Lo siento, pero me toca volver a hablar de los mutantes actuales. De los mutantes de Hickman y de Krakoa y olvidarnos de los buenos viejos tiempos de Chris Claremont, porque este verano se anunció que Hickman dejaba los mutantes y no, no los deja. Se está tomando un descanso.
Jonathan Hickman no es que haya dejado los mutantes, es que el editor Jordan White y el resto de guionistas que «colaboran» con el han decidido que no quieren seguir con la historia que tenían pensada en un principio. Que de una historia pensada en tres fases, prefieren quedarse en la primera un par de años más, recrearse en ella y todo eso; teniendo en cuenta que el arranque de esta etapa inicial fue con las miniseries House of X/Powers of X que se publicaron en verano de 2019 y desde entonces la historia que planteaban sobre las vidas de Moira (esa revelación de que ella era una mutante que se había reencarnado ya nueve veces) y el terrible secreto que ella guardaba junto a Xavier y Magneto ha estado completamente parada durante todo este tiempo, veo lógico que Jonathan Hickman diga que ya es hora de avanzar a la segunda parte de la trama; es más, yo como lector hace mucho que perdí el interés en todas las pequeñas historias «de relleno» con las que nos han ido bombardeando, desde la patochada de duelos a espada de X of Swords hasta la más reciente Hellfire Gala y la conquista de Marte de la noche a la mañana. Sin embargo, parece que a muchos lectores les ha encantado la idea y viven felices con ella, y claro, ahí nos han jodido a todos…
Porque entendámonos, volvemos a tener el problema de que un gran sector del fandom -y de los guionistas/personal de Marvel- se refleja en el «gazpacho de opresión mutante», en esa metáfora acaparadora que vienen a ser los mutantes de representar en cierto modo a todas las minorías oprimidas de la Tierra, ya sea por raza, religión, identidad sexual o por coleccionar maquetas de trenes. Ese tipo de lector ha visto Krakoa como un «ya era hora», los mutantes «por fin son felices» sin prestar atención -y hasta negándose a ver- el hecho de que los cimientos de Krakoa están podridos desde el planteamiento. Que Hickman nunca lo negó -algo raro en él, porque en otros casos no fue tan honesto y sí se sacó cosas de la manga- y desde el principio te contó que Moira oculta algo, que Xavier está actuando en contra de sus principios «porque el fin justifica los medios» y que el futuro que se están forjando puede que no sea precisamente una utopía. En resumen, que los mutantes, al separarse del resto y negar su humanidad, puede que la estén perdiendo.
Y eso se personaliza en la figura del matrimonio de Mística y Destino (que no se llegaron a casar pero para mí lo están, ¿vale?), con la negativa de Xavier y Magneto a resucitar a la Destino sin dar razón alguna, engañando a Mística y haciéndola creer que si cumple con todas sus misiones, con su guerra sucia, ellos la acabarán resucitando. Mística acaba hartándose de las excusas de los dos y decide hacer caso a la profecía de su amada: «si algún día se juntan todos en una isla y no consigues traerme de vuelta, quémala». Quémala, porque Xavier y Magneto están en el ajo con Moira, y Moira en la propia HoX/PoX ya prohíbe expresamente que se resucite a mutantes capaces de ver el futuro. Porque a Moira en otra vida la propia Destino ya le dejó claro que la tenía fichada, que cuidadito con hacer algo contra los mutantes y la avisó de que solo iba a tener diez vidas y que si se portaba bien y trabajaba por el bien de los mutantes, «tal vez tendría una undécima».
Y mientras el fan de Claremont que hay en mí grita en un rincón de mi cabeza porque nadie se acuerda de que Pícara (Rogue) es hija de Mística y Destino y debería estar tan encabronada como su madre y pasar de ser miembro del grupo «superhéroico» de los krakoanos, la Patrulla X, tengo que decir que la honestidad de Hickman en el segundo número de House of X cuando dejó claras todas las vidas de Moira (Kinross) McTaggert es tan evidente que solo una ceguera de «fanatismo krakoano» puede hacer que los lectores no lo vean; Moira no quiere lo mejor para los mutantes, lo ha estado buscando solo por pura supervivencia. Su primer impulso fue tratar el gen mutante como una enfermedad y buscar una cura, lo cual provocó que la Hermandad de Mutantes Diabólicos de Mística y Destino la matara de forma horrible y provocó que en todas sus vidas siguientes fuera una abnegada defensora de la causa mutante, radicalizándose cada vez más hasta el punto de convertirse en jinete de Apocalipsis y llevar a cabo un genocio de los suyos. Y en todos los casos sus vidas acabaron fatal.
