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El monstruo de los manchurrones: Los Nuevos Mutantes de Bill Sienkiewicz (II)

Lo primero de todo es dejar claro al personal algo sobre Claremont: No, en sus quince años en los mutantes no hacia historias autocontenidas y ajenas a todo lo anterior de los personajes o a las series paralelas, y el Oso Místico no es una excepción. Lo que es peor, Claremont la empieza introduciendo a Rachel Summers, la hija del Scott Summers y Jean Grey de un futuro paralelo que no va a tener nada que ver con Nuevos Mutantes pero que sí que iba a hacer lo suyo en Uncanny X-Men y en la futura Excalibur. Desconozco si la idea original era que Rachel fuera un personaje de Nuevos Mutantes y si cambiaron las circunstancias, pero creo que con esto queda claro que para Claremont Uncanny y New Mutants eran la misma serie, y no la serie paralela para ordeñar la vaca que el resto de la humanidad asumía que era.

¡Joder con el oso!

Porque claro, cada vez que le preguntan a Chris Claremont cual es su historia favorita de su trabajo en los mutantes, de cual está más orgullosa, Chris siempre dice lo mismo «Desde Uncanny X-Men 94 hasta la página 12 del 279, más Nuevos Mutantes, Excalibur, Lobezno y demás, todos son una misma historia, son la vida de unos personajes.» La vida no se puede contener a una sola serie, las personas se van mezclando unas con otras al margen de que sean protagonistas de esto o lo otro, y por eso Claremont se llevaba por aquella época esa reputación de «culebronero». New Mutants nos saca a Rachel mientras nos cuenta que Danielle Moonstar sigue aterrorizada por el Oso Demonio que mató a sus padres, el mismo oso del que ya se hablaba en en número tres de la serie y que se recupera en este cómic mediante la narración de Dani, que de paso nos presenta a todo el grupo mientras tratan de sobrevivir a otra sesión de entrenamiento. Hay que tener en cuenta que tanto Illyana como Magma son personajes relativamente recientes dentro del grupo, con lo que en este cómic se van estableciendo las nuevas dinámicas entre personajes como la amistad de Dani e Illyana -la cual ya se empezó a ver en la saga anterior- o el cuelgue de Sam por Amara.

Aunque el Oso de marras ya salía en el número anterior de una forma un tanto más… Peculiar.

Tras otro puñado de viñetas con Rachel intentando contactar con La Patrulla X infructuosamente, y un interludio protagonizado por un futuro miembro del grupo, volvemos otra vez con Dani, que se pasa horas y horas entrenando en la Sala de Peligro una forma de derrotar al Oso, de vencer su miedo. Sienkiewicz sigue construyendo más mediante la mancha que con la línea, contrastando una Dani hecha a manchurrones con una Illyana a línea, completamente escéptica de las mentiras que le cuenta su amiga para no preocuparla y poder enfrentarse a sola al demonio por un absurdo sentido del honor y por lo que es peor, la firme convicción de que el oso va a matarla igualmente y es mejor que esté sola para que no se lleve a nadie más. Y claro, al final acaba encontrándose con el dichoso oso:

«Había un oso, un oso, ¡un oso!, era negro, era enorme, ¡cubierto de pelo horroroso!»

Si los detractores de Claremont suelen decir que mete demasiado texto, aquí no tienen más remedio que guardar silencio porque todo el combate entre Danielle y el oso recae sobre Sienkiewicz, sin el menor cuadro de texto o diálogo en casi todo su desarrollo. Vemos la desesperación y la furia animal de un oso  que la odia sin ningún tipo de racionalización, que la detesta a muerte porque -oh sorpresa- lo que más teme en este mundo es a ella, a la pobre Dani Moonstar. Dani trata de sobrevivir a los zarpazos de semejante mostrenco y en ningún momento deja de plantarle cara:

Sienkiewicz no sabe narrar. Noooo, que va.

El enfrentamiento entre los dos son dos páginas que me encantaría ver en la pantalla grande, porque tienen una fuerza dramática tremenda. Dani forcejea con el oso, le mete una flecha en la boca con sus propias manos y hasta consigue una aparente victoria al final del enfrentamiento, pero como bien saben los aficionados al cine de terror, la primera vez que consigues derrotar al monstruo y  ya cantas victoria… Estás jodido, porque el bicho seguro que sigue vivo y vuelve para matar a Krillin. El Oso Demonio no iba a ser menos, y así es como Sienkiewicz acaba regalándonos una viñeta como esta:

Chris Claremont, maestro del cliffhanger. Hijo de puta.

Toda la pelea es para enmarcar, Dani no deja de estar aterrorizada del monstruo pero sigue peleando, la masa negra y casi informe va variando de tamaño entre viñeta y viñeta, todo dientes y zarpas saltando sobre la pobre cheyenne en una coreografía de contraste constante entre las masas de negro y el blanco de la nieve. Para cuando llegamos a la última viñeta seguimos viendo una masa negra enorme -el árbol- y a los compañeros de Dani desconsolados ante su amiga destripada, elaborando una imagen que en la que para cualquier espectador destaca ante todo un color: el rojo. Gran trabajo de Glynis Wein -nunca todo lo bien apreciada que se debería- y una de las mejores formas que he visto de empezar una nueva etapa en un cómic.  Ya nadie podría volver a llamar a los Nuevos Mutantes los Bebés-X, porque esto era cualquier cosa menos la versión infantil de Uncanny X-Men…

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