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El legado de George Lucas: La venta de Lucasfilm, diez años más tarde (II)

El anuncio de Star Wars Underworld durante la Celebration de 2005 con motivo del estreno de La Venganza de los Sith fue la mar de espartano; durante la presentación de la nueva serie de animación cgi de las Guerras Clon que cubrirían los eventos entre los episodios II y III de las precuelas, George Lucas también presentó la serie sin entrar demasiado en detalles, solo indicando que cubriría el periodo entre las dos trilogías.

Pues si hay que decir que el logo de la celebration esta estaba chulo, pues se dice y no pasa nada.

Porque Underworld iba a estar protagonizada por personajes secundarios de las películas y su desarrollo sería más cercano a The Wire y Los Soprano que al pulp al que nos tenía acostumbrados en las películas. De hecho, gran parte de los guionistas que contrató para escribir el proyecto provenían de series de dicho perfil y hasta Ronald D Moore, el showrunner del remake de Galactica, estuvo implicado en un proyecto que llegó a crecer hasta el punto de hablarse de cuatro series de televisión protagonizadas por distintos personajes, la aparición recurrente de personajes como Palpatine o Han Solo y se llegaron a escribir 50 capítulos de los 100 programados que según contaría Lucas en 2008 estaban «profundamente inspirados en el cine negro de los 40». Lucasarts, la desarrolladora de videojuegos de Lucasfilm, lanzaría al mercado The Force Unleashed y su secuela, basados parcialmente en el proyecto, y tendría en la nevera Star Wars 1313, el juego que tendría que haberse estrenado con la serie de televisión y que compartía muchos de sus personajes y localizaciones. Para 2009 se habían empezado castings, se hablaba de un rodaje inminente… Pero en 2010 todo se paró.

Galen Marek, protagonista de The Force Unleashed, iba a ser uno de los personajes de Underworld.

Y es que la serie era tan ambiciosa que no conseguía un canal donde emitirse. Con un presupuesto de entorno a 2 a 4 millones de dólares por episodio, ninguna operadora tradicional quería hacerse cargo de un proyecto que en el global era como hacer dos películas de alto presupuesto; otras como HBO parecían bastante arrepentidas del fiasco de Roma, una coproducción en la que se habían metido pero a que la audiencia no había acompañado. Casarse con George Lucas podía darte muchas suscripciones de cable, pero Lucasfilm se iba a quedar con la distribución de los DVDs, con lo que la amortización del proyecto era a corto plazo y bastante más peliaguda. Lo que es peor, HBO por aquel tiempo decidió dar luz verde a un proyecto basado en una serie de novelas de George RR Martin, Canción de Hielo y Fuego, que se comería gran parte del presupuesto del canal con sus diez millones por episodio, con lo que Lucasfilm se encontró la puerta completamente cerrada.
Y aun así, todo el mundo coincidía en que el proyecto tenía muy buena pinta, con su dream team de escritores y su concepción visionaria de la televisión completamente adelantada a su tiempo; Underworld y sus series derivadas eran más un proyecto para un servicio de streaming que para un canal de televisión, pero en aquel momento Netflix todavía estaba distribuyendo DVDs por correo y nadie más que los piratas de webs como seriesyonkis se habían dado cuenta del filón que había ahí. Era el año 2010 y George Lucas se dió cuenta de que tenía un proyecto imposible entre manos, pero aun así no se rindió y se puso a investigar un nuevo sistema de rodaje que permitiera abaratar sustancialmente los costes, para lo cual necesitaba construir unas misteriosas naves industriales en su rancho que requerían un permiso de las autoridades… Que fue rechazado precisamente en enero de 2012. Underworld había muerto.

Así hubiera sido Underworld, el eslabón perdido entre las pantallas azules de las precuelas y las pantallas gigantes de The Mandalorian.

