Icono del sitio BRAINSTOMPING

Alan Moore y el corazón partío: Las rajadas del abuelo

A Alan Moore le gustan los tebeos. Le gustan y le gustaban, le chiflaban. Teniendo la capacidad de haber triunfado en cualquier otro medio que le diera más dinero, Alan Moore decidió quedarse en el cómic durante cuarenta años de su vida, porque eran lo que amaba. Lamentablemente, en su caso volvió a repetirse la famosa cita de Jack Kirby, «los cómics te romperán el corazón…»

Alan Moore, el mito.

Y al igual que Jack Kirby -o Charles Schulz, que también le atribuyen una frase parecida- para Alan Moore los cómics lo eran todo, pero como todo en esta vida, su viaje por ellos está repleto de éxitos y fracasos. ¿Cuántas veces va a repetirse la historia de grandes creadores a los que gente mucho más mediocre que ellos les arrebató sus personajes, sus historias, su obra y parte de su vida por una cuestión económica o hasta peor? A Alan Moore no le echaron de ningún sitio, porque su llegada al cómic norteamericano a principios de los 80 fue tan fulminante que en muy pocos años se convirtió en «el» guionista. Su trabajo adquirió un estatus casi mitológico y cualquier pedante que necesitaba referenciar a un autor de cómic de superhéroes para justificar que solo leyera europeo probablemente acabaría hablando de Alan Moore. Porque el bueno de Alan desembarcó en DC en 1983 y desde entonces ya solo se hablaría de él, de sus obras británicas reeditadas por aquellos lares y de Watchmen; Watchmen, el cómic que todo el mundo dice que es su favorito aunque no tenga ni media hostia. Watchmen, la «no respuesta» del mundo del cómic, ésa que es como decir que te gusta respirar.

Que por cierto, yo sigo sin leerme nada que haya hecho DC sobre Watchmen, lo firme Geoff Johns o lo firme Tom King.

Sin embargo Alan Moore ha estado haciendo cómics (casi) hasta ahora, y su obra ha sido variada y diversa durante treinta y cinco años. No ha parado de hacer, de escribir, de mejorar, de hacer todo lo que debe hacer un artista, pero de un tiempo a estar parte parece que el personal solo tiene una idea en la cabeza: Alan Moore no hace tebeos de los que me gustan. Peor todavía, como hace un par de años decidió jubilarse del cómic y pasarse a escribir novelas y películas y demás, Alan Moore ahora es un cochino traidor. Mecagontodo, que huevazos tiene la gente; ¿cuando se jubila un fontanero también lo llaman traidor? ¿Acaso vive Super Mario perseguido por periodistas que lo llaman traidor y no paran de preguntarle por el baño maravilloso que le hizo al vecino del 4ºA y que el cabrón nunca llegó a pagarle? Un cuerno, a Super Mario le preguntarán por Bowser y si se va a casar con Peach o con Daisy, ¡faltaría más! Pero a Alan Moore no falla, oye, da igual lo que presente o lo que haga que le van a preguntar por Watchmen y las últimas barrabasadas de DC Comics a costa de su trabajo.

Otro día hablamos de como trató de crear su propia Marvel/DC y Jim Lee lo apuñaló por la espalda vendiendo todo a DC menos LoEG, y menos mal.

Aun así, creo que a estas alturas del partido a Alan Moore esto ya es que ni le molesta. La herida ya ha cicatrizado y hasta disfruta metiéndose con DC, los cómics que DC ha hecho basándose en su trabajo -que, por mucho que lo exagere, algo de verdad hay cuando Alan Moore dice eso con gente como Geoff Johns actuando cual vecino cotilla que te escarba en la basura- y en general, echando pestes de un género de superhéroes que a día de hoy vive total y absolutamente secuestrado por el cine, por dos colosos financieros que han conseguido monopolizarlo; ya ni siquiera nos quedan los neblinosos propietarios de Marvel, porque ahora mismo estamos ante un enfrentamiento entre AT&T y Disney por nuestras carteras y con nuestros corazoncitos convertidos en auténticos rehenes de dicha guerra. Y no os engañéis, el primero que se ha encontrado con su corazón secuestrado por esa guerra es Alan Moore; pero es que tampoco puedes pasarte toda la vida sufriendo.

