Ya ha llegado la cosa en Inferno a un nivel que uno ya no sabe ni que pensar, porque nos empiezan a hablar de movidas mientras lo único que queremos es ver a Irene y Raven quemándolo todo. Y que no lo queman oye, ¡estoy que no te reconozco Johnny! ¿Estamos hablando del mismo Jonathan Hickman que se cargaba universos a diestra y siniestra en Vengadores? ¿Cuánto te puede costar quemar una sola isla?
Pues no, ahí sigue Krakoa. Y mira que nos cuentan que los muchachos de Orchis, esa gente tan maja y simpática dispuesta a echar un cable en todo -sí, sí, ya lo sé, esa organización es una aberración en toda regla y blablabla, pero ya hemos pasado esa fase tras el quinto cubata, el planteamiento nos da igual- capturan a Moira McTaggert y tienen la desafortunada idea de llevársela a una base por ahi perdida en vez de a la Orchis Forge esa, que es un sitio mucho más cómodo. Y digo más cómodo no porque le vaya a resultar más agradable a Moira, si no porque pilla mucho más cerca del sol y oye, si toca librarse de ella no tienes ni que darle la patadita, abres las ventanas y mutante a la parrilla sin ningúna molestia. Pero que nada, que se la llevan a una instalación a la que Magneto puede ir a saludar sin sufrir un aneurisma…
Que ojocuidao, antes de eso y mediante una conversación con Magneto, Hickman se molesta en dejarnos claro que Charles Xavier no quiere sojuzgar a la humanidad y conquistarlos y tal no, si no que ha convencido a Magneto de que cuando ganen serán «misericordiosos». Vamos, que da por hecho que va a haber una guerra -aunque supongo que él no la empezará, nooooooooo, porque lo de atacar Orchis todos los días impares del año es solo «autodefensa»- y jura y perjura que será un tirano benévolo. Y dicho lo de tirano sin ninguna acritud, si él decidió montar una oligarquía para dirigir Krakoa, doy por hecho que hará lo mismo con el resto de la humanidad en cuanto pueda. Sin embargo y aunque Magneto no parece tener ningún problema con todo eso, lo que le preocupa es que pierdan la guerra. Porque sabe que los mutantes siempre pierden, y por eso más allá de la vocecilla en la cabeza que les dice que esto no acabará nunca y que ellos acabarán mal pase lo que pase, Xavier y Magneto siguen huyendo hacia delante y hundiéndose más en el fango; acto seguido Karima Shapandar -la Omega Sentinel, algo un pelín redundante teniendo a Nimrod al lado- nos viene a revelar que a los chavales de Orchis les pasa exactamente lo mismo pero a la inversa, que saben que la cosa acaba siempre con ellos perdiendo. En fin, que son unos agonías los dos, vamos con Moira que es lo importante…
Para cuando Magneto y Xavier van corriendo a rescatar a Moira -porque tienen que ir ellos solos, que Moira es un secreto- se encuentran compuestos y sin Moira, porque Mística y Destino han llegado antes y, aparte de masacrar a todo el personal de la base, se han llevado ya a Moira, dejando a Xavier y Magnetos al final del número plantados delante de un batallón de Orchis capitaneado por unos recién teleportados Nimrod y Omega Sentinel. Teniendo en cuenta que Nimrod lleva meses entrenándose a base de liquidar a los mutantes más peligrosos de Krakoa una y otra vez, la cosa pinta un tanto fea para estos dos, sobre todo teniendo en cuenta que el material promocional de la nueva serie de X-Men (maldito marketing, siempre spoileandolo todo) muestra a uno de los dos sentado en la mesa del consejo y del otro solo deja el casco, por no hablar de que justo al lado se ve una personificación de la muerte con guadaña y todo. Pero de eso ya hablaremos en el último párrafo, que hay tiempo.
