El pasado miércoles falleció Raymond Briggs a la edad de ochenta y ocho años. Un nombre que quizás no le resulte familiar a muchos pero que sin duda conocen su obra, ya que fue el responsable, entre otras muchas obras, del cómic Cuando el Viento Sopla en el que se baso la película animada del mismo nombre y que traumatizo a unas cuantas generaciones de jóvenes espectadores. Así que para honrar su memoria nada mejor que zambullirnos en esta historia cuyo impacto jamás he podido olvidar, algo en lo que seguro que no soy el único.
Para los lectores mas jóvenes puede resultar un poco ajeno lo omnipresente que era el miedo a la amenaza nuclear en la década de los 80. Una amenaza que aunque llevaba existiendo casi cuatro décadas pareció explotar entonces en la cultura popular impulsada sin duda por los cada vez mayores movimientos anti-nucleares en el mundo. Una amenaza que inspiro visiones que alternaban entre las que utilizaban dicho miedo como base para relatos de fantasía post-apocalíptica como la saga de Mad Max o el Juez Dredd con otras que trataban de representar con mayor realismo aquella amenaza con la que convivimos durante tantos años, entre las que se encuentran películas como Threads o The Day After o el cómic que hoy nos ocupa, Cuando el Viento Sopla/When the Wind Blows (1982).
Un cómic para el que Raymond Briggs recuperó a unos personajes familiares para sus lectores, Jim y Hilda Blogg, los protagonistas de Gentleman Jim, una novela gráfica que había publicado dos años antes (Personajes que estaban inspirados en sus propios padres y cuya historia contó años mas tarde en otra novela gráfica, Ethel & Ernest) para sumergirlos en un escenario que por aquel entonces resultaba aterradoramente plausible.
Una historia que como decía al comienzo traumatizó a unas cuantas generaciones de jóvenes lectores, ya que entre el estilo visual de Briggs y que este se había hecho famoso por sus libros para niños, provocó que muchos lectores demasiado jóvenes (y espectadores en 1986 cuando se estreno la adaptación animada) se enfrentasen a una historia que nada tenia de infantil. Aunque el propio Briggs años mas tarde declaró en una entrevista que no creía demasiado en esas categorías, que cuando alguien tiene unos ocho o nueve años y puede leer de forma fluida esas distinciones entre lecturas infantiles y adultas son algo absurdas (pero aun así esto no es un comic para niños, no demasiado pequeños al menos).
Y esto sigue siendo un peliculón
Pero cartas de padres indignados a un lado (de las que recibió muchas) y librerías empeñadas en colocar esta novela gráfica en la sección infantil, lo que nadie le puede negar a Briggs es la enorme fuerza que sigue teniendo su cómic cuarenta años después de su publicación. Un cómic para el que se alejó de los grandes escenarios en los que solían desarrollarse este tipo de historias para optar por un enfoque mas intimista centrado en una pareja de ingenuos e inocentones jubilados, quienes vivían en la campiña inglesa sin llegar a ser realmente conscientes de la magnitud de la tragedia que se les venia encima.
Cuando la historia comienza nos encontramos con Jim preocupado por las noticias cada vez mas desalentadoras sobre una posible nueva guerra mundial, algo que desemboca en un aviso gubernamental aconsejando a los ciudadanos que se preparen para un posible ataque nuclear. Para ello se dejan aconsejar por una serie de panfletos que Jim ha ido recogiendo en la biblioteca y que les dan indicaciones contradictorias. Unos panfletos basados en los que se podían encontrar en aquellos años y que no solo ofrecían información contradictoria, sino completamente inútil en caso de un ataque nuclear y que Briggs aquí hace pedazos mostrando lo “efectivos” que serian esos consejos en la realidad.
La ingenuidad de Jim y Hilda hace que aunque estén preocupados actúan casi como si estuviesen jugando, recordando cuando en su infancia, durante los bombardeos que sufrió Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, utilizaban los refugios anti bombas de sus casas como lugar de juegos. Pero indiferentes ante su inocencia los preparativos para el ataque son inevitables, algo que Briggs representa en dobles paginas minimalistas y ominosas que contrastan con la apretada cuadricula que este utiliza para mostrarnos los últimos días de Jim y Hilda.
Y lo que hasta entonces era una comedia negra sobre los inadecuados preparativos de una entrañable y tontorrona pareja de ancianos se convierte en una tragedia con todas las de la ley, esa que décadas después aun sigue despertando el trauma ochentero de ver en la tele la adaptación de este cómic convencido de estar ante una película infantil mas. Las bombas han caído, la onda expansiva ha arrasado con todo a su paso y sus efectos se han dejado sentir incluso en las remotas afueras donde reside esta pareja.
En este segundo tramo de la historia Briggs no se ando con remilgos a la hora de mostrar con toda su crudeza los devastadores efectos que tendría un ataque como este sobre la población civil. Unos efectos que resultan aun mas aterradores al comprobar que Jim y Hilda siguen aferrándose a su ingenuidad y a un optimismo irracional y confianza ciega en su gobierno (y un poco también a su negativa a aceptar la realidad), convencidos de que sus patéticos preparativos han servido para algo y que solo tendrán que esperar unos días a que llegue la ayuda oficial para reunirse con sus vecinos y familiares.
A lo largo de los días siguientes vemos como la salud de la pareja se va deteriorando, con los efectos del envenenamiento radiactivo siendo tan brutales como inmediatos. Un aspecto en el que Briggs se esforzó al máximo, aunque sin recrearse en el morbo, en reflejar de la forma mas autentica posible lo que sucedería en la realidad en una situación como esta, una muerte lenta y horrible que nadie mas debería sufrir. El mensaje anti-bélico y anti-nuclear no podría haber sido mas claro, directo o efectivo, y aunque nunca sabremos si contribuyo en algo a cambiar las mentes de quienes estaban en el poder, lo que si esta claro es que el impacto de su obra entre los lectores fue increíble e imperecedero.
A lo largo de su carrera Raymond Briggs creo muchas otras obras inolvidables que han calado entre el publico de forma permanente y contó con el reconocimiento de critica y publico durante toda su carrera, pero de entre su obras esta siempre tendrá un lugar especial en mi memoria. Un autor que en su obra abarco numerosos temas y que incluso a través de la ficción o la fantasía quiso reflejar simplemente la realidad de la vida, mostrar lo que según sus propias palabras era natural e inevitable, aunque en este caso concreto debemos alegrarnos que al menos de momento, lo que contó en Cuando el Viento Sopla de momento lo hayamos evitado. Por todo ello se merece que le recordemos y que mantengamos vivo su recuerdo a través de esta obra de la que aun podemos aprender mucho.