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El mundo está loco, loco, loco: Todo mal

A ver, ésto es muy sencillo: la ciencia evoluciona y la sociedad va detrás. Es así de simple, la gente investiga cosas y descubre otras, las suelta como verracos en las fiestas del pueblo y acaba pasando lo que acaba pasando, que alguien se hace daño (que suele ser el verraco, pero a veces también un mono sin pelo). Ésto -normalmente- no es culpa de los científicos o de los ingenieros, porque normalmente son otros los que deciden que dividir el átomo se tiene que usar para vaporizar una ciudad en vez de darle agua caliente… Y sí, éste va a ser uno de esos posts que M’Rabo nunca escribiría, pero es que M’Rabo solo quiere muerte y destrucción y yo quiero salvar a la humanidad. Complejo de mesías lo llaman, pero me resigno siempre a que no me hagan ni caso.

Un día todo iba bien y al dia siguiente todo estaba mal, pero no me acuerdo de cuando fue porque estaba demasiado ocupado con mis cosas.

Que conste que el párrafo anterior lo he interrumpido porque si no la entradilla me quedaría demasiado larga, pero no he contado en ella ni la mitad de lo que me hubiera gustado, así que por favor parad quietos y seguid leyendo; la cosa es que de un tiempo a esta parte oigo constantemente a gente que echa pestes de redes sociales en particular e internet en general, pese a que yo sigo diciendo que es lo mejor que nos ha pasado como sociedad desde que a alguien se le ocurrió que igual era mejor escribir las cosas antes que tener que repetirlas como un lorito, evitándonos así tener trescientas versiones distintas de aquella vez que hubo una inundación de cojones y a un aldeano se le ocurrió subir a dos pollos a una barca. Internet es un invento estupendo, pero como decía más arriba la sociedad va detrás de la innovación, y creo que todos estamos de acuerdo en ello. Que narices, puede que el dinero como sistema de repartición de la riqueza sea una idea estupenda -o igual no- pero me está empezando a dar la sensación de que nos han faltado milenios para aprender a usarlo de la forma correcta. Que con esto no estoy poniéndonos a parir a toda la humanidad de aquí hasta Babilonia, simplemente quiero decir que igual que se ha tenido que desarrollar un sistema de alcantarillado para que las ciudades no oliesen a mierda todo el santo día, los filósofos, sociólogos y demás tienen que buscar una forma en la que usar correctamente el último ingenio que nos cambia la vida. Y sí, estoy diciendo que nadie tiene ni la menor idea de como usar internet. Pero no os sintais mal por ello, no pasa nada, ninguno hemos nacido sabiendo y el que lo niegue, miente.

Solo se aprende desde la ignorancia, y el que es incapaz de reconocerla nunca llega a ninguna parte.

Pensadlo los que ya peináis canas y estábais allí cuando se encendió la luz, ¿cómo era la internet de los foros, del irc, de las BBS? Era una ciudad sin ley, absolutamente nadie daba su nombre y apellidos más que algún famosillo o algún tío raro, pero de la noche a la mañana aquello se llenó de personas con apellido y hasta foto, tratando de reafirmar su identidad y exigiendo a los demás que no les llevaran la contraria «tras una máscara», que dieran la cara. Y ahí es cuando internet se jodió del todo, porque pasó de ser una ficción a ser la jodida vida real, a que hubiera fotos de por medio, a que la gente se enamorara y demás; ésto, por supuesto, es una generalización, pero a la hora de la verdad internet pegó un vuelco tremendo de la noche a la mañana y empezamos a ver auténticas campañas de bullying, estafas y demás que tenían consecuencias muy reales, por lo que se acabó legislando y la diversión se fue a hacer puñetas; de repente que un desconocido que no te importa ni en lo más mínimo te dijera que tu madre tenía que haberte abortado con una botella de lejía era algo «real». Los foros de trolleo puro y duro se convirtieron en puntos de encuentro de neonazis en los que esparcían su basura y planeaban formas de masacrar escolares en EEUU, ¿qué puñetas había pasado?

¿Es que nos habíamos quedado tan atrasados como el anime de X-Men de Warren Ellis?

