Me vais a perdonar por partida doble, primero porque esto es ajeno al monotema de DC -que ya seguiremos hablando de ello- y porque este post va a parecer que está escrito por un M’Rabo que ha aprendido a meter algunas tildes; pero que le vamos a hacer, estoy cabreado y encima tengo que hablar de los 80. Porque fue allá por enero de 1984 cuando el mundo tenía sopotocientos estándares de ordenadores personales y entre EEUU, Japón y Europa -sí, Europa contaba para algo en esto de la informática- tenían varios estándares de computadora por lo que el consumidor no sabía cual decidirse. Para Steve Jobs el enemigo a batir Apple estuvo claro desde el principio: era el pez gordo de la computación, IBM, a pesar de que su sistema x86 no era ni mucho menos tan cerrado como su recién presentado MacIntosh. Pero eso a Jobs le daba igual, y siguiendo la máxima de otros grandes publicistas (trileros) de la historia, decidio acusar a los demás de sus propios fallos, para lo que pagó una cantidad obscena de dinero por un hueco de publicidad en la Superbowl de 1984 y así poder emitir este pequeño spot realizado por el mismísimo Ridley Scott:
¡Pues el gomas mola más!
No, George Orwell no escribió 1984 para estas cosas, porque Orwell era un tipo al que Jobs (y los que manipulan su obra en general, que todo hay que decirlo) le habría provocado tanta repulsa como los totalitarismos de su época. Creo que no hace falta explicar que este anuncio era hipócrita hasta las cachas, porque estaba promocionando como un sistema más libre otro que era más cerrado todavía, pero el spot se hizo tan famoso que consolidó el papel de Apple como lo «moderno», lo «de diseño» y el ordenador de los yuppies -que en aquellos tiempos eran igual de pijos que los hipsters, pero con dinero de Wall Street y ninguna conciencia ecológica o social, pero los dos acaban usando Mac- hasta el punto de que en EEUU los ordenadores de Apple siguen estando presentes por todas partes, a pesar de que hace ya muchos años de que no son los mejores para absolutamente nada que no sea costar más de lo que valen. Dicho lo cual, y dando por hecho que algún admirador de Steve Jobs y su obra se estará cagando en mi -os aseguro que M’Rabo en esto es mucho peor que yo- supongo que me toca «defender» a Apple:
La única película en blanco y negro que tus hijos verán por gusto. Triste, pero cierto.
El anuncio es del 13 de Agosto de 2020, el jueves pasado. En mitad de una pandemia, con el cambio climático siendo una realidad más que nunca y con medio mundo preocupándose por si mantendrá su puesto de trabajo a la vuelta de las vacaciones, la desarrolladora de Fortnite, Epic Games -una empresa de Tencent, ese gigante comercial chino- le declara la guerra a Apple y, en segundo plano, a Google -los dos gigantes tecnológicos yanquis, pues sí-. No solo eso, si no que le pide ayuda a sus aguerridos seguidores, en su mayoría niños -algunos de ellos hijos nuestros, vaya- para que les ayuden a enfrentarse contra la «tiranía» de Apple. Que no les falta razón que las políticas de Apple son bastante abusivas en general -más en el caso de la primera que el de Google, porque en IOS solo se permite una forma de instalar aplicaciones, a través de su tienda- pero en este caso la «tiranía de Apple» consiste en que cobra un 30% de cada microtransacción que se realiza a través de todas las aplicaciones de su store, ¡que desfachatez! ¡Que déspotas, rebelémonos, ayudemos a que Tencent se lleve el 100% de las microtransacciones sin que Apple o Google se lleven un céntimo, a pesar de que son ellos los que ponen toda la infraestructura para que su juego funcione, para que los niños puedan sablear las tarjétas de crédito de sus progenitores sin que estos se den cuenta! Porque claro, cada vez que se da uno de estos casos, es Apple/Google quien acaba haciéndose cargo y nunca es Epic o EA o quien sea la que se responsabiliza, no.
Por supuesto, Epic ha decidido plantar cara judicialmente y denunciar a Apple y Google por no dejar que el usuario instale lo que le de la gana en su dispositivo, a pesar de que Google si te deja instalar el programa que te de la gana en su dispositivo y precisamente por eso Fornite seguirá actualizándose en la versión de Android, aunque solo a través de la store de Epic. Pero aun así y aunque la campaña mediatica azuzando a todos los críos y adolescentes se centra sobre todo en Apple, la denuncia va contra las dos corporaciones por igual. Y sí, yo tampoco entiendo cuál es el objetivo final de Epic, porque no me creo que todo esto sea para «liberar los iphones» ni tampoco que busquen simplemente una reducción de la mordida de Apple y Google; en más de una vez ambas compañías han ofrecido trato especial a otros peces gordos como Amazon. Así, la única explicación que se me ocurre es que lo que está intentando Epic al azuzar a la chavalería es dejarle claro que puede jugar a través de otras plataformas en las que ellos se llevan el 100% del dinero, convirtiendo un trasvase de jugadores la mar de molesto para el usuario en una suerte de «deber patriótico». Y si por el camino Apple les hace un descuento, pues ni tan mal. Vamos, otro de tantos trucos publicitarios para marearnos y al que ya deberíamos estar más que acostumbrados, pero parece que la cosa igual se sale de madre porque ahora Apple amenaza con retirar todas las herramientas de desarrollo de Epic de su store, con lo que se vendrían afectados gran parte de los desarrolladores y juegos que hacen uso del Unreal Engine de Epic, con lo que empieza el juego de la gallina… Con los susodichos jugadores de Epic presionando una vez más. Y es que estas historias de fans usados por una corporación como apoyo a una discusión comercial se repiten demasiado a menudo…
¿Os acordáis de como el año pasado Marvel Studios decidió presionar a Sony para que les renovara el contrato para poder seguir usando a Spiderman en el cine? ¿Cómo aquel pobre Tom Holland compungido nos decía que él quería seguir en el MCU, y como todos los fans saltaron en defensa del pobre Tom? No les salió muy bien, porque quieras que no Marvel quiso tener a Spiderman en las mismas condiciones y al final tuvo que ceder en unos cuantos apartados, con lo que aunque Sony no pudo meter su Venom en el MCU o usar elementos del MCU en Morbius, Marvel tampoco pudo obtener un trato mejor y tuvo que ceder un porcentaje de las ganancias por merchandising. Pero claro, cuando se anunció el trato, como no, ambas partes lo celebraron como una victoria, y los aguerridos fans del MCU lo celebraron también como algo conseguido por ellos, por sus hashtags y sus mamarrachadas que escribieron desde sus móviles de Apple o Google. Pardillos.
