Aprovechando que es verano y que no nos mira nadie, vamos a aprovechar para hablar de algunos cómics de los que no hemos hablado lo suficiente a lo largo del año, ya fuera porque la actualidad apabullante no nos deja en paz o porque era preferible hablar de la enésima película de Marvel que de tebeos estupendos. Hoy en la sección que deberíamos llamar «sección de cómics de los que deberíamos hablar más pero ni le ponemos nombre porque no creo que se repita mucho» tenemos al Criminal de Ed Brubaker y Sean Phillips.
Criminal es una antología de serie negra que lleva publicándose desde 2008, en aquellos tiempos en los que Marvel trataba de calmar a sus estrellas pagándoles más o menos bien, haciéndoles partícipes de lo que sería Marvel Studios -algunos de ellos eran consultados sobre los personajes y demás- y teniendo el enorme privilegio de publicar sus series «independientes» en la línea Icon, que contaba con la distribución del resto de las series de Marvel pero permitiendo que los autores mantuvieran los derechos de su obra. Icon funcionó en aquellos primeros años hasta que los autores se dieron cuenta que su obra apenas era promocionada, por lo que prefirieron empezar a llevársela a Image, donde aunque se corría en principio un mayor riesgo económico, el cómic era promocionado por la propia editorial y el porcentaje de los beneficios era bastante mayor. Por terminar de contar una historia que se nos haría demasiado larga, poco después todos estos autores acabarían largándose de Marvel y la editorial acabaría en una crisis creativa que todavía dura hoy en día, y si no pregúntale a Cebulski cuanto daría por recuperar a los Fraction o Brubaker que se le marcharon en su día. Pero estábamos hablando de Criminal…
Seguramente lo peor de Criminal sea a la vez lo mejor; son historias cortas de unos cinco números que poco tienen que ver entre ellas, aunque a veces los personajes y escenarios se repiten en una suerte de puesta al día del Sin City de Frank Miller -guardando las distancias, que Eisner me libre- a la que Brubaker vuelve entre Fade Outs, Fatales, Velvets y demás obras más «grandes». Esto hace que sean historias agradables de leer y que se comunican directamente con el lector -cosa que se agradece enormemente en estos tiempos del decompressed mal entendido- pero a la vez provocan que tanto nosotros como los autores seamos menos constantes, haciendo que se nos olvide coger el último número o leer el último TPB; para entendernos, es una de esas series ideales para tener en la pila de pendientes porque la falta de «continuará» no nos provoca el ansia de conseguir el siguiente cómic, pero a la vez es una delicia de serie y una garantía de pasar un buen rato. Pero bueno, parece que Brubaker y Phillips son conscientes de todo esto, porque este mismo año han relanzado la serie y han decidido que la serie tenga una mayor regularidad y unas historias de longitud más variable, de momento más cortas, buscando crearnos el hábito que tanto caos nos había hecho perder. Y de momento parece que lo están consiguiendo, porque el regreso de Criminal ha llamado la atención con una historia que creo que os picará la curiosidad: Bad Weekend.
Bad Weekend vuelve al sórdido mundo del cómic «ficcionalizado» del universo Criminal y recupera a Jacob Kurtz, protagonista de Bad Night, tratando de conseguir que su ídolo de infancia Hal Crane -un trasunto de Alex Toth y otros insignes cascarrabias del cómic- deje la botella y se comporte como es debido durante una convención de cómics. A lo largo de la historia -que es cortita, dos números- Brubaker se inventará jugosas anécdotas de Crane apuntando con una pistola a Gerry Conway en plena redacción de Marvel, episodios parecidos con Julie Schwartz, el accidente de Alex Raymond «adaptado» al universo Criminal y demás. Y aunque Brubaker le ponga a la historia el cartel de «todo parecido con la realidad es pura coincidencia», también se asegura de detallar en sus textos al final del cómicque las historias ficcionalizadas mezclan situaciones y personajes reales, citando autores y hechos concretos. Para los que nos gusta leer sobre historia del cómic -que si lees Brainstomping imagino que serás de esos- Bad Weekend es apasionante, al igual que The Last of the Innocent y los otros viajes al «comicverso» de Criminal, porque no se limita a ser esa visión nostálgica y almibarada con la que nos bombardean otros autores, reconstruye la realidad pero la cambia por otra parecida y hasta peor, introduciendo en ella personajes tremendamente humanos que persiguen macguffins maravillosos a lo largo de tramas muy bien construidas. Y sí, hay algún anacronismo entre los disfraces de la gente de la convención, pero el que se rasgue las vestiduras por ello que se vaya fuera de mi cesped.
Porque no puede ser, puñeta, que hay que leer Criminal. Recomiendo que la gente pruebe con Bad Weekend porque estará al caer su publicación por estos lares y aunque no sé exactamente como lo va a publicar al final Panini, es una historia corta y realmente con ella ves si es tu tipo de droga o no, pero el que quiera empezar fuerte -sin empezar por el principio del todo con Coward, como debería hacerse- que lo haga por The Last of de Innocent, que intercala una historia de regreso al pueblo en el que crecio el protagonista entremezclada con flashbacks de infancia y adolescencia que son puro Archie. Pero os recuerdo que esto solo es una recomendación y no una regla a seguir a rajatabla, que cada uno empiece por donde le apetezca porque al final el universo que han montado Brubaker y Phillips está compuesto por historias autoconclusivas que se pueden leer unas independientemente de las otras, asi que empezad a leer sin miedo.
Hala, la semana que viene hablaré de otro tebeo de la pila de pendientes, que hay que aprovechar el verano…