Diógenes no ha dejado de llorar y gritar por los pasillos desde que ayer vio que se hablaba de la Cosa de Tom DeFalco en el blog (dicho así suena muy mal) pero eso le sirve como justo castigo por su mal comportamiento durante toda la cuarentena (y la década previa). Pero volviendo a lo realmente importante, ayer dejamos a Ben Grimm en una situación realmente peliaguda al borde de la muerte por culpa del Virus-X de M.O.D.O.K.. Pero La Cosa no va a dejarse morir tan fácilmente y con la ayuda de unos buenos amigos (los 4F no, esos estaban ocupados o algo) pondrá patas arriba el mundo entero si es preciso para encontrar una cura para su condición…
Ben Grimm se arrastra penosamente por las calles de Nueva York tratando de llegar hasta el Edificio Baxter con la esperanza de que su amigo Reed Richards pueda curarle, pero ha tenido la mala suerte de cruzarse en el camino de unos delincuentes de tres al cuarto que por algún extraño motivo creen que alguien que se ha enfrentado a Hulk o a Galactus no es tan duro como aparenta y que ellos pueden con el… que malas son las drogas.
Unas calles demasiado concurridas en las que la Cosa y estos pandilleros enajenados casi chocan con un dibujante freelance que pasaba por allí y que en su abultado portafolios esconde un familiar escudo rojo blanco y azul. Y así mientras esos locos se entretienen rompiendo bates de béisbol contra la Cosa, el Capitán América aparece como un relámpago para ayudar a su amigo y deja por los suelos a esos locos que igual no deberían vivir en una ciudad con tanto superhéroe por metro cuadrado.
Sin perder ni un instante (y perdiéndonos el ver como cargo con el enorme cuerpo de la cosa hasta allí) El Capitán América ha llevado a Ben hasta el Baxter donde Mr. Fantástico y el Hombre Gigante II (Bill Foster) le están examinando en una escena en la que DeFalco recarga tantísimo la exposición de sus textos que me sorprende que el Capi no tenga un monologo interno recordando al lector que el suero del supersoldado le dio sus habilidades.
El mal carácter de Ben no se toma bien el ser tratado como un conejillo de indias y comienza a romper el equipo con el que les tan tratando justo cuando descubren que el virus ademas de matarle también le esta deformando (que ya es crueldad), por lo que su enfado aumenta y ataca también a sus amigos.
Reed consigue calmarle pese a que Ben no se fía demasiado de la promesa de su amigo de curarle (ya se sabe que el punto flaco de Reed es curar a la cosa, todo lo demás se le da bien) y se marcha de allí cabizbajo casi esperando la muerte aceptando solo la compañía de su amigo Bill quien se encuentra en una situación parecida debido al envenenamiento radiactivo que le esta matando.
Y ya que la ciencia no es lo suyo, el Capitán América decide probar otro sistema para ayudar a la Cosa, aporrear criminales hasta que le den la localización de los cuarteles de I.M.A. con la esperanza de que ellos tengan un antídoto para el Virus-X.
Muy lejos de allí, en el circulo polar antártico, se encuentran esos cuarteles de I.M.A., donde uno de sus agentes pasea monologeando en voz alta por los pasillos presumiendo de lo impresionante que es esa base y sorprendiéndose de encontrarse a varios de sus compañeros metidos en una urna de cristal gigante muriendo a manos del Virus-X por culpa de un rencoroso M.O.D.O.K. que pese a su enorme tamaño no había llegado a ver.
Este de algún modo no castiga a su lacayo por su insolencia (quizás es el único que le queda vivo) y pese a afirmar que no necesita darle explicaciones se las da, algo a lo que su lacayo corresponde avisándole de que el Capitán América les esta buscando en Nueva York, algo que preocupa a M.O.D.O.K. quien ordena prepararle una recepción.
De vuelta en los Estados Unidos La Cosa ha llevado a Bill hasta el lugar desde el que los futuros 4F despegaron hacia las estrellas y tras el flashback de rigor para rellenar paginas y recontar el origen del cuarteto, Ben acepta no rendirse, Bill se avergüenza de sentirse mal por estar muriéndose ya que la Cosa lo tiene peor por ser feo (lo que no tiene sentido alguno) y justo en ese momento la radio de Ben interrumpe el dialogo de autocompasión.
El de la llamada debía ser el Capitán América ya que lo siguiente que vemos es a ese trío de héroes (los 4F debían estar muy ocupados haciendo otra cosa para ayudar a Ben a no morirse) asaltar unas instalaciones de I.M.A. y pasando sin problemas por encima de unos soldados con un concepto de si mismos demasiado elevado.
