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Cómo Marvel me enseñó a detestar la nostalgia (I): El asesinato de los Nuevos Mutantes

Esto iba a ser una respuesta a un debate sobre la nostalgia que se montó la semana pasada en los comentarios, pero entre una cosa y otra lo fui dejando, se alargó y mira, ya tengo dos posts. Además, esta noche es la fiesta celta esa de los muertos y mañana y pasado hay más fiestas de muertos, y no hay nada más nostálgico que la necromancia, con lo que mira, los dos posts son la mar de apropiados. Ah sí, y M’Rabo jódete, ¡porque no pienso dejar títere con cabeza!

Que poco pegaba el Doctor Extraño de complemento de los niños estos, ¡pero anda que no era bueno el jodio tebeo!

Supongo que en mi caso el «rudo despertar a la cruda realidad» me lo dió Marvel, y todo empezó con Los Nuevos Mutantes. Era una serie que vendía fatal en España, más que nada porque nunca consiguió recuperarse del batacazo de ventas que supuso la llegada de Sienkiewicz y sucesores como Steve Leialoha o Mary Wilshire. Muchos lectores se habían desenganchado y la serie vendía fatal en España, por lo que los retapados -tomos recopilatorios de cinco números que solía hacer la distribuidora en una época en la que ni a Forum ni a Zinco se le pasaba la idea por la cabeza- eran abundantes y de amplia presencia. No nos engañemos, la importante siempre fue La Patrulla X, pero a falta de X-Men, pues trae para acá esos mutantes, con lo que no era raro que la gente siguiera la serie a través de esos recopilatorios. Claro está que esos recopilatorios iban con un par de años de retraso sobre la grapa de Forum y tres respecto a la americana, diferencia que en el caso de Nuevos Mutantes era mayor porque la serie en su peor momento de ventas pasó a bimestral y el hueco cronológico con EEUU aumentó dramáticamente, con lo que si leías La Patrulla X -que en sus tiempos de publicarse quincenalmente llegó a estar a meses de distancia de la edición americana- seguramente te enterabas por tal o cual aventura asgardiana o crossover puntual (Inferno, por ejemplo) de que pintas tendrían los Nuevos Mutantes dentro de unos cuatro años. En definitiva, el público de los Nuevos Mutantes era uno muy maltratado, pero la cosa iba a ser peor todavía.

No, en Forum esto del marketing nunca supieron llevarlo muy bien.

Porque, por esto de que la serie no vendía, Forum decidió juntarlos con el serial de Marvel Comics Presents de Lobezno. Porque Lobezno vende, ¿no? El serial en cuestión no dejaba de ser el prólogo de la serie regular a cargo de Chris Claremont y John Buscema, pero publicado de aquella forma la cosa quedaba un poco rara. Los Nuevos Mutantes siguieron arrastrándose en ventas, nosotros nos podíamos dar con un canto en los dientes y, una vez se acabó el serial de Lobezno, pasaron a cascarnos uno de Coloso a cargo de Ann Nocenti y Rick Leonardi. A nosotros los nombres de Nocenti y Leonardi nos sonaban, pero joder, ¿realmente alguien era fan de Coloso en solitario? Nos cae bien el chaval sí, pero no es precisamente un reclamo para vender más que Nuevos Mutantes. Que, repito, vendían fatal sí, pero tan TAN mal… La cuestión es que, en esas andaba la cosa, cuando llegó el crossover de los annuals de aquel año, Días del Futuro Presente. Un crossover que estaba bien, era chulo, con Walter Simonson y Louise Simonson y Arthur Adams y Chris Claremont, todo estupendo, pero en Nuevos Mutantes teníamos haciendo la portada a un tal Rob Liefeld. Era el principio del fin…

Antes lo había visto en un número suelto de la Patrulla X y en un annual de Spiderman de aquello de Atlantis Ataca, pero no agredía porque no había pistolones ni daños permanentes.

