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Enmendarle la plana a Alan Moore: Batgirl y el Joker, otra vez

Es difícil encontrar a un autor de cómics vivo que tenga la rotundidad de Alan Moore, uno de los guionistas más influyentes de los últimos cuarenta años -si no el que más- y, como tal, el inspirador de varias de las generaciones posteriores. Grant Morrison quería ser Alan Moore, Neil Gaiman quería ser Alan Moore, Warren Ellis sabía que nunca llegaría a ser Alan Moore… Nadie podía imitar a Alan Moore ni como escritor, ni como personaje de ficción, ni como persona, es un hombre hecho a si mismo y al que lectores y autores le debemos tanto que nunca podremos compensar los malos ratos que le han hecho pasar. Y sin embargo, dentro de toda esa admiración, de un tiempo a esta parte se ha descubierto que una de sus vacas sagradas de los 80 «está mal» y hay que arreglarla.

Que vale, ni de broma está a la altura de V de Vendetta, Swamp Thing, Miracleman o Watchmen.

Y a ello se ha afanado Cecil Castellucci y Robbi Rodriguez en el número 47 de Batgirl, sin entender muy bien lo que estaba mal en The Killing Joke e intentando compensar lo que creían que falta. El cómic, un «tie-in» de Joker War -el crossover batmaniano de estos días, que lo está llevando Tynion con toda la truculencia del mundo en la serie regular- vuelve a meter el dedo en la llaga en cierta escena del archiconocidísimo cómic, en el cual el Joker lisiaba a Barbara Gordon de por vida (o al menos eso creía) sin saber que ella era Batgirl ni nada parecido, simplemente porque ella estaba de por medio y el objetivo era su padre, el Comisario Jim Gordon. Interpretaciones posteriores han alegado que las fotografías que sacó el Joker de Bárbara desnuda y herida implicaban una violación -más allá de la propia violación que es desnudarla y lisiarla, vaya- y que se utilizó a Barbara y al propio Gordon como objetos para llegar hasta Batman, a pesar de que en la propia portada de La Broma Asesina pusiera dichas fotografías en el centro al mostrarnos al Joker sacando las susodichas fotos.

 

Sí, la cosa va por esta escena.

No corre Alan Moore a defender su historia, es más, viene a decir que no está satisfecho con ella y que su idea era que estuviera fuera de continuidad, pero que tuvo tanto éxito que Levitz, O’Neil y compañía decidieron incorporarla en sus historias y así es como Barbara superó el trauma y se convirtió en Oráculo, trasnformándose en un ejemplo para todas las lectoras con lesiones parecidas. Pero años después y con esto del New52, DC decidió que Barbara se implantara un microchip y asunto arreglado, ya puedes salir a saltar por los tejados, con lo que todo el progreso de Oráculo pasó a un segundo o tercer plano y solo reapareció cuando alguno quiso recordar dicho trauma en alguna portadilla. La nueva Barbara llegó a infantilizarse hasta tal punto que se volvió rematadamente imbécil, pero las ventas no ayudaron y poco a poco pudimos recuperar una versión más «moderna» del personaje que, aunque no era Oráculo, si que combinaba ciertas cualidades de ambas encarnaciones del personaje. Pero hablábamos del tie in de marras…

Que poses más raras pone esta chica.

Joker War nos viene a contar como el Joker descubre la identidad de Batman y de todos sus asociados, por lo que este tie in muestra como el Joker se cuela en casa de Barbara para recordar viejos éxitos y se lían a tortas hasta que el Joker desactiva el implante que ella lleva en su columna vertebral y la deja otra vez sin poder usar sus piernas. Por supuesto, ella se resiste con uñas y dientes a pesar de que el Joker sigue insistiendo en que solo quiere «hablar», por lo que llegados a cierto punto Barbara decide que no va a dejarle «hablar», y empieza a reirse del Joker porque al fin y al cabo no deja de ser un idiota desesperado por conseguir la atención de Batman. Esto, que ya lo habían hecho Batman y hasta Terry McGinnis en su día, aquí se plantea como algo desquiciadísimo con Barbara riéndose como si fuera el Joker (o Harley, o Punchline, o yo que sé).

Yo en este dibujo lo que no puedo dejar de ver es esa oreja, ¿tendrá familia ferengi? ¿Y cómo le puede estar saliendo la oreja de ahí?

Y bueno, que el Joker esto se lo toma mal, y empieza a controlar las piernas de Batgirl a través del implante de marras, y acaban en un tejado pegándose otra vez y Barbara clavándose una tubería en la espalda para liberarse del implante (porque ella decide que hacer con su cuerpo) y a todo esto el Joker sale corriendo y ella le tira la tubería y lo empala con ella, terminando el cómic con los dos paralizados y desangrándose en el suelo. Y pensarán que han hecho justicia con esto, porque hasta en la última viñeta el Joker califica a Batgirl como «el mejor Robin»…

¿Qué cuernos acabo de leer?

El problema de este cómic entre otras cosas no solo está en la caracterización de Batgirl (que no está en absoluto preparada para un ataque así, aun a sabiendas de lo que estaba haciendo el Joker en aquel momento) o la del Joker (que la sigue infravalorando y ni se molesta en hacer nada especial con ella como disfrazarse de yo que se qué) si no en que si en el centro de la historia está el que Batgirl se reivindique sobre el Joker y le haga ver que es «el mejor Robin», que la tenga en cuenta como algo a respetar, consigue todo lo contrario. Porque yo, como lector, soy consciente de que no van a lisiar al antagonista principal del crossover en un mero tie in. Un tie in es una lectura complementaria, que no es necesaria para entender el conjunto general de la historia y si acaso te cuenta que es lo que hacían personajes secundarios del conflicto durante la historia principal. Por eso no acabo de entender que Castellucci haga girar la historia sobre la reivindicación de Barbara cuando precisamente este cómic, por su misma naturaleza de «lectura suplementaria», es y debe ser intrascendente.

¡Si es que hasta los tie-ins del crossover llevan la coletilla de «Collateral Damage»!

Y es que desengañémonos, Barbara Gordon no necesita que la salven ya de nada, porque se salvó ella sola. Ya ajustó cuentas con el Joker, ya lo dejó en ridículo, ya le puso los puntos sobre las íes y esto que tenemos entre manos es el enésimo intento de recontar la misma historia, de enmendarle la plana a Alan Moore, de contar una versión alternativa de aquella escena de Killing Joke y de, en definitiva, hacer lo mismo que lleva haciendo Geoff Johns desde el principio de su carrera como guionista: vivir de los restos de Alan Moore. Ay DC, ¡y pensar que si no hubieras sido tan trilera habrías tenido a Alan Moore todos estos años y no a sus imitadores…!

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