Una vez que están todos en el suelo el Capitán América localiza un teletransportador con unas coordenadas preprogramadas y deciden subir a bordo y activarlo con la esperanza de que les lleve hasta M.O.D.O.K. y el antídoto, lo que a priori no parece la mas inteligente de las ideas…
Y no, no lo era, ya que cuando se materializan de nuevo lo hacen rodeados por M.O.D.O.K., soldados de I.M.A. y un robot feisimo modelado a partir del físico rocoso de la Cosa que estaban esperándoles.
Como era de esperar lo que sigue es un combate frenético entre héroes y villanos (que M.O.D.O.K. podría haberse evitado haciendo que se teletransportasen dentro de una celda o un campo de fuerza) en el que nuestros héroes no tienen demasiados problemas para hacer frente a unos soldados de I.M.A. que a estas alturas estoy convencido de que se drogaban, porque ese exceso de confianza que tienen siempre no es normal.
Durante el fragor de la batalla el Hombre Gigante se escabulle sin ser visto (lo que tiene mucho merito) para tratar de encontrar el antídoto, algo que acaba encontrando en un laboratorio, llevándose la sorpresa de que se trata de una especie de rifle inyector que introduce en el cuerpo algo que anula la radiación del mismo, lo que podría no solo curar a la Cosa sino también a si mismo.
Ajenos a ese descubrimiento el Capitán América y la Cosa siguen dando buena cuenta de los soldados de I.M.A. mientras M.O.D.O.K. se limita a flotar por ahí vanagloriándose de como sus agentes van a vencer al final pero sin intervenir en la batalla ni utilizar sus poderes (que el villano no solo es grotesco, suele ser bastante poderoso) Pero en ese momento la Cosa lanza con fuerzas al robot que lleva toda la batalla dándole el coñazo contra una pared, rompiéndola en el proceso y llenando la base con las frías aguas de la Antártida.
Aprovechando esa distracción Bill Foster se une a sus compañeros llevando el rifle inyector y corren a la plataforma teletransportadora para escapar, con tan mala suerte de que una roca cae sobre su mano arrancándole el rifle y rompiendo el contenedor del antídoto que empieza a derramarse.
Cuando llegan de nuevo a la base de I.M.A. en Nueva York Bill Foster descubre con horror que en el rifle solo queda suficiente antídoto para una dosis, es imposible que los dos se salven, pero tras unos segundos de duda decide curar a la Cosa y mientras este se recupera Foster se aleja de allí autocompadeciendose pero convencido de hacer lo correcto porque el mundo no necesita a héroes de segunda fila como el…
Un final muy anticlimatico a la altura de los diálogos recargados, el exceso de exposición y una pobre caracterización que son prácticamente la marca de fabrica de DeFalco. Porque si, no lo voy a negar, estos cómics son malos, de lo peor que le he leído nunca, pero si hay que cebarse con el ya lo dejaremos para Diógenes. Por su parte la historia de Bill Foster no termino aquí, y en lo siguientes tres números de Marvel Two-In-One la Cosa busco la ayuda de Walter Langkowski/Sasquatch para tratar de curar a Foster, ayudo a Alpha Flight a derrotar a uno de sus enemigos, juntos el y Bill se enfrentaron a un viejo enemigo suyo de los tiempos en los que se hacia llamar Goliath Negro y finalmente se curo gracias a una transfusión de sangre de la Spiderwoman original. Y todo para no convertirse jamas en un personaje relevante, aparecer esporadicamente aquí y allá y morir a manos de Brian Bendis Mark Millar en Civil War tras convertirle en Vengador con la única intención de que fuese carne de cañón… Igual le hubiese venido mejor morirse a manos de DeFalco en lugar de alargar el sufrimiento a lo tonto.
Pero se lo que muchos están pensando, ¿Que hubiese pasado si los acontecimientos se hubiesen desarrollado de otra forma? ¿Y si todo hubiese sido diferente? O como dirían los americanos, What If…? Y es que Tom DeFalco parecia encariñado con esta historia (a saber porque) y le dio una especie de epilogo un año después en la serie de What If? Ofreciendo a los lectores un desenlace muy diferente que como no podía ser menos veremos también por aquí mañana mismo en lo que ha terminado convirtiéndose casi en una semana temática dentro de la cuarentena temática (para desgracia de Diógenes) Así que mañana volveremos por aquí con la otra conclusión de esta poco épica saga.