En 1985 Spiderman había alcanzado la perfección absoluta. Es una época mágica, intocable, una era que forma parte del primer volumen de Forum y del coleccionable rojo de Spiderman, el de la primera época, el que enganchó primero a una generación y luego a la siguiente. Viendo como el personaje vendía y funcionaba solo, a Jim Shooter le pareció buena idea darle las riendas del personaje al perfecto novato Christopher Priest… Con catastróficos resultados.
Que vista desde fuera era una época la mar de prometedora, porque Spiderman acababa de jubilar Spider-Man Team-Up -que siempre había sido un poco tercera rueda- en favor de The Web Of Spider-Man, que supuestamente iba a ser una serie de más nivel, con portadas pintadas de Charles Vess combinadas con otras del todopoderoso John Byrne, mientras que un veterano y amigo personal de Priest como Al Milgrom se encargaba de Peter Parker, The Spectacular Spider-Man. Pero la joya de la corona en aquel momento era, por supuesto, The Amazing Spider-Man a cargo de Tom DeFalco y Ron Frenz (ésto me ha dolido decirlo pero es verdad, y hasta admito que alguno de aquellos tebeos no estaba mal, ¿contentos?). Spiderman se vendía solo, funcionaba bien y estaba sobreviviendo bien al bache de haber perdido a Roger Stern el año anterior, por lo que el editor Danny Fingeroth decidió dejar su cargo y ponerse a escribir Web of Spider-Man, porque por aquel entonces éso era lo más normal del mundo.
Y es que en los tiempos de Shooter no era nada raro que muchos aspirantes a escritores se formaran primero como editores para luego pasarse a guionizar, y así es como las tres series de Spiderman estaban siendo escritas por tres integrantes del bullpen. Tanto Milgrom como DeFalco tenían cargos importantes dentro de la editorial, con lo que el nuevo editor de Spiderman iba a tener que corregirle las faltas a su propio jefe, que en el caso de Priest también eran sus propios amigos y maestros, y eso por no hablar de que figuras como Louise Simonson o Ann Nocenti también se animaron a hacer sus pinitos en esto de la escritura con las desventuras de Peter Parker; para Shooter este tipo de actividades eran ideales para que los editores aprendieran a empatizar con sus editados. Pero claro, también servían para tener acojonado a un crío de 22 años que, para colmo y cual Joe Robertson sin una Gloria Grant a la vista, era el único negro del Bullpen.
¿Pero cómo negarse a ser el editor de Spiderman? Sí, Priest no era tonto y sabía que en parte el regalo estaba envenenado, que la serie venía del subidón del estreno del traje negro y que sin Stern la cosa no tenía perspectivas de subir mucho más, que se arriesgaban a bajar, por lo que era lógico que ningún editor veterano quisiera jugársela con el personaje más importante de la editorial; pero lo que realmente le preocupaba Priest era lo ya mencionado, que cualquiera de sus editados sabía hacer su trabajo mucho mejor que él. Y sin embargo pues sí, contaba con todas las bendiciones del jefazo, de Jim Shooter en persona, que reconoció la inexperiencia del chaval y prometió supervisarlo y echarle un cable en todo lo que pudiera… Lo cual se acabó traduciendo en Jim Shooter asomando de vez en cuando por su mesa exigiéndole que les apretara más las tuercas a sus guionistas sin que el pobre supiera nunca cómo podía hacerlo. Porque claro, en cuanto Priest echaba una bronca, misteriosamente poco después aparecía -con mucho amor paternal, eso sí- Tom DeFalco echándosela a él. Pero Priest no se achantó, no.
Luchó a brazo partido y se puso a pedirle correcciones a Fingeroth y Milgrom como si no supieran escribir, dejando en paz a DeFalco en lo posible (era el del supuesto mayor éxito y también el que era más jefe, para que engañarnos). Milgrom sería el primero en mandarlo al cuerno -hasta Priest reconoce que se pasó- mientras que Fingeroth acabó perdiendo el interés, por lo que no tardó en encontrarse con que la cosa «no estaba hecha» y que tenía que buscarse guionista para dos series y dibujante para la otra, porque Milgrom era el paquete completo. Su seleccionado para sustituir a Fingeroth en Web fue David Michelinie, al cual no tardó en reunir con Marc Silvestri. Si tras el dedazo de Shooter y la espantada de Milgrom el bullpen ya había empezado a cuchichear en contra de Priest, el nombramiento de uno de los amiguitos del círculo de Shooter ya debió de certificarlo como esbirro del Patrón del Mal «que quita a Fingeroth para sustituirlo por uno de los de Shooter, que gentuza». Y con el sustituto de Milgrom la cosa no fue mucho mejor…
Porque si había un enemigo para el Bullpen en aquel momento que no fuera el propio Shooter -que era el jefe, siempre se odia al jefe- ése era el departamento de ventas de Carol Kalish, ése que se metía siempre donde no le llamaban. Gente como Kurt Busiek o Peter David se curtieron en aquel departamento, y sería precisamente este último intrusista profesional el que acabaría siendo llamado a filas por Priest para sustituir al querido Milgrom. Que no nos engañemos, esto por otro lado era algo excelente para Priest, porque al ser «del enemigo», podía apretarle las tuercas todo lo que le hiciera falta sin miedo a que el resto del bullpen le pusiera una soga al cuello; a todo esto Jim Shooter seguía asomando periódicamente sus dos metros de estatura y no paraba de espantarse ante todo lo que escribía David, exigiéndole que corrigiera todo, que quemara esos guiones, que echara a David y que contratara a alguien que supiera escribir dos frases seguidas, por lo que Priest seguía pidiendo correcciones a David y el bueno de PAD cumplía porque, joder, era su gran oportunidad de ser guionista y no iba a perderla bajo ningún concepto. Hasta el propio Priest reconoce que se pasó pidiéndole correcciones y que David todavía debe de odiarle, pero aguantó, por lo que acabó convirtiéndose en su principal aliado para crear esa gran historia que iba a demostrar que se merecía ser el editor de Spiderman, que Shooter no se había equivocado con su dedazo y que no, no se estaba cargando a Spiderman.
Pero todo indicaba que lo estaba haciendo, y medio bullpen era de esa misma opinión, a pesar de que sobre el papel tenía unas cuantas buenas ideas; de entrada, había intentado que cada una de las series tuviera su propia identidad, por lo que en Web of Spider-Man estaba a la faceta de reportero del personaje, en Peter Parker se trataban temas más urbanos y Amazing… Amazing era de DeFalco y Frenz y no debía tocarse, porque funcionaba sola. De hecho, la única vez que tocó algo fue cuando le pidió a Frenz que no dibujara la cabeza de Peter Parker tan recta, cosa que a Frenz le sentó fatal y provocó que DeFalco le hiciera otra visita paternal para advertirle muy amablemente de que el ego de los trabajadores autónomos es muy frágil, y que Frenz desde su casa había debido entender poco menos que se estaba cagando en su trabajo y que le parecía un desastre; Priest corrió a disculparse, pero el daño ya estaba hecho y Frenz ya había declarado odio eterno al «niñato». Ya dieron igual todas las disculpas, que se demostrara que el responsable de la «rectitud» de la cabeza era en realidad el entintador Joe Rubinstein o que se llevara a DeFalco y Frenz de conferencias y hasta a algun club de streaptease, Frenz lo tenía cruzadísimo y aquello iba a acabar mal, muy mal.
Y, efectivamente, fue en aquel momento cuando pasó lo peor que podía pasar para relajar la situación: Tom DeFalco empezó a saltarse fechas de entrega y Christopher Priest se vió forzado a hacer algo.