque antes tenían mas fácil el ignorar todo esto porque en muchos casos se escondía detrás de metáforas (como esos lectores intolerantes de los X-Men que es una de las cosas mas incongruentes del mundo) o porque sencillamente no se daban cuenta de lo que estaban leyendo (que admitamos lo, este tipo de gente no suele ser la mas espabilada) . Gente, o gentuza mas bien, que lo único que desean es que todos estos temas vuelvan al armario por así decirlo, que si aparece un personaje LGTBI en una historia que este disimule tanto como el Estrella del Norte de Byrne, que si aparecen personajes negros no mencionen jamás el racismo que sufren, y que si se menciona algún tema de actualidad este se trate de una forma lo mas equidistante y aséptica posible, en definitiva, que les pongan fácil el creerse que no hay política en el cómic de superhéroes.
Aunque otro aspecto triste de todo esto es que muchos parecen creer que como “antes” no había hordas de intolerantes quejándose de los cómics del pasado eso significa que esos cómics no eran políticos de ninguna forma, o que hacían política “bien” y eran aceptados por los lectores. Y la realidad es que toda esa gentuza ha existido siempre, solo que sin Internet ni redes sociales lo único que podían hacer era enfadarse mucho en sus casas y dejar de comprar los cómics que les molestaban o enviar airadas cartas a los correos de los lectores que sin duda muchas veces eran ignoradas (¿Alguien se imagina como hubiese sido la reacción del publico de haber existido Twitter cuando la nueva Patrulla-X debuto en el Giant Size X-Men o cuando Denny O’Neil y Neal Adams hicieron historia con su Green Lantern/Green Arrow?). Cartas que ocasionalmente se publicaban y respondían para dejar clara la posición de autores y editoriales como en este ejemplo en el que en 1969 a un lector le ofendió mucho que en la serie de Estela Plateada le recordasen que la gente negra en Estados Unidos sufría racismo. Pero se ve que finales de los sesenta no entran en ese “antes” mítico en el que no había política en los cómics de superhéroes.
Y por ese hartazgo de encontrarme una y otra vez con ese falso argumento he decidido inaugurar una especie de sección en el blog, una en la que sin periodicidad fija quiero ir recuperando todos esos ejemplos de esa falsedad, todos aquellos cómics del pasado en los que sus creadores dejaron claro que el genero superheroico era un vehículo perfecto para hablar de muchos temas y que era absurdo que no reflejasen en su totalidad el mundo en el que eran creados. La idea es alejarme de los ejemplos de siempre que ya conoce todo el mundo y de centrarme en el periodo de finales de la década de los ochenta hacia atrás, aunque hay algún ejemplo que otro de la primera mitad de los noventa demasiado jugosos como para dejarlos fuera y que también caerán. Y para comenzar quiero rescatar mañana un numero de una de mis series favoritas de DC de los 80, uno en el que Mike W. Barr y Jim Aparo enfrentaron en 1985 a Geo-Force contra un problema que tristemente no ha dejado de estar de actualidad desde entonces.