Pues nada, fin de fiesta y Krakoa sin arder. Es triste que a mis años me ilusione como un niño por algo que sabía que no se iba a dar -Hickman está dándose un descanso para destrozar a Spiderman o así, aunque ya me diréis que es lo que va a hacer el guionista más incapaz de escribir personajes que hablan como seres humanos con el personaje más humano de la editorial- pero supongo que es la única forma en la que podía soportar este «final de ciclo» de la saga Krakoana. Pero no seamos tan gruñones, que dentro de todo esto Inferno tiene cosas con las que entretenerse, empezando por Nimrod y su sidekick…
Porque el último número empieza con Magneto y Xavier encañonado por un pelotón de Orchis que la Centinela Omega (¡que le busquen un nombre decente ya, por Trask!) y Nimrod proceden a cargarse sin el menor miramiento porque «en realidad odian tanto a los humanos como a los mutantes». Jajejijoju, que malo soy, y tal. Algo tiene que fallar de verdad cuando para demostrar que tus villanos son más malos que tus héroes tienen que recurrir a cosas como esta, pero bueno, supongo que a largo plazo una de las ideas de Hickman era la de que los mutantes y los humanos se unieran contra las IAs por el enemigo común, una idea un tanto sobada y cuyo paradigma es el final de Watchmen, ese mismo final que treinta y cinco años antes del covid ya dejó claro que un cuerno la humanidad se va a unir contra una amenaza común, siempre hará un sálvese quién pueda y siempre habrá algún idiota protestando porque aplastan su derecho a ir a bañarse en la piscina de Chernobil, y otro más idiota todavía que defienda el derecho de ese idiota a bañarse en Chernobil a pesar de que eso conlleve abrir el sarcófago de la estación e irradiar medio planeta. Jesús.
Sí, estoy divagando, pero es que la escena no tiene más cera que la que arde, desde un primer momento sabemos que Magneto y Xavier van a morir y resucitar -Hickman hizo otra vez eso de ponerte una escena del final en el primer número- y ninguno de los dos va a recordar nada de lo que ha pasado. Pero claro, nos quedaba la esperanza de lo que pudieramos descubrir nosotros y la pareja cibernética, pero aquí Hickman se limita a meternos una pelea de relleno sacada del señor Smith de Matrix, con la máquina detestando al humano -ojalá Hickman hubiera estado lo suficientemente espabilado para que las máquinas llamaran humanos también a los mutantes, porque para ellos no debería haber diferencia alguna- y considerándolo un parásito en la creación cuya finalidad -crearlos a ellos- ya estaba cumplida.
Da la sensación de que la escena es un relleno alargado para cumplir el expediente, lo cual cuadraría con las declaraciones de Hickman que circulan por ahí de que tuvo que cargarse toda una subtrama de Pícara cabreada por el puteo a sus madres y siendo la que enciende la mecha de toda la miniserie, lo cual no llegó a hacer porque según dice el propio Hickman le habría llevado demasiado espacio; vamos, que para cuando escribió la miniserie en sí el cuerpo le debía estar pidiendo otra cosa -no es la primera vez ni será la última que a Hickman se le acaba «el entusiasmo» por la historia que está escribiendo y la deja mal rematada o a medias- y así es como tenemos que el último número acaba siendo tan simplón, con medio cómic de Xavier y Magneto rompiendo cosas mientras tratan desesperadamente de escapar con el conocimiento del paradero de Moira; pero como decíamos todo es inútil, porque fracasan y acaban resucitando unos cuantos días después en Krakoa, que por lo visto debe tener la lista de espera llena después de que la loca de la magia imaginaria resucitara hasta a Ave de Trueno. Pero vamos con la chicha, lo que realmente importa, el show de Raven e Irene…
Porque Mística y Destino llevan un cabreo fino después de que Emma Frost (que se enteró a través del idiota de Xavier) les contara todo el pastel de Moira McTaggert y cómo ella era la culpable de todos sus males. Ella les viene a decir que no pueden matarla, porque el hacerlo solo la mandaría a su siguiente reencarnación y todo seguiría igual, lo que hace que me pregunte si Hickman realmente cree que cada vez que Moira muere se resetea toda la línea temporal y punto, que el resto de la línea en cuestión no sigue viviendo su propia vida; ¿quiere esto decir que su fantabulosísima Secret Wars nunca existió, que cuando el multiverso se fue a hacer puñetas hace unos años, todo podría haberse evitado matando a Moira? Teniendo en cuenta que Xavier -que es idiota, sí- era miembro de los Illuminati, ¿no podría haberles avisado de que podían haber matado a Moira en vez a de tierras paralelas enteras? Que sí, que Xavier estaba muerto en aquel momento, pero todo esto supuestamente lo sabía desde mucho antes de Avengers VS X-Men y todo aquello. En fin, yo que sé, igual el idiota sigo siendo yo por seguir buscándole el sentido a todo esto…
La cuestión es que la buena de Raven usa la pistola de Forja y le quita los poderes a Moira, convirtiéndola otra vez en la simple humana que siempre debió de ser (de ahí la tumba de la portada, «jaja te hemos engañado y blablabla») y así poder matarla sin acabar con la línea temporal krakoana, momento en el que a mí se me pone cara de Ewan McGregor y empiezo a gritar desesperado «YOU WERE THE CHOSEN ONE!! TÚ TENÍAS QUE DESTRUIR KRAKOA, NO SALVARLA!!!» pero si a Hickman le importan un rábano los sentimientos de sus personajes, los míos menos todavía. Y da igual que sepamos que los efectos de la pistola no son ni mucho menos permanentes -si no que se lo digan a Tormenta- porque al final la idea es matarla ya. Pero como tienen prisa, se quedan de charleta y así es como Moira les acaba contando otra vez lo de que todos los futuros posibles salen mal y que su verdadero sueño es el de erradicar a todos los mutantes desde antes de su nacimiento, para que no nazcan más mutantes y que no haya guerra entre humanos, ni con máquinas ni mierdas. Que se encarguen los Vengadores, que esto no deja de ser un Avengers World, cojona ya.
