Mecagontodo ya, menuda semana de mierda. Me vais a perdonar que sea tan visceral y que se me vaya la olla lo más grande, pero es que por una o por otra estoy escribiendo esto un miércoles y esta semana ya se me está haciendo demasiado larga. No he podido escribir sobre Kevin O’Neill porque me pareció un palo y ni me apetecía, por no hablar de que siempre he pensado que M’Rabo es el verdadero experto, pero el remate ha sido lo de Carlos Pacheco, que no porque se nos avisara con antelación jode menos. Así que mira, en vez de ponerme a hablar y hablar voy a dejar que hablen las imágenes, porque no me apetece escribir una mierda, me apetece leer tebeos viejos y desconectar con videojuegos, pero tengo demasiado trabajo acumulado y no tengo tiempo ni para eso. Pero joder, que son dos autores que me encantan, y prefiero estar furioso a estar triste.
Esto es el número 5 de la Liga de los Hombres Extraordinarios, y la forma de contarlo de O’Neill es tremenda. Hyde entra como Pedro por su casa, se sienta y se comporta de la forma más civilizada posible. Se pone a mirar el periódico y se está descojonando de mala manera, el tiempo pasa y se nota una tensión, pero es la tensión de un personaje invisible. Y el cabrón de O’Neill es capaz de mostrarte algo invisible cagado de miedo, asustado. Sin diálogo de Alan Moore -¡y estamos hablando de Alan Moore!- también habría funcionado a la perfección:
No estamos viendo absolutamente nada y la escena tiene una violencia tremenda, aun cuando sabes que el Hombre Invisible es un miserable que se merece lo peor te das cuenta de que, joder, esto ya es demasiado y que Hyde se está recreando. Ni Ennis y Dillon llegaron a ser tan animales en Predicador, y hasta veo la violencia de The Boys como una tontería comparado con esto. Y todo con un señor simiesco agarrando el aire, oiga.
Y sobre Carlos Pacheco no tengo nada que decir que no haya dicho mejor en otro momento. Pienso en el Clásicos Marvel, pienso en como el cabrón hizo que me comprara los mutantes de Lobdell -¡y Ben Raab!- y me encontrara con aquel Lobezno horrendo involucionado… Hace poco me hablabais de caracterización y yo decía que era mejor Hama que Lobdell de calle, pero que sepas caracterizar a un personaje no significa que tomes solo decisiones correctas o a veces lo hagas mal. Y joder, que horror era el Lobezno perro, que poca cabeza tenían aquellos tiempos, pero que bien se las apañaba Pacheco. Fue una especie de vuelta a las esencias del cómic de superhéroes justo cuando más hacia falta, con sus escorzos rarísimos y sus dedos pachequianos.
Kevin O’Neill, cagontodo. Hace poco leía el Battle Action que coordinó Garth Ennis y tenía una historia corta, me alegré un montón porque supuestamente se había jubilado. Y hasta me quedó la esperanza de que hiciera alguna cosilla más, igual que cuando Pacheco se «jubiló» y yo escribía por aquí que igual en el tiempo que le quedaba podía hacer una especie de testamento artístico, algo. Pero no, ni eso ha tenido, a tomar por saco. No me han pillado en buena semana, con la cabeza fría, pudiendo hacer las cosas bien.
Era Kevin O’Neill, con doble l. Y yo siempre me olvidaba y escribía una, aunque peor era lo de M’Rabo que siempre llamaba Dikto a Ditko.
Marshall Law era The Boys quince años antes, y a mi no me gustó nada. No entendía el rollo que se traían, y es cierto que O’Neill iba a mejorar muchísimo en los siguientes diez años hasta LoEG. Pero joder, anda que no tenía fuerza ya en aquellos tiempos, hasta en aquellos tiempos en los que no me gustaba me hacía sentir tremendamente incómodo… Supongo que al Comics Code Authority le pasaba lo mismo, y por eso querían censurarle a él entero. Claro que yo era un crío y ellos adultos con toda la barba, que me gustaría a mi saber quienes componían ese comité de desgraciados.
«Si Pacheco pudo triunfar en EEUU, yo también puedo» dijo una generación de dibujantes, entre finales de los 90 y principios de siglo. Y así se echaron al monte todos como locos, algunos llegaron, otros se quedaron por el camino, pero está claro que más de veinte años después de aquello Carlos Pacheco cambió la historia.
Siento si os ha resultado un artículo caótico u os he embajonado, pero así está la cosa y hoy ni siquiera me tocaba hacer post. Puta vida…