A la hora de hablar de los mutantes y sus mutanteces, solemos decir que está Chris Claremont y luego el resto. Un resto en el que sí, está Grant Morrison -que es un señor que hace las cosas bien, pero por mucho que le gustase el trabajo de Claremont sus mutantes no son los de Claremont- y luego pues eso, el resto. Hay muchos autores y editores que consideran como referencia a Morrison porque Claremont está muy pasado -hay que ser muy fan de Zack Schnaider como para pensar esto- pero a la hora de la verdad y dejando de lado a Claremont y sus contemporáneos (Simonson, Nocenti o Hama) los mutantes son algo completamente distinto en manos ajenas. Así que, como recientemente alguien nos (me) ha echado en cara que no nos gusta nada de mutantes no escrito por Claremont -es lo que tiene ser gente de bien- he tomado la decisión unilateral de hablar de unas cuantas etapas de mutantes recomendables no escritas por Chris Claremont y posteriores a su etapón legendario, por eso no asoman Kirby o Arnold Drake (aunque hago trampa con la primera porque sí, porque me molo a mi mismo). Vaya por delante que no menciono los New X-Men de Morrison -todo lo que hagan Morrison y Quitely es más que bueno, eso se da por descontado- y etapas que son «salidas en falso» masacradas por los editores como la Extraordinary X-Men de Jeff Lemire. Pero no me enredo más, vamos a ello:
1- Roy Thomas y Neal Adams, X-Men:
Lo dicho, es trampa, pero es que esto es de cajón. No solo son divertidos estos tebeos, si no que Adams está rompiendo por la mitad el medio y la forma de contar cómics. Thomas -o Adams, que siempre dice que todo fue idea suya- se inventa a villanos como Sauron, integra a Kaos y Polaris en el grupo, hace historias interesantes del Monolito Viviente y hasta nos da una primera historia de un Magneto más tridimensional que se aleja del villano con chistera y bigote que habíamos visto hasta entonces. Un clasicazo como la copa de un pino, pese a que la resurrección de Xavier sea un tanto chapucera. Y sí, pongo esto en la lista porque es contemporáneo a Claremont, que por algo en aquellos tiempos era un asistente y metió la cuchara con el final de la historia de los centinelas.
2- Alan Davis, Excalibur:
Debería meter a Davis en el mismo saco que a Louise Simonson y Ann Nocenti, sí, pero Davis es seguramente uno de los pocos que escribe personajes de Claremont como si fuera el propio Claremont. Todo su Excalibur es más que recomendable y un ejercicio de «limpiar la casa» realmente prodigioso; si Jim Lee se había cargado a Claremont dejando X-Men hecha un cristo en el que todas las tramas se remendaron chapuceramente -vamos, fatal- el daño colateral había sido una Excalibur que dejaba tramas abiertas desde su primer número. Davis toma el control de la serie y desde un primer momento empieza a atar todos los cabos sueltos, explicar tramas y solucionar absolutamente todo; ¿tiró de las notas que le había dejado Claremont? Seguramente, pero lo hizo tan bien que se merece ser recordado.
3- Peter David, Larry Stroman y Joe Quesada, X-Factor:
Mutantes desde otro punto de vista. La ventaja de X-Factor para David es que era una serie compuesta de material de derribo, personajes que Claremont no había usado demasiado -la que más Rahne- y a los que David les da la personalidad que le viene en gana, elaborando su propia versión de la JLI de Giffen/DeMatteis, la telecomedia de superhéroes. Lamentablemente la atmósfera de la Marvel de aquellos tiempos era irrespirable y acabó truncando su etapa, pero David los recuperaría años después en series como Madrox o X-Factor, aunque ya con una calidad más irregular.
4-Joe Kelly & Steven Seagle, X-Men:
Fue truncada y masacrada y no debería entrar en esta lista, pero fue el gran intento de arreglar los mutantes. Tras la marcha de Lobdell, Harras echa mano de los dos guionistas más prometedores que tiene a mano y les da más o menos vía libre para hacer lo que les venga en gana. Los dos le dan un baño de pintura nostálgico a la serie y Kelly hasta nos da una alineación que recuerda a los buenos viejos tiempos de Claremont recuperando a Rondador, Coloso y Kitty, pero la cosa se tornará espejismo cuando Seagle intenta resucitar a Fénix y Harras bloquea la operación, truncando la etapa por completo. Una etapa irregular, con algunas buenas ideas que en cualquier caso sigue siendo disfrutable, aunque solo fuera porque en su contexto cualquier cosa que te plantaran después de Lobdell sabe a gloria bendita.
5-Alan Davis, X-Men:
Sí, es Alan Davis otra vez haciendo chapucillas para remendarlo todo. Años de los Lobdell, Nicieza y demás habían dejado la serie perjudicadísima, y si durante años se criticó a Claremont por dejarse cabos sueltos -tramas a largo plazo las llamaría yo- Lobdell y Nicieza se pasaron sus seis años al frente de los mutantes creando virus asesinos de mutantes, hermanos Summers perdidos, elegidos de Apocalipsis cuya identidad nunca se reveló, versiones de Magneto amnésicas… Davis llega a la serie y soluciona la parte de Magneto, afanandose en limpiar la casa de cara al regreso de Claremont. Es una etapa que a ratos es la mar de disfrutable, pero ni de broma llega al nivel de su trabajo en Excalibur.