¿Queréis otro caso reciente y tal vez hasta más patético? ¿Que os parece hablar (¡OTRA VEZ!) de Zack Snyder, ese director de cine que no ha sacado un solo proyecto adelante y que es el único habitante de una red social en la que los únicos que están son sus fans? Recientemente se anunció que por fin tendría su Justice League Snyder’s Cut en HBO MAX, esa plataforma de streaming que AT&T y Warner anunciaron a bombo y platillo a principios de año a pesar de no tener apenas contenido preparado para ella y a la que curiosamente luego no se suscribió ni el tato. Y claro, como necesitan contenido como sea y Apple TV ya ha recogido la mayor parte de los proyectos que han sido rechazados durante los últimos veinte años, ellos decidieron darle al mundo el Snyder Cut y el Ayer’s Cut de Suicide Squad. Porque alguien querrá verlos y en mitad de la pandemia hay que llenar HBO MAX de contenido como sea, supongo.
Perdonadme la mala leche, pero aunque me reviente que este «traspiés» de HBO MAX sea en parte responsable de la que se ha liado en DC la semana pasada -que está por ver si, como dicen los más optimistas, «tal vez sea para mejor»- lo que realmente me cabrea es que una vez más se ha usado al fandom como arma arrojadiza, aunque en este último caso no creo que contara gran cosa. La cosa no llega a ser tan escandalosa como Cazafantasmas 2016 -en la que Sony decidió que era buena idea usar la polémica que se había montado en twitter para insultar a todo el que no adorara su película- pero no deja de entristecerme el ver como hemos pasado de las alegres puyas entre usuarios de PC y Mac o usuarios de Sega y Nintendo para acabar así, con empresas hechas y derechas demandando que sus «fans» le protesten a la competencia por no dejarles hacer lo que quieren. O actores como Ray Fisher, el Cyborg de la JLA de Snyder, echandole un carro de mierda a Joss Whedon y Geoff Johns porque según él «abusaron de él al decirle que expresara sus protestas a través de los canales de la empresa y no por sus redes sociales».
Se ha normalizado tanto a la «gente cabreada de internet» que el hashtag es el nuevo spot en horario de máxima audiencia, y ahora se busca por todos los medios monopolizarlo, ya sea con bots, con polémicas políticas (no, hoy no voy a hablar de los movimientos de ultraderecha, pero anda que no ha sacado tajada de todo esto) o lo que haga falta. Y así se envenenan las conversaciones, los debates y hasta los posts de Brainstomping, a pesar de que a estas alturas deberíamos darnos cuenta ya de que no somos lo que compramos, y que si nos pegábamos por PC o Mac, por Mario o Sonic, por cómic americano o europeo siempre es porque no podemos permitirnos comprar todo y disfrutar de todo, porque los álbumes europeos eran muy caros, solo podíamos tener un ordenador y joder, íbamos a tener una Supernintendo porque tenía el Street Fighter II a pesar de que nos gustara más Sonic que Mario.
Pero en fin, a las empresas les viene bien, y esto lleva siendo así desde que uno le vendió aceite de serpiente a un calvo y el señor calvo salió a pasear presumiendo de melena a pesar de tener menos pelos que anteayer. El hacerte orgulloso de tu propia compra hacia que no protestaras al timador por venderte un producto deficiente, y eso ha sido explotado casi desde los inicios del capitalismo, porque hay gente a la que insultar sus posesiones es como si te cagaras en su madre. Que no nos engañemos, el club de fans de Superman o la Merry Marvel Marching Society usaban un principio de militancia parecido, pero me da escalofríos el pensar que, ahora mismo, una marca comercial está tratando de usar como carne de cañón de su guerra mediática a sus propios consumidores que, para colmo, en su mayoría son niños. Niños que solo entienden que su videojuego no va, no se actualiza, y a los que les dicen muy claro que tienen que protestar a Google, a Apple para que les funcione. Que se quejen a su padre, que se quejen a su madre, y de fondo la guerra comercial entre China y EEUU… Si es que nos vamos a la mierda.