No lo sé, no tengo ni puñetera idea. Pero paralelamente a todo esto, al mal, otra cosa empezó a pasar. Multitud de chavales que no se conocían de nada empezaron a conocerse, a socializar entre ellos, a darse cuenta de que lo que a ellos les hacía sentirse diferentes le pasaba a más gente. Ya no hacía falta irse a un sitio al que tu madre jamás te hubiera dejado ir para descubrir esa realidad, en veinte años la sociedad empezó a dar pasos agigantados a la hora de integrar a minorias, a reconocer su existencia y reconocer que no eran una pandilla de locos o degenerados, que su forma de ser era completamente legítima y eran los demás los que tenían que aprender a aceptarlos… Pero muchos no cogieron el mensaje. Muchos estaban ocupados en otra cosa como las carreras de caballos en la India y se pasaron años sin enterarse de que el mundo estaba cambiando a su alrededor, seguían haciendo sus chistes de negros y lesbianas, ji ji, ja ja, y de la noche a la mañana se encontraron que estaban como siempre contando su chiste buenísimo de la negra lesbiana que siempre funciona, se rieron y… A nadie le hizo gracia. Y se fueron a casa enfadados, ¿es que ya no puede uno reirse de nada? ¿Qué pasa aquí? ¿Qué ha pasado con mi libertad de expresión?

¿Cuándo ésto dejó de tener gracia?

Pues lo mismo que pasó en 1945 cuando se descubrieron los campos de concentración y los chistes de judios vendiendo a sus hijos pasaron de moda entre la gente civilizada, nos dimos cuenta de que aquello estaba mal y poco a poco sin darnos cuenta dejamos de utilizar la expresión «hacer una judiada» como sinónimo de hacer una maldad. El cambio no fue rápido ni mucho menos, pero claro, los judios estaban lejos -alguien los había expulsado hace 500 años- y tampoco había prisa para dejar de ser un cabrón con los judios. Pero aquello fue cambiando, sí, y la sociedad mejoró, igual que poco a poco en los 80 pusimos a Almodovar y Locomía en un trono a pesar de que, no sé, igual no eran muy heterosexuales. Que narices, en aquel momento ni siquiera conocíamos la palabra heterosexual, solo conocíamos la de homosexual y la relacionábamos con el SIDA, pero unos quince años después estaban casándose entre ellos y los chistes de mariquitas empezaron a dejar de tener gracia igual que el sketch de «mi marido me pega» de Martes y 13. Aprendimos, espabilamos, mejoramos. Nos llevó mucho tiempo, demasiado tiempo, pero lo hicimos. Pero no todos, por supuesto, porque algunos estaban mirando sus carreras de caballos o leyendo cómics de Batman y un día levantaron la vista del papel y descubrieron eso, que su libertad de expresión estaba completamente mermada y eso.

¿Cuándo dejamos de decir la palabra «bujarra» con una sonrisita en los labios? ¿Qué pasó?

Y se enfadaron, y se preguntaron, ¿por qué me atacan? Porque esto era un ataque a ellos, no es que hubieran estado en la inopia todo este tiempo no, porque de repente Tim Drake era medio mariquilla, ¿cómo carajo es eso posible? ¡Si el es muy macho, se follaba a Spoiler! ¡Ésto lo hacen por joderme a mí! Y ya que estamos, ¿por qué carajo de repente el culo de Nightwing está por todas partes? ¿Porque ya no puedo ver nunca el de Starfire? ¿Qué hace el hijo de Superman besándose con un señor de pelo rosa? ¿Que puñetas pasa aquí? ¿Por que las cosas no cambian? Ay Anakin, no se pueden detener los cambios, igual que no se pueden parar la puesta de los soles. El cambio va a venir te guste a o no, porque en el mundo vive más gente que tú y que yo. Y puede que prefiriéramos a Peter Parker casado, o que pensemos que el matrimonio fue una estupidez desde un principio, que Christopher Priest fue el principio del fin de Spiderman o que la mejor novia de Spiderman era Gwen Stacy, ¿por qué tenía que morir?

Aunque bien pensado Anakin no es el mejor ejemplo, porque si se hubiera quedado en su casa con su madre todo habría ido bastante mejor.

Hay gente en este mundo que no conoce a nadie que no sea de su misma nacionalidad, etnia y religión. Gente que no se relaciona con gente de distinta identidad a ellos mismos -que ellos sepan- y que creen que todo está bien, y que todo está bien porque ellos son así y los demás también, que si fueran distintos estaría mal porque ellos tendrían que hacer un esfuerzo para entenderlos. Y cuando ven a dos señoras besándose en una escena de una película, les parece que es «inclusión forzada». Les importa una mierda que sean un matrimonio, creen que no debería salir en una película una señora besando a otra si la película no es exclusivamente sobre señoras que besan a otras señoras -para que así puedan pasar de ver la película, por supuesto- porque joder, en su mundo no hay señoras que besen a otras señoras. Que ellos sepan, en Latveria no hay mutantes, usted me entiende. Y entonces, cuando se asoman a internet -recordemos que el invento va muy por delante de la sociedad, sí- hablan como si todo el mundo fuera como ellos, y se quejan de la inclusividad forzada, pese a que al otro lado del teclado haya una lesbiana trans de filipinas que se caga en todos sus muertos pasados y futuros, porque ella ha pasado lo que ha pasado y está hasta el moño de aguantar mierdas. Y se pegan, y así es como internet es un patatal de gente (y bots nazis) pegándose.

