Pues… Hoy no voy a hablaros de un cómic, si no de dos. Sí, porque la cosa empieza a complicarse, y si bien en números anteriores lo más «incomprensible» había sido el cameo de Rachel Summers o el de Magneto quedándose sin asteroide M porque Warlock se chocaba con el según llegaba a la Tierra -que bien nos habría venido Warlock en 1991- la saga que empieza en The New Mutants 22 hace referencia a un Annual de Marvel Team Up de 1983, el número seis:
No hay mucho que contar más allá de que viene escrito por Bill Mantlo y dibujado por Ron Frenz y Kevin Dzuban, y en el se viene a contar de una forma bastante machacona quienes son Los Nuevos Mutantes y quienes son Capa y Puñal, dos adolescentes a los que inyectaron una droga experimental que les convirtió en sendos avatares de la Luz y la Oscuridad (¿no es algo terrible y maravilloso?). En aquel momento ambos grupos eran las nuevas apuestas de Marvel, con lo que no era de extrañar que Mantlo, como creador de Capa y Puñal, decidiera promocionar a estos últimos junto a la nueva sensación mutante en un Annual con nuestro amigo y vecino Spiderman. Sin embargo, en los dos años desde la publicación de dicho annual la suerte de ambos títulos había sido un tanto distinta; Los Nuevos Mutantes habían triunfado como se esperaba del primer spinoff de X-Men, mientras que Capa y Puñal habían tenido que pasar primero por una serie limitada hasta conseguir su serie regular, con lo que no es de extrañar que las cabezas pensantes de Marvel quisieran repetir la jugada promocional del annual y volver a mezclar a Capa y Puñal con Los Nuevos Mutantes. Solo que esta vez el crossover iba a pasar por las manos mucho más competentes de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz…
El número 22 de The New Mutants empieza -como viene siendo habitual- con más rutina, mostrándonos a Rondador Nocturno y Coloso entrenando a algunos miembros del grupo. Es una de las contadísimas ocasiones en las que veremos a Sienkiewicz dibujando a «los mayores» durante esta etapa y tiene su aquel ver su interpretación porque es la Patrulla X de los tiempos de Romita Jr, la de Tormenta punk perdiendo sus poderes y todo aquello. Lo que es peor, tanto Uncanny 188 como el número siguiente se cruzan al contar la trama paralela de como Magneto es rescatado por Lee Forrester y vuelve a la isla cthuliana en la que se enfrentó a los X-Men allá por su número 150, sin que los lectores de la época supieran muy bien a santo de que venía todo aquello. Pero claro, nosotros lo entendemos perfectamente porque sabemos que Magneto acabaría siendo el mentor de los Nuevos Mutantes cosa de un año más tarde.
Sin embargo, la aparición de estos personajes sirve para poner en contexto a personajes como Rahne respecto a mutantes de aspecto «peculiar», porque al fin y al cabo entre los nuevos mutantes lo más parecido a algo así hasta ese momento -exceptuando a Warlock- había sido la propia Rahne, con lo que cuando ella y su fundamentalismo cristiano se cruza con un tipo que tiene el aspecto del mismísimo demonio -y que encima comete la herejía de ser católico, oiga- pues como que vemos en acción todos sus prejuicios y la basura que el reverendo McCaig le había metido en la cabeza. Y es especialmente interesante esta escena, porque nos sirve para detenernos en el hecho de que si hasta entonces la caracterización de Rahne había sido un poco la de «niña chiquillo», Sienkiewicz empieza a dibujarla como lo que es, el miembro más joven del grupo y la más aniñada, mientras que otros miembros del grupo como Roberto, Dani o Sam si que muestran más edad. Todo esto con un añadido interesante en estos cómics, porque Sienkiewicz dibuja una versión «adulta» de Rahne, primero una versión idealizada de cuento de hadas y luego una provocada por la trama principal de todo esto. Pero igual nos estamos adelantando un poco, mejor detallaros de que va todo esto.
Más arriba os comentaba que esto venía a ser una continuación del annual aquel de Mantlo con Capa y Puñal. Bien, pues aquella historia nos contaban como unos narcotraficantes desaprensivos trataban de recrear la droga que dio sus poderes a Capa y Puñal y se la inyectaban a Roberto y Rahne, los cuales acabarían convertidos en versiones chungas de luz y oscuridad que volverían a la normalidad gracias a la intervención de Capa y Puñal (más que nada porque Mantlo de los Nuevos Mutantes no controlaba mucho, que no veáis lo que se nota en esa historia). Esta continuación muestra como esa normalidad es solo temporal y Roberto empieza a tener cambios de comportamiento y fisiológicos que le provocan primero pasarse de frenada durante una clase con Coloso y en el número siguiente trasnformarse en una especie de criatura monstruosa de oscuridad que le mete una paliza al pobre mutante ruso. Y a todo esto, cachondeo con Rahne…
Porque tras tener un gesto muy feo con Rondador Nocturno, Rahne se vuelca en escribir un cuento de hadas sobre una princesa licántropa que trata de salvar a su príncipe azul, que ha sido atacada por una bruja plateada y su malvado caballero negro. Tras un enfrentamiento de la princesa Alystraea con ambos, la cosa se vuelve bastante chunga cuando la princesa no solo no acepta la petición de clemencia de ambos si no que la emprende a dentelladas con ellas, momento en el cual termina el cuento y la Rahne del mundo real acaba el cómic con un misterioso colgante entre sus dedos…
La semana que viene seguiremos con mutantes, mutantes con drogas, mutantes no tan mutantes con drogas y comprobaremos como Rahne de mayor debería haber sido como Karen Gillan y no como Maisie Williams.