Hace diez años, allá por enero de 2012, notamos una perturbación en la Fuerza en Lucasfilm cuando George Lucas anunció que Kathleen Kennedy, productora de Spielberg desde los 80, iba a ser copresidenta de la compañía y heredaría el cargo por completo en el plazo de un año. Diez meses después nos despertaríamos con la noticia de que la Disney, no contenta con tener Marvel, había decidido devorar otro de los pilares de nuestra educación «cultural», Lucasfilm. Y aun así, diez años después, muchos siguen sin tener claro que pasó. ¿Por qué George Lucas decidió retirarse en aquel momento? ¿Por qué Kathleen Kennedy? ¿Por qué no hizo antes las secuelas de Star Wars? Acompañadme a un viaje al pasado…
Lo de George Lucas hablando de nueve episodios de Star Wars viene de muy lejos, de poco después del estreno de La Guerra de las Galaxias en 1977. Después de todo era inspiración en Flash Gordon, Buck Rogers, Captain Video y demás seriales de sus años mozos la que le había llevado a hacer la película en un principìo, con lo que la posibilidad de hacer precuelas y secuelas si la cosa tanía un éxito tan desmesurado como acabó teniendo siempre estuvo encima de la mesa; si ya esas secuelas eran capaces de financiar la creación de un estudio de cine propio, a imagen y semajanza de la American Zoetrope que él mismo había fundado en su día junto a Coppola, miel sobre hojuelas. Y así es como anunció que la idea no era hacer tres si no nueve películas, tres basadas en los esbozos realizados para el guión de la primera película -contando las dichosas guerras clon, fuera lo que fueran eso, y el ascenso del Imperio- y seis basadas en Luke Skywalker, el protagonista de la película original. Para entendernos, en aquel momento no se hablaba de trilogías por que la intención era hacer el máximo posible de ellas mientras imprimiesen dinero.
Y según contaba su productor Gary Kurtz el plan se mantuvo así hasta el final de la producción de El Imperio Contraataca, película en la que la implicación de Lucas fue menor al estar demasiado ocupado con la primera película de Indiana Jones junto a Spielberg y la construcción del Rancho Skywalker que iba a alojar todo su nuevo conglomerado empresarial, aunque esta última función la desempeñara principalmente su esposa Marcia, editora de prestigio en aquellos tiempos -se encargó de las películas de Scorsese de aquellos años y se le atribuye salvar a última hora el corte final de La Guerra de las Galaxias- y que acabaría separándose de él al ver como George estaba más preocupado por montar películas y negocio que por crear una familia. Más allá de estos cotilleos, lo cierto es que llegado cierto punto Lucas sintió que le estaban arrebatando Star Wars con el Imperio, por lo que se empezó a implicar más en el rodaje y la postproducción, produciéndose varios choques con Kurtz hasta que decidió no contar con el para la tercera película, la que sería El Retorno del Jedi y que de repente se había convertido en «el cierre» de la trilogía.
Hablando en plata, George Lucas se había dado cuenta de que no le daba la vida para hacer todo lo que quería hacer, por lo que decidió que Star Wars se acababa en la tercera película. Siempre según Kurtz, el plan original de Lucas había sido que la tercera película acabara con la muerte de Darth Vader sí, pero también moriría Han Solo, Leia tendría que encargarse de liderar la rebelión y Luke tendría que exiliarse para seguir su entrenamiento de jedi porque el Emperador -y el Imperio- eran demasiado duros de roer. No había segunda Estrella de la Muerte ni nada parecido, había una confrontación en la capital del Imperio y el fantasma de Ben Kenobi «moriría» enfrentándose al Emperador, el cual no sería derrotado hasta la novena película en la que Luke por fin se convertiría en un caballero Jedi. Pero durante el rodaje del Retorno del Jedi Lucas se acercaría a Mark Hamill a comunicarle sus planes de futuro: precuelas a finales de los ochenta, secuelas para el año 2000. Un Luke Skywalker talludito iba a cederle el testigo a una nueva generación, presumiblemente con una protagonista femenina. Y más allá de las entrevistas a Hamill en 1983, de aquella historia no se supo nada más hasta que las precuelas entraron en producción a finales de los 90.
Fue en las entrevistas por el reestreno en cines de la trilogía mediante aquella «edición especial» durante las que un George Lucas necesitado de financiación anunció su intención de estrenar una precuela en 1999, una secuela en 2002, otra precuela en 2005 y así hasta completar las nueve películas en 2012. Andaba el hombre tan optimista -los reestrenos le habían dado mucho dinero, y las precuelas las estaba haciendo con más libertad de la que nunca había tenido- que decidió dirigir la primera película, algo que no había hecho desde la Star Wars porque durante su rodaje se sintió tan estresado que acabó en el hospital. Y claro, cuando no te presionan los estudios y todo el mundo te da la razón -su nuevo productor y fiel escudero, Rick McCallum, destacaba por descargarle de todo el trabajo posible y, que se sepa, no discutirle absolutamente nada- dirigir una película es una experiencia la mar de agradable. Y así es como Lucas decidió que iba a dirigir las dos precuelas siguientes y prescindir de las secuelas, lo cual supuso todo un mazazo para muchos de sus fans… Y para Mark Hamill.
También es que las declaraciones de Lucas renunciando a las secuelas no fueron precisamente de lo más afortunadas, porque el cineasta dejó claro que nunca se le había ocurrido que hacer en las secuelas y que si hubiera seguido el plan original habría terminado las secuelas en el lejano año 2012, y que para entonces ya casi 70 años y que le gustaría hacer otras cosas antes de retirarse. Totalmente legítimo, sí, pero con aquello incumplía una promesa de casi veinte años al pobre Mark Hamill. Y sin embargo, pues sí, después de las precuelas y dejando de lado el fracaso comercial de Red Tails o la no tan satisfactoria cuarta entrega de Indiana Jones, Lucas corrió a ponerse a producir una continuación televisiva de las precuelas, poniendo sobre la mesa el proyecto que se convertiría en la serie de animación Clone Wars y Underworld, una serie de imagen real que transcurriría en los bajos fondos de Coruscant y que realmente era la joya de la corona de sus proyectos y lo que en último término acabaría llevando al fin de Lucasfilm tal y como la conocíamos.