Solo fue, en ese momento, cuando George Lucas empezó a ponerse a trabajar con las secuelas. Se nombra a Kathleen Kennedy, que llevaba colaborando con Spielberg y Lucas desde En Busca del Arca Perdida, nueva «copresidenta» de Lucasfilm. Se inician contactos hacia el verano con Mark Hamill y Carrie Fisher de cara a hacer una continuación, y arrancan los primeros contactos entre Lucas y Bob Iger, presidente de Disney. El cebo son las secuelas, de las que se encargaría George Lucas, el objetivo final sacar adelante el proyecto Underworld con el músculo económico de Disney y el precio de todo esto… Vender Lucasfilm, pero manteniendo su autonomía. A ojos de Lucas no era un plan tan descabellado, tanto Pixar como Marvel habían sido compradas por el gigante y se les había permitido continuar con una autonomía casi total, pero Iger se negó en redondo a darle el «trato Pixar»; y es que mientras Pixar y Marvel eran negocios en plena expansión, Lucasfilm estaba en retroceso. Con sesenta y ocho primaveras a sus espaldas, George Lucas se dió cuenta de que lo mejor para sus empleados era aceptar el trato de Disney y salir de escena, dejando que Kennedy se encargara en solitario de las secuelas y tratar de sacar adelante Underworld… Si es que le dejaban.

La gran virtud de la versión de los decorados digitales de The Mandalorian es que, a diferencia de lo que habría pasado en Underworld, los actores no se tienen que imaginar los fondos porque los ven en tiempo real.

Lo triste de toda esta historia es que Lucas se puso a trabajar en el guión de las secuelas ya en enero de 2012, perfilando esa trilogía de cara a estrenarse en 2015, 2018 y 2022. El plan de crear pequeñas películas a partir de «pedacitos» de Underworld ya se puso sobre la mesa en aquel momento, mientras Lucas reclutaba al guionista de Pequeña Miss Sunshine o Toy Story 3, Michael Arndt, para escribir los primeros tratamientos de la nueva trilogía, además de traerse también a su viejo colaborador Lawrence Kasdan. La consolidación de la venta de Lucasfilm sacó de escena a George Lucas en octubre de aquel año, para que más tarde las presiones de Disney -cuyo consejo de administración había decidido que solo admitiría la compra de Lucasfilm si Iger era capaz de recuperar la inversión de 5000 millones en 5 años- acabaran despidiendo a Arndt poco después y colocando en su lugar a JJ Abrams, que recibió la orden de terminar un guión para ayer y ponerse a rodar prácticamente hoy mismo, con lo que Kasdan tuvo que estar reescribiendo partes del guión durante el rodaje mientras absolutamente nadie sabía qué es lo que se iba a hacer en las siguientes películas. Para entonces, por supuesto, George Lucas ya era historia de Lucasfilm.

Los planes de Lucas para los platós de Underworld eran más cercanos a los que se acabaron haciendo para The Batman.

Sin embargo, durante los años posteriores Lucas siguió siendo el centro de todas las miradas cada vez que se estrenaba una película, que buscaban la aprobación o el desdén del «padre creador». ¿Lucas decía que se sentía como si hubiera vendido a sus hijos a una plantación esclavista? Titulares gordos. ¿Lucas decía que Rogue One estaba mejor o que The Last Jedi era muy bella? Pequeñitos, pequeñitos. El único proyecto cinematográfico que se traía ya George Lucas entre manos era la quinta película de Indiana Jones, porque de Star Wars mejor no hablar, a pesar de que suele visitar los rodajes de algunas películas o series y -más por compromiso que otra cosa, que sigue siendo accionista de Disney- asoma en el estreno de alguna que otra atracción de la franquicia en Disneylandia. La retórica revisionista del «con George Lucas todo era mejor, Disney lo ha arruinado todo» parece haber calado profundamente en gran parte del fandom, que se olvida de la existencia de Rebels, The Mandalorian o de lo nefastas que fueron las precuelas. Cuarenta años después de la creación de Lucasfilm y a pesar de que George Lucas se pasara toda su carrera «despreciándolas» como películas para niños, Star Wars es su legado y no es de extrañar que le rechinen los dientes con los fracasos de la franquicia.

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