Ésto es un montaje de Brainstomping completamente real, sí. Canceladísimos.

Inclusividad forzosa. Cultura de la cancelación. Ideología de género. Orgullo abecedario. Corrección política. No os engañéis, detrás de la gente que usa estas expresiones hay un aficionado a la hípica que no se molestó en levantar la vista de los resultados de las carreras, de un lector de la Patrulla X que siempre pensó que Tormenta era lector de Proust como él, de alguien que quiere seguir siendo un granjero de humedad en Tatooine. Pronto se unen con otros retentivos anales como ellos -el ser humano es un animal gregario- y se montan sus círculos en los que podrán seguir contando el chiste de la negra lesbiana y les rían la gracia, compartiendo memes en los que los malos -los de la cultura de la cancelación- dicen auténticas burradas, cosificando «al enemigo» y considerándolo una unidad, sin pararse a pensar que igual tanto un bando como el otro pueda estar lleno de gilipollas, y que es más fácil fijarse solo en las tonterías del otro, en que Bendis no tiene ni puta idea de inclusividad o que Aaron los debates feministas le salen fatal, ignorando muy oportuna e interesadamente que algunos de los puntos planteados por ambos eran completamente legítimos, y que las chavalas disfrazadas de Thor o los Spidermanes negros han hecho mejor el mundo.

Y aunque el Miles de Bendis me resultara insoportable, de aquello salió algo bueno.

Pero creedme, por mucho que haya gilipollas en ambos bandos, el que es reaccionario, el que quiere que todo siga como estaba o más bien como él percibía que estaba, el que con toda la buena voluntad cree que la felicidad de los demás estriba en que todos sean exactamente iguales a él, es el que se equivoca. Entendedme, a mí me encantaría que Claremont siguiera escribiendo la Patrulla X, que Giffen y DeMatteis siguieran escribiendo la Liga de la Justicia y que Roger Stern estuviera en Doctor Extraño o Vengadores, pero hubo un momento en el que todos -menos Claremont- tuvieron que pasar página. Que tenemos que reconocer que, si se hubieran quedado durante estos treinta años, probablemente la cosa habría degenerado -menos con Claremont, maldita sea- y que le tendríamos el mismo cariño a esas etapas que al Thor de Jason Aaron, que empezó bien y se acabó echando a perder.

¡A más gente se le tenía que aparecer Deathlok en internet!

Ser de los buenos es difícil, exige pensar, empatizar y no caer en trampas maniqueistas, ser consciente de que tus actos pueden perjudicar a los demás, reconocerte idiota y tratar constantemente de actuar en consecuencia. Vamos, que da mucho trabajo. Ahora mismo el mundo se ha llenado de siglas de colores y hasta hay gente tratando de cambiar hasta los sufijos más básicos de nuestro idioma para intentar que alguien no se sienta como un ser invisible apartado de la sociedad, y puede que tengan toda la razón del mundo, y nosotros seamos demasiado vagos y cabrones como para molestarnos en hacer el esfuerzo en atrevernos a hablar distinto; ¿podría Brainstomping funcionar igual si yo empezara a hablaros de «les lectores»? ¿Y si hablara de lectores y lectoras (que sois pocas, lo sé, y no veáis como os lo agradezco, porque si esto fuera un camponabos me haría sentir como «un entusiasta de la hípica»)? Sí, me hago muchas preguntas.

 

Que no nos engañemos, todos conocemos a alguien que considera que Don Draper es un héroe y lo hizo todo bien.

 

A estas alturas ya os habréis dado cuenta, pero no dejo de cuestionarme cosas. La base de Brainstomping es verbalizar las cosas que nos pasan por la cabeza, y para ser un tipo tan reservado -que lo soy- a veces me fascina lo íntimo que me pongo en textos como este, cuando me habría resultado muchísimo más fácil volver a escribir sobre Obi-Wan Kenobi -y habría tenido más visitas y gente que llegara al final del artículo, para que negarlo-. Y por eso, damas, caballeros y gente que no se identifique en niguno de esos dos grupos, la nostalgia es una mierda y lo que hay que hacer es mirar para delante, no como M’Rabo que es un retentivo anal que lo flipas, ea.

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