Lo hemos dicho más de una vez y lo repetimos sin ningún rubor, aquí somos unos cagaos. Pero unos cagaos de tomo y lomo vaya, por eso por aquí nunca veréis una reseña de una peli de esas «de miedo». Y sin embargo eso nos pasa solo con las películas y con los videojuegos, no con las novelas o con los cómics, o con la mayor parte de las películas de terror anteriores a los 80. Por eso para mí, que me había jugado todos los Resident Evil, Resident Evil 7 fue un fastidio, porque el cabrito daba miedo, acojonaba cosa mala y me lo tuve que perder. Hasta hoy.
Ya, ya sé que lo que está ahora de moda es el trailer de la peli esta, pero yo voy a mi ritmo.
Porque claro, Resident Evil 7 tenía un tramo inicial que se basaba en ponerte a oscuras sin armas y ser perseguido por no sé que adefesios del terror, y eso da mucha cosica. Que a ver, entendedme, yo puedo tragarme la Matanza de Texas o una película de Alien sin despeinarme, pero esto de que me pongan a oscuras con una linterna de mierda y sin poder hacer otra cosa que correr o esconderme, pues como que me cago en Alien Isolation (que ya que estamos, ese juego conseguí soportarlo hasta que me empezó a encabronar eso de tener que estar quieto cada dos por tres esperando a que el Alien se largue, o que apareza en cualquier momento y te coma porque se teleporta detrás tuyo). No nos gusta estar indefensos, no nos gusta sufrir, y hasta los mayores fans de pasarlo mal te reconocen que lo que realmente les gusta es «sobrevivir a la película», esa sensación agradable de que todo ha terminado al final de la película. Y estaba yo ahí, muy contento de poder prescindir de Resident Evil 7, cuando de repente anunciaron Resident Evil 8 y no solo mostró a una vampira enorme que le pone de los nervios a M’Rabo -en serio, es que debe de ser patológico, la odia con una pasión tremenda pese a que ni siquiera se ha molestado en ver un trailer del juego- si no que joder, como buen fan de las películas de terror de la Universal y la Hammer, la ambientación me encantaba.
Ya, ya sé que es un tópico y está la mar de visto, pero la idea esa de llegar a un pueblecito perdido en las montañas o en el bosque y que los lugareños le digan al protagonista que no vaya al castillo, que allí pasan cosas horribles pero que ellos aun así ni se han molestado en mudarse es un tópico que me encanta. La imagen de Simon Belmont delante del castillo de Drácula me vuelve loco, igual que Peter Cushing enfrentado a Christopher Lee o Peter Cushing haciendo experimentos horribles con el primero que se le cruza por delante. Para mí son historias de aventuras, con personajes demasiado solemnes enfrentados a un horror inimaginable que acaban derrotando por lo civil o lo criminal. Y eso, que en Resident Evil 8 te plantan en un pueblo lleno de lugareños supersticiosos, viejas brujas que caminan encorvadas apoyándose en un palo horrible, muñecas demoniacas, vampiras que se transforman en el enjambre de Spiderman y sus Asombrosos Amigos, monstruos lovecraftianos… Tópicos divertidisimos, maldita sea, ¿por qué tengo que ser un cagao? ¡Yo también quiero disfrutar de este juego!
De lo malo malo siempre me hubiera quedado esta opción.