Pero oye, que en lo que cabe tuvimos suerte. En la edición americana dicen que originalmente iba a dibujarlo el propio Liefeld, que era el dibujante regular de la serie, pero que no le había dado tiempo y tuvieron que sustituirlo por Terry Shoemaker y, cuando este falló también, por Chris Wozniak (otro de los terrores de aquellos años, no lo olvidemos). Con lo que gráficamente aquel cómic fue el punto débil de aquel crossover, cuyo horror aumentó cuando vimos que ahora el grupo estaba en manos de un tal Cable y el propio Liefeld nos plantaba un pin up con un «vistazo al futuro» del grupo, una perspectiva pavorosa que, lo que es peor, era muchísimo mejor que lo que teníamos por venir; las alarmas se nos estaban encendiendo y pronto cristalizarían en la publicación «por adelantado» de los números correspondientes a X-Tinction Agenda, Proyecto Exterminio (traductores traidores, ya sabes) en los que nos mostraban, ahora sí, al tal Liefeld en todo su esplendor:

¡Por supuesto que mataban a Warlock! ¿Cómo no iba Liefeld a matar a la personificación de la alegría y la inocencia?

Para entonces ya íbamos sobre aviso, porque Forum había publicado un artículo de adelanto sobre la Marvel del 91/92 y ya nos habían avisado de que, ya que los Nuevos Mutantes ya no eran tan nuevos, lo mejor era rebautizarlos como X-Force y que no quedara un solo miembro del grupo excepto un irreconocible Sam Guthrie, conocído por aquí como Bala de Cañón. Por supuesto se quedaba el intruso, Cable, y se traía un montón de chusma insoportable. Y ahí se dió el gran punto de ruptura para mi.

¡POR SUPUESTO QUE NO COMPRÉ ESTA MIERDA!

Porque todos en nuestro desarrollo como lectores tenemos un punto de «por ahi no paso». No estoy refiriéndome a «no me gusta el dibujante y dejo de leer» como les había pasado a tantos con el temible Bill Sienkiewicz (ni puta idea tenían, no) si no a un momento en el que el cómic dejó de ser «creíble». No, no me creo que Superman mate a los kriptonianos de un universo paralelo. No, no me creo que todos los personajes muertos en la etapa anterior resuciten a velocidad de vértigo. No, no me lo creo, esas historias existieron, a mi me importan, ¿por qué tengo que tragármelas? Los Nuevos Mutantes no eran X-Force, no. Ni Xavier ni Magneto habrían permitido eso, mucho menos Sam o Dani. Había una historia de «degeneración» que se nos contó en la etapa de Liefeld, y en cierto modo aquello se justificó (más mal que bien, ojo) pero que Forum publicara los últimos tres números de Nuevos Mutantes por adelantado en un tomo llamado X-Force: ¡¡EL COMIENZO DE UNA LEYENDA!! (las dos exclamaciones no son mías) que se vendió como rosquillas, no hizo más que dejarme claro que yo no quiero nada que ver con X-Force, y así es como en cuanto Cable apareció en la portada de los Nuevos Mutantes el cómic se quedó en la estantería. A día de hoy he leído esos cómics, pero no tengo ninguno de ellos. Cuestión de principios, vaya.

Que una cosa es publicar mierda, y otra revolcarse en ella cual marranos. Que no sé quién escribió esta intro de mierda, pero no creo que le pagaran un extra por felar de forma tan entusiasta a Rob Liefeld.

¿Fue un juicio objetivo el mío, algo completamente razonado? En absoluto. Aquello simplemente no me gustaba, si acaso más cercano a la intuición que otra cosa. Aun así, una cosa tenía bastante clara: si te ponías a examinar con detalle un dibujo de Liefeld los errores de composición, anatomía y perspectiva, las «cosas que están mal» no paraban de aparecer. Era tremendo aquello, porque no dejaba de ser el peor dibujante del mundo con un entintado resultón que disimulaba con texturas -rayitas- lo que no podía conseguir de otra manera. Ni siquiera conocíamos la personalidad «excéntrica» de Rob Liefeld -nos habría caído mucho peor- pero lo dicho, aquello no nos gustaba.

Una cosa curiosa es que con los años aprendí a «perdonar» a Rob Liefeld, pero luego lo conocí a través de internet y me di cuenta de que el perdón no está hecho para criaturas como él.