6-Peter Milligan y Mike Allred, X-Force:
Esto es el Escuadrón Suicida mutante, pero con Milligan y Allred. Llego en el momento adecuado, todo el mundo estaba pensando en Morrison y Quitelly y de repente llegan estos dos sustituyendo al X-Force de Liefeld por una banda de mutantes de reality show que no hacen más que palmar de forma horrible. En un momento en el que los mutantes estaban patas arriba gracias a Morrison, Milligan hace un cómic estupendo que en parte sirve de crítica a la política editorial del momento respecto a los mutantes, y que leído veinte años después sigue tan fresco como el primer día. Y sí, fue el cómic que hizo que Marvel abandonara definitivamente el Comics Code.
7-Brian K Vaughan, Mystique:
En un momento en el que BKV era conocido solo por Y the Last Man y estaba empezando algo llamado Runaways, se pone a escribir un cómic sobre Mística trabajando como una especie de agente secreta personal de Charles Xavier. Nadie diría que es la mejor obra de BKV, pero siendo como es BKV y aunque las portadas sean insufribles -ah, la época- merece la pena echarle un vistazo.
8-Nuncio DeFilippis y Christina Weir, New Mutants:
En su día odié este cómic porque claro, en vez de darme a mis Nuevos Mutantes me ponía a un par de ellos como profesores de una «nueva generación». Yo no quería una nueva generación, ¡quería que me devolvieran la serie que Liefeld había destrozado! Pero oye, la serie estaba bien y en realidad iba más sobre los Nuevos Mutantes de lo que parecía en un principio. Lamentablemente fue otra etapa truncada y blablabla, con lo que se quedó en buenos propósitos; es lo que tienen casi todas las series de mutantes post Claremont, los editores son los mayores enemigos de la propia serie.
9- Simon Spurrier, X-Men Legacy:
Lo que viene a ser una serie regular de Legión antes de que tuvieramos una serie de televisión de Legión. El mayor problema que tiene esta serie está en el apartado gráfico, inestable como pocos y con el problema añadido de que en manos de Mike del Mundo (el portadista, sí) o Bill Sienkiewicz los guiones de Spurrier habrían subido bastante. Pero bueno, al final la cosa estuvo entretenida.
10- Kieron Gillen y Salva Espin, Generation Hope:
Otra serie truncada y por la que en su día admito que no dí un céntimo por ella, porque de entrada su título me parecía tremendamente absurdo y su protagonista, Hope yo-no-soy-Jean-Grey, había nacido por generación espontanea y criada por Cable en un futuro alternativo para volver al presente y… Bueno, todo eso que a la gente no le gustan de los mutantes y que cualquiera que no sea Claremont suele hacer tan mal. Pero Generation Hope es un cómic que prometía, que planteaba personajes interesantes y que, para no variar, fue cancelado prontísimo por estos vaivenes editoriales de Marvel. Pero claro, todo ello fue para darle a Kieron Gillen las riendas de Uncanny X-Men…
11- Jason Aaron y Kieron Gillen, X-Men:
Aaron se quedó Wolverine & The X-Men (en los que se refundaba la escuela de Xavier como la Escuela de Jean Grey) y Gillen se quedó Uncanny, en la que estaba la facción mutante de Cíclope y su estado soberano de Utopía. Gillen lo tenía todo en contra para que la serie no fuera interesante, pero su caracterización de personajes como Namor o Mister Siniestro consigue hacer de la serie algo muy muy recuperable. Y sí, sus etapas también fueron truncadas por otra intervención editorial, pero esta vez de Brian Michael Bendis. Ugh.
12- Matt Rosenberg y Salvador Larroca, X-Men:
Pero en esta ocasión pasa todo lo contrario, la intervención editorial crea un cómic interesante; tras los X-Men Gold/Blue/Red, Marvel decide darle los mutantes a Jonathan Hickman para que haga con ellos lo que le apetezca y resetee toda la línea. Pero como para eso le hace falta tiempo, Marvel le da un año para hacerlo y pone mientras tanto al cargo de la serie a Matt Rosenberg, Ed Brisson y Kelly Thompson, que se montan un evento lamentable (X-Men Disassembled) que no merece la pena es absoluto. Pero al finalizar el evento y hasta la llegada de Hickman, quedó un hueco que llenó Rosenberg contándonos una historia de Cíclope resucitando y dándose cuenta de lo imbécil que había sido, reconciliándose con Lobezno y tratando de reconstruir la escuela como buenamente pudo. Sí, es el primer Cíclope decente que se escribió en años, pero lamentablemente la cosa duró bien poco y Hickman llegó y a Scott otra vez nos jodió. En fin, que siempre nos quedará el Multiple Man de Rosenberg, que no sé a santo de qué le dió por decir que Madrox era un imbécil odiado por todo el mundo pero por lo menos era divertida.
Y con esto se acabó el listado. Seguramente me deje unos cuantos por el camino, pero así a botepronto y que me acuerde ahora mismo, ésto es lo que hay. Son etapas en su mayoría en las que los personajes «no son ellos mismos», pero están bien escritas y merece la pena recuperarlas. Y no, no incluyo series del «Hickmanverso»