Como Disney está empeñada en dejar a Dark Horse sin ninguna de sus licencias -hasta Conan se han llevado- con esto de que compraran la 20th Century Fox también se han llevado la franquicia Alien (y Depredador, y Jungla de Cristal), aunque la cosa fuera más un efecto colateral que otra cosa. Conscientes de que la fiesta se acababa, Dark Horse lanzó a finales del año pasado una última serie limitada basada en el universo Alien bastante apropiada para la ocasión; en vez de tratar de hacer un final de la historia, volvieron al principio, al guión original de Dan O’Bannon.
Porque Alien empezó como un «spec script», un guión de esos de garaje que escribe uno sin que nadie se lo pida y luego trata de vender a las productoras. Durante sus estudios había trabajado en Dark Star, una comedia de ciencia ficción con alienígena chapucero incluído, y se quedó con las ganas de hacer un alienígena que fuera «realista», que pareciera realmente algo venido de otro planeta. Tras trabajar en efectos especiales durante varios años y hacer amistad con Ronald Shusett, que estaba tratando de sacar adelante una adaptación del relato Recuerdos al Pormayor de Phillip K Dick, los dos decidieron cooperar para sacar adelante sus respectivas películas, cuyo guión fueron desarrollando a lo largo de los años. Y en esto estaba O’Bannon cuando fue contratado para la preproducción del Dune de Jodorowsky (mala idea, todo el mundo menos Jodo se arruinó con aquello), estuvo viviendo en París unos meses y… Descubrió a Moebius. Y sí, también descubrió a HR Giger y el aspecto que iba a tener su alienígena.
El guión original de Alien -que en hasta casi el momento de venderlo se llamó «Starbeast»- terminaría siendo una mezcla tremenda de influencias, empezando por otro guión inacabado del propio O’Bannon, Memory -sobre unos astronautas que despiertan de un sueño criogénico y son perseguidos por un monstruo- El Enigma de Otro Mundo de Howard Hawks, Planeta Prohíbido, cómics de la EC, Tiburón (Jaws, la de Spielberg)… Y fue precisamente en esa última película en la que basaron su propuesta a las productoras, en que aquello era Tiburón en el espacio. Y en esto que estaban a punto de cerrar un trato con el rey de la serie B Roger Corman -que seguramente habría hecho un Alien bastante más… pintoresco- cuando apareció Walter Hill con su nueva productora Brandywine y compró el proyecto para la 20th Century Fox. Todo parecía ir de maravilla hasta que, cómo no, Hill empezó a pedir reescrituras del guión… Y así acabaron realizando hasta ocho borradores, ocho versiones del guión en las que se añadieron distintos elementos a cargo del propio Hill y en los que O’Bannon sentía que se le estaba arrebatando toda la ciencia ficción a aquel guión. Y entonces llego Star Wars.
Claro, de repente hacer películas de ciencia ficción era una prioridad para todos los estudios, y la única que tenía Fox en aquel momento lista para filmar era Alien. Estuviera como estuviera aquel guión con el que ni Hill ni la Fox estaban contentos -tampoco O’Bannon con tanto cambio, no nos vayamos a engañar- la película tenía que salir cuanto antes para aprovechar el impulso del taquillazo de Lucas, así que corrieron a darle luz verde y pedirle a Walter Hill, que ya había dirigido El Luchador en 1975, que se encargara del proyecto, pero el se negó porque estaba metido de lleno en la producción de Driver (1978) y The Warriors (1979), con lo que contrató a Ridley Scott para el puesto… Y así es como Alien se convirtió en una película de Ridley Scott y no de Dan O’Bannon (aunque curiosamente el primer letrero que aparece en Alien es que la película es una producción de Branywine y Ronald Shushett, pero claro, O’Bannon y Shushett habían creado el proyecto bajo el paraguas de la productora del segundo).