Y claro, eso a las dos terroristas de la Hermandad de Mutantes Diabólicos les parece mal. Que puede que en su día ellas mismas acabaran trabajando para el gobierno de EEUU y haciendo el trabajo sucio de cualquiera que les pasaba por delante, pero eso de hacer que los mutantes no se conviertan en sapos horrendos durante la adolescencia o que se pasen el resto de su vida sin ser capaces de tocar a nadie más sin matarlo es algo la mar de necesario y que está por encima de cualquier consideración. Y ya iban ya las dos a matar a Moira cuando… Aparece Doug Ramsey. A ver, aquí hay miga; a Hickman se le ve que es fan de Claremont y por extensión de los Nuevos Mutantes, pero si algo hemos aprendido leyendo a Tom DeFalco es que el ser fan de algo no te hace precisamente ser capaz de escribirlo. Doug Ramsey, aunque a algunos les sorprenda, no deja de ser uno de los primeros mutantes que murió en combate (olvidándonos de eventos puntuales como Secret Wars yo diría que fue el quinto, si no me fallan las cuentas) así que es curioso eso de verlo en mitad de esta vorágine de muerte y resurrección, sobre todo si tenemos en cuenta que su muerte fue al cien por cien un fracaso de Magneto y una irresponsabilidad de Xavier (que por supuesto sigue siendo idiota, sí). Y todo esto sin olvidarnos de que Doug conoce personalmente a Moira, porque en su etapa en el grupo estuvo varias veces en la Isla Muir y ella no deja de ser la madre adoptiva de una de sus compañeras de grupo, Rahne Sinclair aka Wolfsbane (no pongo la traducción porque los del otro lado del charco igual decís alguna crueldad, canallas).
Esto que cito yo como fan irredento del trío Kitty, Illyana y Doug es algo que a Hickman, como no, se la trae al pairo. Porque como no me cansaré de repetir, él odia a la humanidad y las relaciones humanas, por lo que lo único que le importa es que Doug, Warlock y Krakoa ya habían descubierto todo el pastel en el número anterior y, al tener a Warlock -ojo, es un mutante tecnorgánico, por ahí debe de ir el final de la krakoada que Hickman tenía pensado- extendiendo sus tentáculos tecnorgánicos por toda la isla, ha estado enterado de todo el pastel desde el minuto uno y por fin se ha decidido actuar. Y lo que hace es evitar que Mística mate a Moira -porque al final la ley principal de Krakoa es que un mutante no puede matar a un humano, pobrecito el humano que no puede resucitar porque a ellos no les da la gana- permitiéndole escapar con un brazo tecnorgánico por cortesía de Warlock (que no sé vosotros, pero yo estaba convencido de que eso es un virus que te va comiendo poco a poco y que por eso Cable tenía siempre tan malas pulgas, porque se pasa el día usando sus poderes para pelear contra el virus y blablabla).
El cómic -y la primera etapa de Hickman- termina días después con Xavier y Magneto resucitando y descubriendo que Emma Frost le ha contado todo lo de Moira al resto del Consejo, con lo que ahora tienen a todos ellos enfadados pero aun así no piensan contárselo al resto de la población de Krakoa porque son unos hipócritas de mierda. Aun así, ésto es lo que dará pie con toda seguridad a la siguiente etapa de la serie, Immortal X-Men, esa serie ya anunciada con un guionista bastante competente llamado Kieron Gillen que girará en torno a las conspiraciones y puñaladas traperas del consejo de marras, con lo que habrá que ver que es lo que hace un ser humano escribiendo a la cuadrilla inhumana esta. Y ya está, se acabó, no hay más Inferno.
La primera conclusión que saco en todo esto es reafirmarme en la idea de que un Inferno sin Nueva York llena de demonios y Madelyne Pryor semidesnuda y sacrificando bebés en lo alto del Empire State no tiene gracia. Aun con toda la mierda que se le pueda echar al Inferno original, absolutamente todo en aquel crossover era mejor que esto que hemos leído, y aun así esta miniserie ha sido tremendamente más divertida que cualquier cosa que hayamos leído desde HoX/PoX (exceptuando aquel annual de Alan Davis, que Alan Davis es mucho Alan Davis). Y, a falta de que Krakoa ardiera de verdad, hay que reconocer que probablemente lo mejor de la miniserie hayan sido las puñaladas traperas del consejo, con lo que nos queda un margen de optimismo para el futuro ahora que alguien que sabe escribir a seres humanos como personas y no como máquinas de soltar discursos va a estar al otro lado de cada página. En fin, que bueno, que yo me he entretenido con la tontería y le reconozco a Hickman que en todo lo demás es un escritor bastante bueno, pero su escuela de pensamiento es diametralmente contraria a lo que me atrajo de los mutantes; el día a día de un grupo de gente que iba creciendo y evolucionando en un mundo en constante cambio. Y eso, en la Krakoa de los cambios entre viñetas y el pasarnos dos años igual sin que nada cambie realmente, no me lo han dado ni por asomo.