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SK8 the Infinity – Un anime deportivo en el que la diversión es lo único que importa

Aprovechando que últimamente he recuperado mi afición por la animación japonesa quiero aprovechar para hablar de una serie muy reciente que me ha tenido enganchadísimo, SK8 the Infinity. Una serie deportiva que gira en torno a un deporte que yo al menos no había visto hasta ahora reflejada en manga o anime, el skating (que acabo de descubrir que se llama en español monopatinaje pero suena fatal y me niego a usarlo) y que resulta algo atípica en su planteamiento, siendo esto ultimo lo que realmente me motivo a verla y lo que consiguió que la disfrutase como hacia años que no disfrutaba de una serie deportiva.

Esta no es una serie deportiva al uso

Tras la muerte de su padre el joven canadiense-japones Langa perdió la ilusión por todo e incluso abandonó su pasión por el snowboarding, deporte en el que su padre le había iniciado. Por todo ello su madre decidió intentar rehacer sus vidas regresando a su Okinawa natal con la esperanza de que el cambio de aires le sentase bien a su hijo pero sin que eso parezca estar funcionado. Al menos hasta que el azar y las necesidades monetarias le acaban haciendo trabajar junto con su compañero de clase y único amigo Reki, en una tienda de monopatines, trabajo gracias al cual descubre todo un mundo secreto de carreras ilegales de monopatines y en ellas una nueva pasión…

Y así es como Langa recuperó las ganas de vivir

SK8 the Infinity es una serie estrenada en enero de este mismo año y creada directamente para televisión (aunque en marzo comenzó a publicarse una adaptación al manga) por la directora, animadora y mangaka Hiroko Utsumi, directora de series como Free! o Banana Fish y que viene del a mano del estudio Bones, responsable de series (entre muchas otras) como las dos adaptaciones de Fullmetal Alchemist o la popularísima My Hero Academia (que se que acabare viendo un día de estos). Una serie que además de tener un nivel de calidad extraordinario a nivel técnico, como decía al comienzo es bastante atípica tanto por el deporte escogido para ser el eje de la historia como por la forma en la que se enfoca esta temática y que resulta tan diferente al tipo de series deportivas que yo recordaba.

Definitivamente esta serie no es muy normal

Aunque si que es cierto que la serie parte de un tópico muy habitual dentro de este genero, la del novato sin experiencia que descubre un nuevo deporte y tras unos torpes inicios se convierte en todo un experto en nada de tiempo. Una premisa muy vista y en ocasiones algo irreal que aquí cambian un poco haciendo que Langa sea todo un experto en el snowboarding, habiéndose dedicado a ello desde que fue capaz de mantenerse en pie y cuya experiencia acaba adaptando al monopatín justificando mejor su rápido aprendizaje. Experiencia que también le da cierta ventaja sobre sus competidores, ya que cuando te has pasado toda la vida tirándote montaña abajo hay pocas cosas que te den miedo.

De cero a cien en un mismo capitulo

Pero dejando eso a un lado, SK8 the Infinity se aleja bastante del manga/anime deportivo que yo conocía. Y es que yo en su día me trague muchísimas series de este genero y en la mayoría me encontraba con lo mismo, entrenamientos brutales que casi parecían torturas, una obsesión casi enfermiza por ganar, por seguir avanzando puestos en la competición, llegar a la final y ganar el premio costase lo que costase, con deportistas a los que les daba igual sufrir un infarto en medio de un partido o jugando con lesiones que podían dejarles inválidos si las forzaban. Una visión muy toxica del deporte que a la larga me hizo alejarme un poco de este genero. Una visión que por suerte esta completamente ausente en SK8 the Infinity.

El anime deportivo de mi infancia era muy chungo

De entrada nos encontramos con que aquí no hay ningún tipo de competición oficial ni nada que se le parezca. Lo que nos encontramos en esta serie es con unas carreras ilegales que se realizan en una vieja mina abandonada que se cae a pedazos y sobre las que la policía hace la vista gorda gracias a las conexiones de alguno de sus participantes. Pero lo que para mi realmente destaca de esto es que el afán competitivo de la mayoría de sus participantes no nace del afán de ganar ningún premio o la fama, simplemente les impulsa el poner a prueba sus habilidades y correr junto a gente tan buena o mas que ellos y disfrutar haciéndolo.

En el fondo son como una familia

Esto provoca que tanto dentro como fuera de la pista la relación entre los “competidores” sea excelente y amigable, incluso con aquellos que de entrada casi parecían los villanos y que en el fondo son unos blandos de buen corazón. Durante toda la serie nos encontramos con los mas veteranos aconsejando a los mas novatos sobre como mejorar, ayudándoles en todo lo que pueden, tratándose entre ellos como familia y recordando siempre que por encima de todo el lanzarse como locos sobre sus monopatines es algo que hacen para divertirse. Y quizás esto no sea algo extraordinario y sea bastante común en las series de los últimos años de lo que era en las que yo veía en los 80 y 90, pero sea como sea y aunque a menudo se regodean en un elogio a la amistad que roza lo empalagoso, todo esto es uno de los elementos con los que mas he disfrutado de esta serie.

El poder de la amistad puede con todo, eso no cambia en esta serie

Pero claro, tenia que existir una excepción a esto y eso lo encontramos en el personaje de Adam, un misterioso patinador con un pasado común con algunos de los protagonistas y que es uno de los villanos mas delirante que he visto en mucho tiempo. Con un atuendo a medio camino entre un traje de torero y un disfraz del carnaval veneciano que no desentonaría nada en videojuegos como Street Fighter, este peculiar personaje es la antítesis del resto. Su única motivación es demostrar que es el mejor a cualquier precio, algo que ha provocado que haya dejado tras de si un reguero de rivales lesionados debido a sus brutales técnicas. Algo que a lo que se le añade una obsesión enfermiza por encontrar alguien que este a su altura y que muy a menudo roza lo sexual, no quedando claro si busca un rival o una pareja, probablemente ambas cosas.

Decir que Adam da mal rollo es quedarse muy corto

Y este es otro de los elementos que me ha encantado de la serie, que es una serie deportiva si, pero de deporte enajenado. Algunos de los competidores tienen identidades secretas, muchos llevan disfraces que van de lo ridículo a lo grotesco y que como decía antes casi les hace parecer el reparto de un videojuego de lucha retro. Además nos encontramos con monopatines dotados de inteligencia artificial capaces de cambiar de forma en plena carrera, skaters que lanzan petardos, deslumbran a sus rivales con punteros láser para distraerles, utilizan sus monopatines como armas o que poseen unas técnicas tan imposibles que parecen volar mas que patinar. Unos elementos que permiten al estudio de animación no cortarse un pelo y lucirse creando unas carreras espectaculares que quitan el aliento y dejar a los espectadores pegados a la pantalla.

Definitivamente esta serie no es normal

Una serie que resulta tristemente corta, tan solo doce episodios, y cuya continuación a día de hoy se encuentra en el limbo. Es cierto que SK8 the Infinity parece haber funcionado muy bien a nivel de critica y publico, pero entre una producción plagada de problemas en la que a duras penas cumplieron los plazos previstos y que la creadora de la serie al parecer es famosa por no trabajar en mas de una temporada por serie, lo que de momento hace dudar de la continuidad de una serie que aun tiene mucho que contar. Así que tocara cruzar los dedos y armarse de paciencia ya que incluso si la serie es renovada probablemente hasta 2023 no veamos esa hipotética segunda temporada. Aunque por suerte esta primera deja todo bastante cerrado y se puede disfrutar sin problemas.

 

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