Lo habíamos dejado ayer con Misterio completamente deprimido el pobre porque no se puede tener tanto ego y tan poco fuste, y cuando se juntaron los Seis Siniestros lo que quedó claro es que los seis eran un absoluto desastre. Consciente de que si quería vengarse de Spiderman iba a tener que ser más astuto que echarle encima unos cuantos robots, Misterio decide en Amazing Spider-Man 24 quitarse la pecera y poner en marcha un plan no tan espectacular, pero si más efectivo:
Esto ya es la etapa de Ditko desbocado del todo, y por lo que se dice para entonces Lee ya no le mandaba argumentos y se limitaba a dialogar lo que Ditko le mandaba mes a mes, por eso estamos ante una historia en la que Spiderman se pasa más tiempo asustado que pegando mamporros. Y es que este cómic abunda en una idea que ya se avanzó en la primera aparición de Misterio, la de los superhéroes visitando al psiquiatra -o más bien psicoanalista, pero para Stan esos detalles son secundarios- cuando el Doctor Ludwig Rinehart viaja desde Europa hasta el despacho de Jameson declarando su interés por Spiderman «un hombre que se cree araña, pero sigue siendo persona y esa confusión entre id y ego lo va a volver loco». Jameson queda encantado con Rinehart y publica un artículo con sus teorías, el cual lee Peter… Y llega a la conclusión de que puede que el psiquiatra tenga algo de razón, y que esté a punto de volverse loco. La cosa se pone peor todavía cuando empieza a ver visiones de sus enemigos por todos lados, con lo que decide visitar a Rinehart y allí todo lo ve patas arriba… Literalmente:
Y cuando Spiderman ya da por hecho que esto no tiene ni pies ni cabeza y que ha perdido la cabeza del todo, poniéndose a merced de Misterio… Flash Thompson salva el día. Porque mirad lo que eran los tebeos de aquellos tiempos; resulta que Jameson se enteró de que Spiderman había entrado en casa de Rinehart, monta en cólera -y en un taxi- y se planta delante de su casa, con tan mala suerte de que se cruzara por allí Flash Thompson para recriminarle lo mal que trata a Spiderman. Incapaz de librarse del pesado de Flash, Jonah corre dentro de la casa de Rinehart con Flash haciendo una demostración pública de lo cansina que podía ponerse la gente también en los tiempos anteriores a twitter, con lo que los dos acaban entrando en la consulta de Rinehart como un elefante en una cacharrería justo en el momento en el que Spiderman estaba a punto de revelar su identidad. Roto el encanto del supuesto psicólogo, Spiderman es capaz de ver tras de sus espejismos y lo desenmascara, siendo su verdadera identidad nada menos que Quientin Beck. Oh, que sorpresa y menuda forma de reventaros un clasicazo.
La siguiente aparición de Misterio nos lleva ya a 1967 y al Spiderman ye-yé, el de la era Romita con el annual 4 de Amazing Spider-Man, y cuenta con Johnny Storm como estrella invitada. Del cómic en si poco tengo que decir porque no es ninguna maravilla, más parece un annual de la Antorcha Humana de Larry Lieber que del Spiderman de Lee y Romita, y eso se nota en que los oponentes son Misterio haciendo equipo con el Mago Sin Alas -The Wizard, el de los 4 Terribles- que les engañan a los dos héroes para hacer una película y con ello dar rienda suelta a sus maldades. Del cómic yo me quedaría con la sentida reacción del pobre Quentin al ser derrotado:
Pero no iba a sufrir mucho más, porque su venganza iba a sentirse pronto, muy pronto. Tan pronto como un año después, cuando reaparecería en Amazing Spider-Man 66 y 67 en una historia en la que, ya por fin, Stan Lee nos daba su versión definitiva de Misterio, una en la que queda claro que lo grande de Spiderman estaba en Ditko y no tanto en Lee. La cosa empieza con Misterio fugándose y proclamando a los cuatro vientos su propósito de venganza, tras lo cual tenemos unas cuantas páginas de Peter Parker dando pena, Jameson siendo un desalmado y Gwen Stacy siendo tan insoportable como siempre. Tan ensimismado está Peter Parker con su propio culebrón -esos Osborn, que insufribles son- que Misterio acaba teniendo que recurrir a asustar viejas por la tele -a la Tía May, nada menos- para poder contar por fin con la atención de Spiderman, que va directo a enfrentarse a él en el lugar de su primer enfrentamiento. Que ya no sé ni como se acuerda el pobre Peter, que entre vida personal y supervillanos derrotados a paladas debe tener que consultar estas cosas en la wikipedia.
El caso es que los dos se arrean de lo lindo, Spiderman dando mamporros y Misterio esquivándolos entre la niebla, hasta que el bueno de Quentin hace su jugada maestra y encoge al pobre Spiderman hasta unos quince centímetros. Que el Hombre Hormiga no se quejaría de esto, pero para el Hombre Araña es algo realmente molesto y provoca que se pase veinticuatro páginas correteando por un parque de atracciones en miniatura mientras un Misterio gigante se lía a imitar al dios de las películas de Monty Python y tratar de aplastarlo como el insecto que no es. Finalmente -como no- Spiderman descubre que todo era mentira, que ni el se ha encogido ni Misterio era gigante, que todo eran trucos y sugestión, y acaba dando buena cuenta del señor de la pecera, dejando claro que a Stan Lee ya no se le ocurrían muchas ideas más con el personaje. Y así es como acaba el Misterio clásico, el Misterio de los 60.
Y el ciclo se repetirá a lo largo de los años, pero la dinámica siempre es la misma; en cuanto Misterio asoma, todo lo que leemos es mentira. Y probablemente ése sea el problema del personaje, que cuando hacemos un listado de sus historias o lo ponemos en portada ya avisamos al lector de que esto va a ser un engaño y pierde toda la gracia. Lo interesante de Quentin Beck está en esos casos en los que no sabemos que es él el que está detrás de todo lo que está pasando, porque nos pilla desprevenidos. Un caso claro es una célebre historia de Daredevil de finales de los 90 -no voy a decir cual, por si acaso- en la que ni se intuye que Misterio está implicado hasta casi las últimas páginas, o el de Old Man Logan, en la que al situar la historia en un futuro alternativo, el lector pierde toda referencia y el engaño tiene bastante más efecto. Aun así y con el marco del MCU, es complicado que una película como Spider-Man: Far from Home no nos parezca previsible cuando nos mete en el trailer a Misterio y nos adelanta una trama de la que no podemos creernos nada. Sabemos que esto es el MCU y no les va el «mindfuck», así que me pregunto cuál será la reacción del público cuando vea que el Príncipe de Persia no es quien dice ser, si no un farsante de poca monta; ¿han perdonado ya lo del Mandarín en Iron Man 3? ¿Es el espectador medio del MCU -ese que no lee tebeos- capaz de perdonar los engaños de Quentin Beck? Las primeras reacciones parece que andan un poco divididas, así que me da la impresión de que, una vez más, Misterio si que consiguió engañar a mucha gente y frustrar sus expectativas…