O’Bannon ganaría un buen dinero con Alien aunque acabara convirtiéndose en la película de otros, pero hasta su muerte en 2009 siempre manifestó su desagrado por no haber podido llevar a cabo la película tal y como la concibió en un principio, con lo que ésta serie limitada de Dark Horse basada en su guión original junto a Shusett viene a reivindicar su trabajo «limpio» de los cambios de Brandywine o Ridley Scott. Sin embargo, como no, este cómic viene con sus diferencias insalvables; si originalmente O’bannon quiso contar con Moebius y Giger, el rediseño de este cómic no cuenta con ellos, si no con los del dibujante Guilherme Balbi basados íntegramente en las descripciones del guión original de O’Bannon y Shusett. Por lo demás y admitiendo no haberme leído en profundidad el guión original de O’Bannon (que lo tenéis aquí ) la adaptación de Cristiano Seixas tampoco parece literal, pero… ¿Es un buen cómic? ¿Merece la pena, teniendo en cuenta que Alien tiene en su haber joyazas como el Alien de Goodwin y Simonson? Vamos a verlo…
De entrada, Ripley no existe en el original. En su lugar, tenemos a Martin Roby, que en el cómic es una mujer negra llamada «Roby» a secas sin que se mencione su nombre de pila, pero que también tiene un gato. Al Capitán Standard también se le ha cambiado el sexo, y la tripulación original de la Snark (que no Nostromo) se compone de solo seis miembros respecto a los siete de la película. La historia más o menos empieza de la misma forma, la tripulación es despertada por el ordenador de la nave para que investigue una señal, la tripulación discute sobre la obligación que tienen por contrato de investigarla y -aquí es donde empiezan las diferencias- todos tienen la convicción de que probablemente sea una señal de una inteligencia extraterrestre, perspectiva que emociona lo suficiente a buena parte de los tripulantes para que quieran investigarla a fondo, a pesar de que Roby (Ripley) diga que un cuerno, que pasa; la paranoia constante de Roby será una tónica habitual a lo largo de todo el cómic.
Al aterrizar en el planeta los camioneros espaciales se encuentran con uan visibilidad nula en todos los espectros y un terreno rocoso. Varios de ellos salen fuera a explorar la señal, encuentran una nave alienígena y el cadaver gigante de un piloto espacial igual que en Alien, pero en este caso el space jockey ha dibujado una misteriosa pirámide antes de morir. Además de esto, la tripulación del Snark descubre que la señal la había enviado el ordenador de la nave alienígena y, tras comenzar a documentar y elaborar planes para filmar holográficamkente todo el artefacto, deciden volver a su propia nave llevándose la cabeza del alienígena porque tienen muy poco respeto con los muertos de otras especies inteligentes.
Al día siguiente el tiempo clarea y ven una misteriosa pirámide no muy lejos de allí, por lo que deciden salir también a investigarla. Mientrastanto, Roby -como no- se ha quedado en la nave tratando de descifrar el mensaje del alienígena, y descubre que no era un mensaje de socorro si no un aviso para que todos se mantuvieran alejados de allí. Mientras tanto, el resto de la tripulación entra en la pirámide y se encuentra una suerte de templo cthuliano repleto de huevos que, efectivamente, tienen una tendencia tremendamente fastidiosa de abrirse y echar un bicho a la cara de todo el que se acerca a ellos…
A partir de aquí, y para todos los que no tengan miedo de los spoilers, os diré que el guión evoluciona muy parecido al de Alien; un miembro de la tripulación es «chupado», llevado a la enferemería pese a las quejas de Roby, no ven manera de quitarle el bicho de la cara porque al cortarlo escupe un ácido que produce un humo tremendamente tóxico y que derrite todo lo que toca, el bicho de repente se muere solo y el «chupado» se recupera milagrosamente y cuando todos se van a comer tan tranquilos pues eso, que le revienta el pecho y sale de el un bicharraco con dientes que se escapa corriendo. Luego va creciendo y merendándose gente a lo largo de la nave, hay escenas con el gato, con trampas, el lanzallamas… Y aunque el desarrollo de toda la pelea con el alien bastante más atropellado, conserva alguna de las escenas eliminadas de la película como esa en la que Ripley se encuentra al Capitán Dallas encerrado en un capullo y pidiéndole que lo mate, solo que en el caso de Roby se encuentra a Standard en la misma situación pero el capullo por lo visto es una especie de nevera chunga, porque lo mantiene con vida a pesar de tenerlo a medio devorar. Ugh.
La escena final es más o menos la misma, con la diferencia de que la criatura, en vez de estar escondida pacientemente dentro de la cápsula de escape, se encuentra tranquilamente en una esquina comiéndose un brazo. Y es que este «alien» no es una máquina de matar a secas, si no más bien un bicho devorador de todo lo vivo que aun así no se come al gato. Roby expulsa a la criatura por una escotilla y se mete a la cámara criogénica con el gato, aunque a diferencia de Ripley si que tiene una prueba de la «aventura» por la que ha pasado, porque conserva la calavera del space jockey…
Y hasta aquí «Alien – The Original Screenplay», una historia mucho más parecida al original de lo que uno pudiera pensarse y que carece de toda la trama del androide Ash y la conspiración de la Weyland – Yutani para capturar al alien. En fin, un cómic que no deja de ser una curiosidad por la pieza de historia del cine en la que se basa y por marcar el final de la era Alien en Dark Horse. A ver ahora que nos trae Marvel con los xenomorfos, porque como sea como lo de Conan lo veo todo muy mal…