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Veinte años de La Amenaza Fantasma: El día en el que Star Wars dejó de ser La Guerra de las Galaxias

Se cumplen hoy veinte años del estreno de La Amenaza Fantasma en España, que como siempre en aquellos tiempos recibíamos las películas un pelín más tarde que el resto del mundo, por eso de que en aquellos tiempos las latas de 35 milímetros se tenían que enviar por correo, doblar al castellano y todo eso. Veinte años después y con todo lo que ha pasado en este tiempo, casi nos parece una efeméride irrelevante, pero no debería parecérnoslo tanto, porque en cierto modo es la película que -junto a Matrix- marca el final cinematográfico del siglo XX y hace que nos cuestionemos muchos pilares de lo que consideramos que debe ser el cine. Y alguno dirá «ya se ha flipao Diógenes» y seguramente lo esté haciendo, pero seguid leyendo y ya me diréis en que me equivoco…

Así, en español, de cuando se destacaba más que esto era el Episodio I que el que la película se llamara La Amenaza Fantasma.

Yo llegué a ver La Amenaza Fantasma prácticamente virgen. Apenas había visto material promocional, no tenía internet en casa y el trailer lo había medio visto fugazmente en algún programa de «actualidad» presentado por Ane Igartiburu. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza la idea de que hubiera varios trailers, con lo que para mí el único trailer que existía era el teaser trailer, el primero, y todo lo demás eran las críticas que leía en periódicos o por la radio -¡porque la radio todavía existía y no podíamos verla por youtube!-. Así que tras tres meses de oir críticas y oir al librero de turno hablar sobre la versión pirateada que se había bajado y que «no le había gustado mucho», de esquivar entrar en alguna otra librería que tenía la banda sonora de la película a todo volumen -lo dicho, ¡quería preservar mi virginidad!- llegó por fin el día de ver la película y mentiría si dijera que para mí aquello no era un gran evento. Hay que tener en cuenta que en dieciséis años no se había estrenado una sola película de La Guerra de las Galaxias -quedaba muy poquito pero sí, todavía no era Estar Guars- con lo que Lucasfilm pudo hacer todo el hincapié en su material promocional sobre lo absolutamente único y excepcional que era aquello. Y yo por supuesto me lo tragué, que carajo.

Esto podía ser apasionante o referirse a la investidura de Pedro Sánchez, supongo que a Ferreras esta película le encantó (nota para los del otro lado del charco, Ferreras es un periodista de política que se entusiasma demasiado con las noticias).

Así que fui al cine, sí. Pensando que era un tipo inteligente y racional, pensando que sabía mucho de cine, de arte, de cosas de la imagen, pensando que tenía ya unos cuantos veranos a mis espaldas y buscando aquello que no había conseguido encontrar en ninguna película de la época pero sí que veía en las películas de Lucasfilm de los ochenta. Una peli de acción, de aventuras, mezclando la comedia y el drama, algo que no veía en los Roland Emmerich o Michael Bay de aquellos tiempos, a pesar de lo mucho que lo intentaban. Pensé que, pasara lo que pasase, por lo menos seguía teniendo la trilogía original, pero no vendría mal tener «otra película así». Y entonces vi la Amenaza Fantasma… Y no me gustó. No, no me gustó. En aquel momento casi diría que tuve un bloqueo mental que me hizo negarme la realidad a mi mismo, y es que aunque entre otras cosas no soportaba en lo más mínimo a aquel niño y todo lo que lo rodeaba -porque maldita sea, ¿alguien en su sano juicio cree que un niño esclavo tiene la pinta de Anakin Skywalker? ¿Había algo que hiciera mal aquel niño aparte de ligar?- salí con la sensación de que bueno, que podía haber sido peor, con una actitud completamente perdonavidas. En realidad la película no me había gustado un pelo, pero mi cerebro quería evitarme el trauma de hacerme reconocer así de sopetón que la película que tanto había esperado era mediocre tirando a mala. Meses después y tras dejar de pensar en la película como algo que no fuera simplemente una película, de repente me encontré a mi mismo escribiendo en internet que la película no me gustaba, en un post infantilmente catártico que fue ampliamente aplaudido por la concurrencia. Y supongo que, en parte, ahí nació Diógenes Pantarújez, de la necesidad de verbalizar lo que se me había pasado por la cabeza tanto a nivel consciente como subconsciente.

En esta suena la Marcha Imperial, pero es hasta peor que la primera. Ugh.