A medida que se acercaba la fecha de lanzamiento, empezaron a llegar mensajes esperanzadores; el productor jefe del juego, Tsuyoshi Kanda, empezó a avisar de que igual se pasaron con el terror del juego original, y que los demás igual quieren jugar. Que iban a bajar el tono con el siguiente, que iba a ser mejor para la salud cardiaca del personal. Pero yo no me lo creía, no me lo podía creer. Me puse a jugar a la mierda esta y empezaron a darme sustos por todo el lado, doblar la siguiente esquina volvía a darme una sensación insoportable… Y entonces me di cuenta de que un cuerno, por fin estaba en el pueblo de la Hammer en el que quería estar, con los lugareños aterrorizados con los que quería hablar. A mí nadie me iba a quitar mi videojuego de la Hammer, ni siquiera el mismo miedo. Pensé en todos los factores que podían perjudicarme; jugar de noche, el sonido, la sensación de indefensión, la incertidumbre… Todos son factores que se pueden eliminar de una u otra forma, ya sea jugando de día, quitando el sonido, haciendo trampas, leyéndote una guía o directamente viendo un gameplay en youtube… Pero yo no quería llegar a tanto; quería escuchar el trabajo de audio de los desarolladores, quería entender esos tramos de «indefensión» y quería entender los puzzles. Así que opté por tragarme el paquete completo, con los cascos puestos y en la oscuridad… Pero usando un arma secreta de la antaño competencia directa de Capcom…
El puto Vampire Killer, así da gusto matar monstruos. Y sí, ya sé que es la versión de Smash Bros, ¡pero es que es muy buena!
Que cojones, si vas a meterte en un pueblo de transilvania lleno de monstruos, lo menos que puedes hacer es llevarte el Vampire Killer, el látigo sagrado de la familia Belmont. Sé un cazador de monstruos con la banda sonora apropiada, que el sonido de Resident Evil suene todo lo fuerte que quiera, el Vampire Killer va a estar puesto en loop hasta el fin de los tiempos. Y hay que reconocerlo, al pueblo inicial con sus hombres lobo casi inmortales y el castillo de las vampiras la música de Castlevania le viene al pelo, más que nada porque las fuentes de inspiración son tan comunes que si te dejaran usar un látigo el juego parece más Castlevania de lo que fueron los Lord of Shadow en su día. Y no debo de ser el único en pensar así, porque alguno ha llegado hasta a hacer esto:
La cuestión es que de repente me ví escapando de Alcina Dimitrescu y avanzando por el juego y me di cuenta de que la vampira aquella no me daba miedo, si no más bien me resultaba un fastidio porque cada dos por tres tenía que pararme quieto a esperar que pasara. Y no sé vosotros, a mí eso de esperar me saca de quicio en un videojuego, como nada estoy mirando el móvil en vez de estar tenso. Para colmo de males pues como que hay reconocerlo, es cierto, el juego es «de menos susto» que su antecesor y desde muy al principio ya empiezas a contar con formas de defenderte, con armas; los conflictos ya no se desarrollan principalmente corriendo en dirección contraria, y la sensación de estar ganándole terreno «a los monstruos» cada vez es mayor. Empiezas a disfrutar el juego por los puzzles, por la ambientación, por el diseño de niveles… Y de repente te das cuenta de que estas en una casa de muñecas del terror, sin armas y sin nada, estás completamente sumergido en la oscuridad de la noche y… Ya no suena Vampire Killer. Te has olvidado de ponerla y te da igual, sigues jugando sin ningún problema. Te has acostumbrado y ya estás más preocupado por resolver puzzles, aprenderte las rutinas de los jefes y demás que por dejar de oir los latidos de tu propio corazón.
Aunque admitámoslo, hacia el final del juego hay tramos en los que Village se convierte en Castlevania vs Doom, con zombies ciborgs en los que vaciar el cargador y de todo.
Y así es como Simon Belmont me enseñó a jugar a Resident Evil Village. Y puede que el juego sea menos terrorífico, pero yo me lo he pasado estupendamente y me ha gustado muchísimo la experiencia, tanto que estoy tan loco como para retomar Resident Evil 7 y tratar de acabármelo. Cierto es que ahora llevo una armadura virtual basada en saber de que va la extraña familia Baker y ya no es lo mismo, pero ha sido una experiencia curiosa eso de cruzar otra vez esos pasillos de la mansión Baker que tanta inquietud me provocaban y darme cuenta de que lo único que me molestaba de verdad era el que el juego insistiera tanto en ponerte a oscuras con la linterna, como si estuviera empeñado en hacerte ver el juego a través de una rendijita, de un agujero. Eso y en mecánicas de hacerte esperar a que se vaya el bicho y esas mierdas, menudo coñazo…