Aquella fue una mañana como cualquier otra cuando vives en la calle: una borrasca canadiense se había juntado con una masa de humedad del caribe (a mí no me preguntes, no soy metereólogo) y hacía un tiempo de perros, por lo que Diógenes había vuelto a encerrarse en su fortaleza de cartón y tupperware «anticovid» -si te acercas a menos de dos metros te apedreo- y disfrutaba enérgicamente de un omnibus del Alpha Flight de Scott Lobdell mientras mascullaba frases como «crimen contra la humanidad», «a éste le tenía que mandar al espacio el Jeff Bezos y no al Capitán Kirk, ¡pero para que no volviera ninguno de los dos!» y demás lindezas. Y en esto que estaba disfrutando de su inmundicia, cuando apareció M’Rabo con una niña de dos años en brazos.
-Se llama M’Rabita siguiendo la tradición de mi pueblo, pero puedes llamarla Tita.
A Diógenes ni le interesaba lo que hiciera M’Rabo en general ni su vida familiar en particular, pero el que apareciera con una niña de 2 años en brazos era algo preocupante; que no era por dudar de la palabra del desgraciado -que también- pero veía bastante complicado que un monstruo grotesco como él llegara a engendrar una tierna criatura, sobre todo teniendo en cuenta que era negra como el carbón.
-M’Rabo, ¿de dónde has sacado a esa pobre niña y sobre todo, cómo sabes que es una niña?
-Ya te digo que es mi hija. Y lo sé porque eso un padre lo sabe.
-Ya estás devolviendo la niña esa a sus padres o te quemo tus tebeos de niños abrazándose, que yo no quiero líos.
Y esto lo decía desde lo más profundo de su corazón, porque aquella niña apestaba a policías apareciendo por todas partes, cámaras de televisión y periodistas relamiendose ante titulares como «los mendigos roban niños» «indigentes infanticidas» y demás, y él ya había tenido bastante en los 90 cuando dijeron que el Final Fantasy incitaba a la violencia y no a la virginidad vitalicia.
-Que no, que es mi hija. Que tengo los papeles.
Los papeles eran un ticket del carrefur arrugado en el que M’Rabo había escrito a boli «Por autoridad de los Green Lantern Corps de Oa y los Caballeros del Espacio de Galador y La Legion de Superheroes declaramos que M’Rabo es el padre de M’Rabita y por tanto forzamos a Diogenes Pantarujez a otorgarle una pensión vitalicia de ochocientos euros a la semana porque es rico y agarrado.»
-Ésto lo has escrito tú.
-¡Que va! ¿Qué te puede hacer pensar eso?
-No lleva una sola tilde.
Pero ni por esas, M’Rabo seguía sin devolver la niña, que misteriosamente seguía dormida a pesar de que el desgraciado no hacia otra cosa que no fuera zarandearla, tirarle tebeos de Shang Chi encima y decirle que ella era la elegida, que tenía el destino de Galador en sus manos y que cuando él ya no estuviera ella tendría que liberar a la humanidad del yugo de Diógenes. Y por supuesto -¡cómo no!- la alimentaba de la forma más saludable posible, con Pringles y margarina.
-Que hoy no habia mantequilla hoy en el contenedor, ¡si es que no entiendo como la gente no sale a la calle a quemar cosas!
-¿Tú estás seguro de que la niña esa está viva?
-No digas burradas, ¡claro que está viva! Si no hay más que mirarla, rebosa de vida. Cógela, cógela…
-¡Ni muerto me acerco yo a eso, que lo has tocado tú!
-Pues está viva, te lo digo yo que ahora mismo la voy a enseñar a robar carteras.
-Haz lo que te de la gana pero aléjate de mi, que paso de acabar contigo en el calabozo.
-¡Pero que es mi hija!
-¿Y dónde está su madre?
-No hay madre, la he creado yo por los midiclorianos.
-Con la panza que tienes me creo que hayas estado embarazado, pero me da que sigo sin creérmelo.
Y así terminó la conversación, porque Diógenes tenía que ir a «la biblioteca» para buscar documentación para un post y claro, no tenía tiempo para tantas tonterías. M’Rabo podía ser tonto de cojones y tener los modales de un orangután con hemorroides, pero a la hora de la verdad llevarle la contraria no servía de nada más que para reafirmarlo en su locura, con lo que lo mejor era dejarlo estar y esperar a que para cuando volviera lo hubiera detenido la policía y se hubieran llevado ya a la niña de los cojones. Además, él tenía mejores cosas en las que pensar, como cómo forzar la ventana con rejas del friki que moraba en la «biblioteca»…
Que a ver, ésto es un secreto entre nosotros y yo que hasta ahora jamás se había revelado, pero como comprenderéis las posesiones de Diógenes debajo de un puente no eran muchas, por lo que todos sus tebeos se los había dejado en depósito a un fulano que los tenía guardados en un sótano en bolsitas acid free con sello de metacrilato y certificación del Overstreet Grading Guide ese que eran un engorro para reventar porque claro, para leer cada tebeo tenías que coger las tijeras y reventar la tumba de metacrilato, por lo que una de las más preciadas posesiones de Diógenes era una sierra de calar con la que era capaz de liberar varios tebeos de una sentada.