Pasaron los años y joder, desde entonces he visto películas que me han encantado, que me han enamorado perdidamente y luego he acabado viéndoles los pies de barro, pero ninguna que me decepcionara tanto como La Amenaza Fantasma. Supongo que la película me enseñó a no fliparme tanto, y con el tiempo hasta aprendí algo más de cine y empecé a entender algunas de las razones de Lucas para haber hecho la película de «esa forma». Nunca estaré de acuerdo en esas decisiones artísticas, pero puedo respetarlo, puedo entenderlo. Y aunque las batallas por internet entre fans de las precuelas y sus detractores durante años parecieron una partida de Gears of War, para cuando se estrenaron las secuelas y los ejércitos volvieron a movilizarse entre defensores y detractores yo ya me había hartado. Ni el Despertar de la Fuerza ni Los Últimos Jedi podían soñar con estar al nivel de los buenos viejos tiempos, y me parecía hasta cómico que la gente se enfadara porque esas películas eran malísimas u horrendas. Yo ya iba por otro camino, ya sabía algo sobre montaje, puesta en escena, ya veía parte del código de Matrix y entendía que Los Últimos Jedi era una película fantástica, pero no era una película fantástica de la Guerra de las Galaxias. Para eso habría necesitado a Darth Vader, a Luke, Han y Leia metiéndose en líos y a George Lucas y sus rarezas.

Tendría que venir este vaquero a demostrar que podía gustarnos a rabiar una historia de Star Wars, aunque tardáramos quince años en verlo…

Porque maldita sea, George Lucas fue un genio de los años 70. Le dió al público una mezcla entre la screwball comedy y el cine de aventuras que definió las dos décadas posteriores, y todo a pesar de que era incapaz de escribir un diálogo que no pareciera salido de un generador de texto de una red neuronal de ordenadores. Treinta años después su novedad había pasado y estaba totalmente asimilada por Hollywood, y hasta el público parecía haber pasado olímpicamente de aquella revisión del género. Por aquel entonces ya todo eran películas de gente con muchísimos problemas -los de los personajes del Harrison Ford de madurez- en thrillers vertiginosos en los que apenas había lugar para un respiro. Ni siquiera Indiana Jones parecía ser capaz de cortar aquella tensión fílmica, ni el mismísimo Spiderman de Raimi, con sus rarezas, fue capaz de romper esa tensión de cuello que te ponía el cine de aquellos tiempos, nada parecía funcionar… Hasta que llegó Iron Man.

¡ANTES DE QUE SE HICIERA ESTA PELÍCULA IRON MAN ESTABA PARA EL DESGUACE, ERA EL MALO DE CIVIL WAR!

Para mi el auténtico heredero de la Guerra de las Galaxias es el MCU (¡y maldita la gracia que me hace que a los dos los comprara Disney!). Es un heredero completamente sintético, muy industrial, pero consiguió recuperar aquella extraña alquimia y recrear la fórmula para una nueva generación, creando un fenómeno parecido al que se dió en los 80 cuando todo se llenó de buddy movies y películas de aventuras. Y no nos engañemos, a pesar de que la fórmula este medida al milímetro, de vez en cuando alguna de estas películas ha tenido margen para ser más personal, más cercana a las intenciones del director. Las extravagancias de Thor Ragnarok o Iron Man 3, denostadas por tantos y adoradas por otros, nacen en gran parte por ser películas más personales que otras. Y seguramente ahí esté el mayor problema de La Amenaza Fantasma, que seguramente sea la película de Star Wars más personal para George Lucas. Él seguramente te diría que para el es más personal La Venganza de los Sith, porque visualmente se permite algunas licencias -licencias que casi nadie notaba ya a esas alturas, con tanto sablecito dando vueltas y tanta cucamona- pero La Amenaza siempre me pareció más «Lucasiana», con más rarezas del estilo de las que veíamos en THX o American Grafitti.

Que el Retorno del Jedi también tiene sus Lucasadas, peroa todo el mundo la que le gustaba de verdad era El Imperio que era la que menos tenía que ver con George.

Los anglosajones tienen mucha manía por hablar de los libros, los cómics o las películas que les han gustado y verlos como algo muy personal que los han hecho ser como son, aunque a mi personalmente eso siempre me pareció una horterada; en el fondo eres todo lo que has visto y has vivido, y aunque es cierto que algunas experiencias te influyen más que otras, al final lo que te mueve no es tanto lo que más te ha gustado si no lo que te ha hecho preguntarte por qué, cómo y demás preguntas que te sirven para aprender.
Y maldita sea, La Amenaza Fantasma me ha hecho ser como soy, aunque solo fuera porque para mi era un puzzle fascinante que nacía de una pregunta muy simple: ¿por qué cuernos no me gusta?

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