Por otra parte tenemos que sí, que el Profesor Xavier es un idiota y el revelarle a Emma Frost todo el pastel de Moira no fue la mejor de las decisiones. Emma está un tanto picada por haber sido engañada durante tanto tiempo, y su ego le exige conspirar lo antes posible, por lo que llama a Mística y Destino y les revela la parte del puzzle que les falta: Moira existe, ellas la mataron en otra vida y por eso han estado saboteando todos los intentos de resucitar a Destino. Lo normal habría sido que una Reina Blanca despechada habría ido a por la gasolina para quemar la isla de una vez, pero como sigue enfurruñada y su ego está demasiado herido, se niega a colaborar de forma directa con Raven e Irene -repito, que majas son estas muchachas- y se limita a decirles donde pueden comprar gasolina con un 20% de descuento. Y para allá que van las dos…
Mientras tanto -aunque en realidad es el arranque del cómic, pero prefiero dejarme lo mejor para el final- tenemos una revelación de lo más interesante sobre el más insignificante de los mutantes; Y es que aunque la mayor parte de los fans de la hickmanada parecen haber visto a Doug, nuestro Doug, hablando con Krakoa y haber pensado «mira que guay, habla con los árboles, ¿pero Lobezno es activo o pasivo en el trío con Jean?» otros estábamos con la mosca detrás de la oreja. Y cuando en aquel annual de Alan Davis se reveló que Warlock, nuestro Warlock, había estado todo el rato con el pero se mantenía por allí «en secreto», la mosca empezó a zumbar más que el sentido arácnido de Spiderman. Porque claro, a Hickman se le ve fan de los Nuevos Mutantes, es uno de los pocos autores de hoy en día que parece acordarse -y de hecho lo recuerda en este mismo cómic- que Doug murió bajo la supervisión de Magneto mientras Xavier jugaba a los piratas espaciales y fue coguionista del relanzamiento de Los Nuevos Mutantes en una historia que a priori era completamente insignificante, para más tarde darle más protagonismo a Doug casándolo con una arakkoana casi sin venir a cuento. Lo cual nos lleva al cómic que tenemos entre manos…
En el que nos muestran como Xavier lleva a Doug Ramsey a Krakoa por primera vez para que entable «relaciones diplomáticas» con la isla viviente; que por cierto, sigo sin saber que fue del hijo de Krakoa que servía como felpudo en Wolverine & the X-Men y todavía no me he enterado de como esta Krakoa volvió del espacio con tan buen humor, pero será cosa mía que no me entero de nada o yo que sé. El caso es que Xavier le cuenta a Doug su plan para los mutantes -o una versión caramelizada del mismo, que nos conocemos- y se larga convencido de que Doug el solito podrá encargarse de todo sin que se lo meriende la isla que en su día se merendó dos generaciones de la Patrulla X -sí, dos generaciones, que estoy contando el retconeó marrano aquel de Brubaker por mucho que no quiera acordarme. En cuanto el profesor se larga Warlock asoma y los dos amigos llegan a la conclusión de que, efectivamente, no se pueden fiar de Charles Xavier «en base a la experiencia». Y a ver, que les entiendo, pero eso de «en base a la experiencia»…
No sé exactamente a que se refiere Hickman con todo esto. Porque claro, yo ya estoy haciendo un esfuerzo mental para no gritar «estos personajes no son ellos mismos, los ha controlado mentalmente el Rey Sombra» o algo parecido con lo que llegado a este punto intento recordar que puede haberle molestado tanto de Xavier a Doug y Warlock, pero… Yo que sé, no me acuerdo de nada concreto, así que será exactamente lo que dice Hickman por boca de Doug, que después de tantos años con tantos giros locos uno ya no se puede fiar de nadie. Y da rabia, porque quieras que no estos dos eran dos de los personajes más inocentes de los mutantes, y aunque murieran de forma lamentable, uno por culpa de Louise Simonson y el otro por culpa de Rob Liefeld, la verdad es que… Pues eso, que da rabia. Y eso a pesar de que cuentan con nuestra complicidad al ser los que se montan una red de espionaje secreta dentro de Krakoa capaz de husmear hasta donde la propia isla no llega, siendo capaces de enterarse de todo el fregao de Moira… Y el número que viene (supongo) nos enteraremos de que hacen con ello.
Visto lo visto tiene toda la impresión de que Inferno no va a acabar con Krakoa en llamas, mal que me pese. Sabíamos que el parón hickmaniano iba a resultar que íbamos a pasarnos dos años más en Krakoa estirando el chicle, con lo que desde un principio creo que podíamos dar por hecho que el desenlace de esta miniserie iba a ser poco satisfactorio; parece que nos quedamos sin Moira, sin uno de la pareja Magneto/Xavier -alguien tiene que pagar los platos rotos- y por lo demás todo va a seguir igual, probablemente la población general de la isla sepan «la verdad», pero eso tampoco les va a cambiar la vida; al fin y al cabo son una banda de supremacistas que querían vivir al margen de la humanidad, así que se la pela todo. Y mientras tanto Marvel acaba de anunciar esto, que es la ilustración de la que os hablaba que conllevaba spoiler:
Immortal X-Men a cargo de Kieron Gillen y Lucas Werneck, con salida en marzo del año que viene -no nos toca esperar ni ná- y viniendo a contarnos las desventuras del consejo dirigente de Krakoa en lo que Gillen define como «si Inferno enciende la mecha, ésto es el incendio. Algunos personajes se creen que están en El Ala Oeste de la Casablanca, otros en House of Cards y alguno es consciente de que en realidad están en Veep». Vaya, hay que reconocerle a este hombre que si que sabe como picar mi interés; tengo que decir que la etapa de Gillen en Uncanny fue una de las pocas aprovechables de los últimos treinta años en los mutantes, y confieso que me pica mucho la curiosidad por ver qué es lo que hace ahora con Mister Siniestro; no en vano en su etapa de Uncanny nos contó que se había montado una especie de Imperio Británico subterráneo lleno de clones de Jean Grey, pero lo más interesante de todo y que nadie parece haber tratado es que dicho mundo subterraneo estaba sustentado sobre un «hijo» de Krakoa que fue destruido por los Phoenix Five aquellos de Avengers VS X-Men. Vamos, que no ha terminado Inferno y hay que reconocerle a Marvel que ya me ha picado la curiosidad con lo que pueda hacer Gillen, aunque sepamos que es puro relleno…