-Y esto que tenemos aquí es un Uncanny X-Men 171, un hito mutante en el que Rogue se une al grupo por primera vez con una calificación de -ruido de sirenas- 9.8, eso es un Near Mint -levantó mucho las cejas delante de la cámara- y desde luego no llega a alcanzar el valor del 169 que hemos enseñado antes, pero estoy convencido de que en cuando Rogue aparezca en el MCU se revalorizará considerablemente y…
Menudo gilipollas el youtuber de los cojones, escondiendo tebeos que debería de disfrutar todo el mundo. El hijoputa tenía toda la etapa de Claremont repetida tres o cuatro veces, y la de Lobdell catorce, ¡CATORCE! Eso le sacaba de quicio a Diógenes más que nada en el mundo, incluso más todavía que en aquel mausoleo de tebeos envasados al vacio hubiera figuritas por todas partes que no hacian otra cosa que temblequear cada vez que sacaba una caja de tebeos de su estantería.
>>Su puta madre el tonto este -pensó Diógenes- ¡ya podía este cabrón esforzarse más en ordenar sus tebeos que en colocar el máximo de figuritas en el mínimo espacio! ¿Que cojones es esto que se me ha clavado en el brazo? ¿UN CABLE? ¿ULTRA RARE NEW MUTANTS ROB LIEFELD ANNIVERSARY? ¡A la mierda con ello!
Y lo tiró al suelo asqueado, y la figurita se hizo añicos, y normalmente tampoco habría pasado nada, porque el youtuber gilipollas -valga la redundancia- solía estar demasiado ocupado con sus cascos y su musiquita tecnochorra como para darse cuenta de que pasaba algo a su alrededor, pero justo en ese momento acababa de cerrar su stream para atender unas dificultades técnicas -se le había agotado la batería de sus cascos plagados de luces de gamer- y claro, algo oyó. Y se levantó como una culebra gigante y dijo algo así como:
—¡Bien, ladrón! Te huelo y te siento. Oigo cómo respiras. ¡Vamos! ¡Sírvete de nuevo, hay mucho y de sobra!
Me cago en su puta calavera, ¿qué clase de friki era ese tipo? Diógenes se mantuvo completamente quieto en su esquina, sin mover un músculo. El youtuber caminó lentamente por aquel mercado de tebeos esclavizados, arrastrando los pies mientras chasqueaba la lengua de forma desagradable y soltaba frases en un spanglish horrendo. Cualquier ser mínimamente racional habría preferido quedarse en su sitio agazapado y habría esperado a que el mamarracho aquel pensara que la caída de aquel Cable al suelo había sido accidental. Yo que sé, todos los streamers tienen gato, ¿no? Pero Diógenes otra cosa no, pero quedarse quieto y calladito no se le daba nada bien. En absoluto. Pero para nada:
-No he venido a robar, soy fan tuyo. No me podía creer que vivías aquí.
-Ah, ¿lo crees ahora?
-Tus videos enseñando tu colección se quedan cortos -Diógenes empezó a moverse discretamente hacia la ventana- ¡Es tienes una colección ÉPICA!
-Tienes buenos modales para un ladrón y un mentiroso, ¿quién eres y de dónde vienes?
-Vengo de… ¡Del Fotolog!
-¿El Fotoqué? ¿Qué es eso?
Mierda, ¿cómo se llama esa mierda que hacen los niños modernos en internet? ¿Tuenti? ¿Livejournal? ¿Messenger?
-¿No te referirás al TikTok? ¿Querías grabar un Tiktok? ¿Es un challenge?
-¡Éso, éso, es un Challenger! ¡Pero sin explotar ni nada de eso!
-Ahora lo entiendo, claro, perdóname porque estoy un poco desconectado de los últimos challenges, ¡son tantos!
El mamarracho se había colocado justo delante de la ventana, pero estaba tan emperrado en encontrar a su interlocutor que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba reventada:
-¿Y en que consiste este challenge? ¿En grabar un video dentro de la casa de tu streamer favorito?
-Sí, sí, claro, pero sin que él se de cuenta.
-¡Oh, que fail! Bueno, easy man, -el streamer siguió andando, cada vez más cerca de Diógenes- siempre podemos fakear como que no me he dado cuenta y tu puedes seguir grabándolo. Eso sí, tendrás que decir que estás grabando el video en Andorra, que luego no quiero issues.
-Por supuesto, por supuesto.
Ni puta idea de lo que había dicho pero el cabrón estaba justo delante suyo, ni sabía como no le había visto ya.
-Pero antes quiero que me des la url de tu canal.
-Uh… Sí, eh…. Tiktok eeeh… Challenger86 patapunparriba.
-¿Arroba Challenge86 guion bajo patapunparriba?
-Sí, eso.
-¿Un poco largo, no? ¡Vas a necesitar algunos consejos de branding! Un momento, aquí no aparece ningún…
Diógenes no pudo más y saltó corriendo hacia la ventana, huyendo de aquel mamarracho cual Wally West que se cruza con Dan DiDio. El streamer ni siquiera intentó detenerlo, se limitó a levantar su teléfono y a empezar a grabar su huida:
-Amazing Marvifans, acabo de sufrir un asalto tiktoker, ¡hay challenges muy peligrosos!
Una vez estuvo a tres bloques de distancia del mamarracho ese, Diógenes se dió cuenta de que la cosa no podía quedarse así; primero, aquel tarado estaba secuestrando tebeos para especular con ellos, cosa que le parecía horrible y lo peor que se puede hacer en esta vida y en la siguiente y segundo y más importante, ¡podía acusarlo de un delito! ¡Llamar a la policía, mandarlo la cárcel, a ese sitio horrible donde no te llegan los cómics de la semana!
Es en esos momentos, cuando todas las opciones racionales se vuelven ya inviables, cuando te das cuenta de que solo te queda rendirte o hacer una estupidez. Rendirse no iba con él, así que…
M’Rabo tendría que hacer algo.