Cuenta John Byrne que Chris Claremont es el único guionista que le ha hecho llorar leyendo una página dibujada por él mismo. «Chris Claremont es el maldito mejor Chris Claremont que puedes encontrarte, sin duda alguna», dice, y teniendo en cuenta que esto lo dijo en el año 2003 después de más de veinte años de puyas entre ambos, está claro que Chris Claremont marcó a John Byrne.
Porque si durante su trabajo en Iron Fist Byrne se había sentido como un «art-bot» que se limitaba a dibujar lo que Claremont le pedía, en X-Men la cosa ya cambiaba, porque Byrne estaba mucho más implicado en los personajes. Que el nuevo editor, Roger Stern, fuera uno de sus amigos y le diera manga ancha para «inspirarse» también debió ayudar, provocando que con el tiempo la serie se convirtiera en un auténtico campo de batalla entre Claremont y Byrne, con el primero escribiendo un guión, el segundo modificándolo como le daba la gana y la voz cantante llevándola Claremont, que escribía largas parrafadas dejando claro por donde debía ir la historia y los personajes. Y mientras tanto, mes tras mes, Uncanny X-Men brillaba como nunca había brillado en toda su historia, con la serie pasando de estar a 30000 ejemplares de la cancelación a vender más de medio millón de ejemplares al mes; Daban igual las guerras entre Claremont y Byrne, lo cierto es que el resultado final era un cómic estupendo, una de las mejores obras de la historia de Marvel y un auténtico punto y aparte en la historia del género. Y maldita sea, hasta Claremont y Byrne tuvieron que reconocerlo, el producto de sus peleas era oro puro.
Y por supuesto, lo que se sabe de los entresijos de esas broncas es un tanto contradictorio; si Byrne dice que la historia de Días del Futuro Pasado es idea suya «porque a Claremont no le gustaban los Centinelas», Claremont dice que no, que es suya pero que Byrne se salió igualmente. Si Byrne dice que el no tiene ego y que el que lo tiene es Claremont, Chris se limita a ponerse a un lado y dejar que John diga lo que le de la gana. Fuera lo que fuera lo que pasase entre los dos, lo cierto es que John Byrne no duraría mucho en la serie tras la marcha de su amigo Roger Stern del puesto de editor y el tandem Claremont/Byrne no se reeditaría hasta veinte años más tarde -que por cierto, si les toca juntarse cada veinte años, ¡ya vuelve a ser hora!- pero el Byrne que deja Uncanny X-Men en aquel momento ya no es el que la empezó cinco años antes; para entonces ya se ha asentado como dibujante habitual de Los Vengadores, había completado una gran etapa en Capitán América junto al propio Stern y había hecho sus pinitos en Fantastic Four junto a guionistas como Marv Wolfman o Bill Mantlo, por lo que lo extraño no fue que acabara dibujando Los 4 Fantásticos, lo extraño fue que acabara en ella también como guionista y convirtiera la serie en uno de los superventas de Marvel. Pero no nos adelantemos, porque primero toca hablar de Jim Shooter.
Para entonces Byrne ya había tenido sus primeros roces con Jim Shooter, el editor jefe de Marvel en aquellos tiempos. A principios de los 80 Jim Shooter se había quitado de encima a toda la vieja guardia de los 70 -Roy Thomas, Marv Wolfman y Len Wein, básicamente- y su intervención más sonada había sido la que obligó a Claremont y Byrne a matar a Jean Grey al final de la Saga de Fénix Oscura. Byrne describe a Shooter como un tipo micromanejador, arbitrario y dictatorial que tampoco tenía mucha idea de lo que hacía, con casos lamentables como la ocasión en la que, durante su etapa en Capitán América junto a Roger Stern, a Shooter se le ocurrió que a partir de entonces la serie debía constar de números autoconclusivos. Stern, que tenía ya pensada una historia de tres números, decidió no pasar por el aro, y el editor Jim Salicrup le pidió a Byrne que guionizara entonces la serie, cosa a la que el dibujante se negó por lealtad a su amigo, abandonando también la serie. Preguntado por el particular años más tarde, Shooter dijo que «debía haber sido un malentendido» y que no recordaba nada parecido, mientras que el propio Stern apunta hacia el editor Jim Salicrup que, presionado por la nueva política de Shooter de retrasos cero, quiso forzar un fillin en la serie cuando Byrne se acababa de casar y Stern estaba enfermo, cosa a la que Stern y Byrne se negaron porque creían que podían sacar el trabajo adelante igualmente, pero Salicrup no quiso pillarse los dedos y puso el fill-in. Esto, que en principio no debería ser ningún problema, molestó tremendamente a Stern, porque no solo el equipo creativo perdía así una bonificación por publicar varios números seguidos, si no porque como antiguo editor él sabía que cada vez que publicas un número de relleno el número de lectores baja. Y por no querer discutir más pues oye, dejó la serie y Byrne también. Pero volvamos a los 4 Fantásticos…
Como decíamos, John Byrne ya había dibujado algunos números de la serie, y Jim Salicrup -otra vez- le sugirió hacerse con los guiones con Bill Sienkiewicz dibujándola. Byrne aceptó, pero cuando ya tenía preparados unos cuantos guiones Sienki decidió cambiar de aires -a Caballero Luna nada menos- y Byrne se encontró sin dibujante. Ante la perspectiva de tener que elegir dibujante, Byrne optó por la sensata decisión de pasar a ser autor completo, y así es como el número 232 de Fantastic Four nos vino escrito, dibujado y entintado por John Byrne. Había empezado su etapa más larga en una serie y probablemente el mejor de sus trabajos como autor completo.