Sin embargo, en esta última vida, Moira ha fingido su propia muerte por una buena temporada durante la que no se sabe exactamente qué ha estado haciendo y, tras asegurarse de haberse pasado toda su vida «pública» apoyando a Xavier y su sueño, ha «resucitado en secreto» para ponerse en contacto con Magneto y Xavier para radicalizarlos al límite y a través de ellos convencer a todos los mutantes del mundo (bueno, a casi todos) de que deben de quedarse a vivir en una isla que se alimenta de mutantes, llegando a admitir en su seno a criaturitas como el propio Apocalipsis o a mutantes «mutados» como Mister Siniestro, que no pinta nada allí pero quiero suponer que su presencia encaja en los planes de Moira; planes que, por supuesto, implican que absolutamente nadie que no sean Xavier y Magneto sepan que ella esta viva, porque si alguien «de fuera» se entera de que la responsable de todo esto es la propia Moira, durante su próxima y última reencarnación Destino se asegurará de matarla durante su infancia, justo antes del momento en que sus poderes de reencarnación se manifiesten. Y así, cuando tras dos años después Hickman se prepara para continuar esta historia -la chicha y el meollo de todo esto, lo principal- y que Mística le pegue fuego a Krakoa y sacar a la luz los verdaderos planes de Moira (que no tienen pinta de ser nada buenos para los mutantes, porque por algo se esconde de Destino)… El editor mutante Jordan White pega un frenazo a toda la trama, porque según dicen los otros guionistas están muy a gusto con la falsa utopía Krakoana y no quieren seguir. Parece que las ventas acompañan, todo les va muy bien, quieren seguir con la tontería. Y así es como Hickman se toma un año y pico de vacaciones mutantes.
Que yo lo entiendo perfectamente, también lo haría. De hecho, como lectores Marvel nos ha dado una excusa perfecta para bajarnos del barco una temporada, porque han dejado claro que la trama no avanzará hasta que vuelva el propio Hickman. Que Duggan y esta gente tiene sus propios planes y sus historias tal vez sean divertidísimas -yo por mi parte no lo veo así, me estoy aburriendo- pero lo que está claro es que si bien la historia de Krakoa nunca fue lo que yo querría para los mutantes, ahora directamente nos están dando relleno o, como dicen en internet «fanservice» para fanáticos krakoanos. Y honestamente, estoy hasta el moño del «wish fulfillment», el «fanservice» y todo ese tipo de mamarrachadas comerciales, quiero que me cuenten la historia que me quieren contar y punto. Que vayan al grano de una vez y dejen de marear con tonterías de que si Kitty es Kate, que si que bonito es que la Patrulla X sean superhéroes a pesar de que ahora están a las órdenes de un estado menos democrático que Korea del Norte, que si han matado a la Bruja Escarlata pero no, que está viva, y demás tonterías.
Sabemos que Inferno iba a empezar el segundo capítulo de la historia de Krakoa y ahora no lo va a hacer. Probablemente la historia se quede truncada en el último número de la miniserie, decepcionando a muchos aún más de lo que decepcionó la Inferno original -que por cierto, releído recientemente, es un cómic la mar de disfrutable aunque no nos guste el final de Madelyne Pryor- pero lo que realmente me preocupa de todo esto es que «la hickmanada» se supone que estaba planteada como una historia en tres partes que constaban de dos años cada una, con lo que si cada parte ahora pasa a durar el doble… ¿Estamos hablando de que todo esto ahora va a durar doce años? ¿Y por qué no veinte ya que estamos, y superamos en duración toda la etapa de Chris Claremont? En su día la etapa Morrison se me hizo larga, la de Lobdell una eternidad y mejor no hablo de Brubaker, Fraction, Greg Land y toda esta gente, pero a mi me dices que voy a tener que aguantar diez años más de Krakoa (o veinte) y… En fin, que no sé, si fuera más espabilado me esperaría a la jubilación para leerlo todo y así poder imitar el meme de «señor mayor grita a una nube».