Leah Moore explicándole a los tontos quién es su padre.

Porque hay un arquetipo dentro del fandom que es el del lector rebotado, el que se queja de que todo lo que se hace es malo pero lo de sus tiempos era bueno. Normalmente se suele considerar que ese tipo lo que echa de menos es su infancia, y que los ojos de la nostalgia le hacen ser incapaz de ver los errores de aquellos cómics y las virtudes de los modernos. Y no nos engañemos, nadie está libre de ello; cuando lees por primera vez el Vigilante Nocturno sin conocer a Batman, Spiderman o siquiera a Spawn, puede que veas las virtudes del género en un personaje lamentable y seas incapaz de ver los defectos de uno de los personajes más lamentables de los 90, pero para ti seguirá estando bien porque es tu primer cómic y te da buenos recuerdos. El hecho de que se hable tanto de los cómics de los 80 y la Vertigo/indie de los 90 viene de que la generación «viejuna-dominante» de aquellos tiempos es la que se crió por aquellos años, igual que la generación anterior llegaba a cuestionar que Ditko era mejor que Romita y consideraba que Roy Thomas era un gran escritor. Y aun así, Watchmen sigue estando considerado como el mejor cómic del género en toda su historia, y eso no lo discute nadie.

También puede ser que si DC no hubiera metido la zarpa y se hubiera esperado unos añitos, lo mismo se podría haber hecho con un manual para hacer cómics de superhéroes «postWatchmen» escrito por el propio Alan Moore…

Porque seguramente la locura nostálgica de M’Rabo -que afortunadamente no va por ahi diciendo que todo lo que se hace hoy en día es mierda, aunque a veces ganas no le falten- tenga una base sólida, porque los 80 y cómics como Watchmen supusieron un punto de inflexión en el género. Se pusieron los mimbres para ir en otra dirección, y varios cómics de los 90 y décadas posteriores la siguieron la mar de dignamente. Sin embargo, lo que más se quedó fue el «grim & gritty», la gente con dientes apretados y fanfictions de Superman con los ojos rojos, y en esas estamos, poniendo al Capitán América partiéndose la cara con Iron Man, los personajes muriéndose cada dos por tres y todo eso. Puede que Watchmen no existiera en un vacio y muchas de las tendencias que se le atribuye haber fundado ya existían en cómics anteriores del propio Moore, Miller, Claremont, Gruenwald y hasta Cary Bates, pero fue Watchmen el catalizador definitivo del cambio.

¡Anda, pero si Alan Moore sigue haciendo cosas!

Mientras tanto, Alan Moore ha hecho una película -«The Show», la proyectaron hace poco en Sitges- y hasta está preparando una serie de televisión basada en ella. Su plan es conseguir un socio, una plataforma de streaming, que se la produzca y le permita mantener la posesión de su obra, como si anomalías como George Lucas pudieran repetirse en una era en la que todas las plataformas de streaming pelean desesperadamente por comprar «ips» con las que llenar sus plataformas. No, desde luego el cine y la televisión tienen un historial hasta más negro que el cómic, pero seguimos hablando de Alan Moore y el personaje que ha creado de si mismo es más grande que la vida. Sus entrevistas poniendo a caer de un burro el género de superhéroes y las editoriales y productoras que abundan en son de las pocas cosas que han hecho posible que el gran público se entere de sus últimos trabajos -es el precio que tiene ser completamente independiente, que la publicidad te la tienes que hacer tu- y es que su The Show por no tener no tiene ni ficha en la wikipedia. Así que cada vez que Alan Moore en una entrevista insinue que las películas de superhéroes tienen algo que ver con el resurgir de los totalitarismos en particular y la estupieza en general, lo que nos está pidiendo es que nos fijemos en la parte de la entrevista que habla sobre sus últimos trabajos. Porque no nos engañemos, hasta Alan Moore tiene que hacerse publicidad…

Salir de la versión móvil