Pasarían muchos años hasta que aprendí lo suficiente como para poder decir «esto es malo por esto por esto y por esto», y en parte creo que Rob Liefeld es muy influyente en mi obsesión por entender por qué las cosas salen bien o mal, en entender lo que leo hasta ese nivel y no solo al de disfrutar de la historia y relajarse con ella, pero ello también trajo que empezara a disfrutar con cómo se cuenta la historia y no solo con lo que cuenta. Pero aun así no, no pienso darle las gracias, ni pienso que volver a tiempos más inocentes y obligar a Louise Simonson a Brett Blevins a hacer otra vez Nuevos Mutantes fuera buena idea; ni ellos son los mismos autores ni nosotros somos los mismos lectores, necesitamos otra cosa. Por supuesto que si pudiera asomarme por una ventanita a un universo paralelo me leería los cómics que se hubieran escrito si Cadence no se hubiera hundido y vendido Marvel a los primeros desgraciados que pasaron por delante, pero aun así no cambiaría el hecho de que pasó lo que pasó, y ni de broma querría volver a un pasado idealizado de PlayStations con macarrones; aquel trauma fue una experiencia formativa en toda regla, de repente supe que los cambios llegaban y que las cosas buenas tenían también un final.

Los What If los dejo para los tebeos, oiga. Que a mi me han enseñado desde pequeñito que jugar con las fuerzas fundamentales del universo para tonterías es algo que suele salir muy mal

Paralelamente a todo aquello Nuevos Vengadores se hundió en la mediocridad (sí, es un eufemismo) de la etapa de Roy y Dann Thomas, Vengadores perdió el norte por completo con la enésima espantada de Byrne y Los 4 Fantásticos de Walter Simonson acabaron sabiendo a poco y degeneraron en la etapa de Tom DeFalco. Aquello fue el fin del mundo en toda regla, un punto y aparte completo. Y sí, Claremont dejó la Patrulla X sin que absolutamente nadie nos diera una explicación -nos la tuvimos que buscar a posteriori- y estuvimos meses conmocionados por el golpe, viendo como no había un solo cómic de Marvel que fuera mínimamente decente. Algunos acabaron comprando cosas como Nuevos Guerreros o Namor que en otro tiempo no habrían comprado jamás por mucho que la una viniera firmada por John Byrne y la otra fuera la copia más lamentable de los Nuevos Titanes que se haya visto jamás desde los tiempos en los que los Nuevos Titanes copiaron a la Patrulla X de Claremont y Byrne. ¿Nos habíamos hecho mayores? No, Marvel se había ido a la mierda.

Pero completamente, oye.

Y no, no es que la cosa fuera mejor en DC. Era mejor, sí, pero la JLI de DeMatteis/Giffen había terminado y Jurgens no era mucho mejor, el Superman del Supersquad estaba entretenido, sí, pero no tardaría en quedarse sin ideas tras la Muerte de Superman, por no hablar de que era un tanto irritante que el que llevase la voz cantante entre guionistas como Wolfman, Stern, Ordway o Louise Simonson fuera Dan Jurgens, que claramente era el que estaba más verde de todos ellos. Y sí, Doom Patrol y Animal Man, Hellblazer y una serie que había debutado en Universo DC, Sandman, hacían presagiar tebeos mejores con la nueva línea Vertigo, pero Zinco los empezó a vender en un formato a un precio prohibitivo, alejándonos de ellos todo lo que pudo. Mientras tanto, en el lado Marvel, Forum cerró Los 4 Fantásticos y Vengadores (lógicamente, eran insoportables) y parecía que lo único que podías leer de Marvel era Spiderman (los clones de los padres de Peter Parker, Matanza Máxima y todo aquello que ahora algunos llaman «clásicos del trepamuros») o el millón de series de mutantes que eran todas iguales y tremendamente irritantes.

Nosotros no sabiamos de la burbuja ni de nada, solo asistíamos impotentes al fin de todo lo que existe.

Mañana os contaré por qué soy un cabezón y algunas de mis vergüenzas de buen Marvel Zombie, porque de verdad que habría sido mejor guardarme el dinero y haberme comprado la dichosa PlayStation…

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