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Mefisto contra M'Rabo: La Navidad 2018 según Brainstomping (I)

Volvía a ser navidad, o por lo menos lo había sido hace poco. A M’Rabo estas cosas solo le importaban lo suficiente como para saber que entre noviembre y enero había polvorones en los contenedores de basura de los supermercados, exceso de cartones al día siguiente de navidad y roscones unos días después de año nuevo, aunque los de la panadería solían estar mucho mejor. Pero siendo M’Rabo como es, nunca se fiaba de lo que dijera el calendario y prefería husmear todos los contenedores todas las noches, que pensar en quedarse sin su dósis de azúcar navideño le pondría de peor humor que el que tiene Diógenes todo el resto del año.

Hay un mundo de ilusión ahí dentro.

Tan enfrascado estaba en su búsqueda de peladillas o lo que fuera, que M’Rabo ni se dió cuenta de que el contenedor en el que se encontraba empezó a subir por los aires, porque aunque el camión de la basura arma siempre un ruido de mil demonios, M’Rabo siempre fue muy despistado y así acabaron sus días, triturado entre basura al día siguiente de navidad. Nadie -Diógenes desde luego que no- se acordaría de M’Rabo, ni siquiera los que entraban a insultarlo en los comentarios -que no solo lo hacía Diógenes- ni aquellos que en un acto piadoso leían sus artículos -que eso desde luego no lo hacía Diógenes- a pesar de saber que iban a ser siempre lo mismo, una vomitona de nostalgia por una idílica infancia que jamás existió más que en su imaginación. Así que cuando M’Rabo se encontró en el Más Allá, lo único que notó es que todo parecía limpio como una nueva instalación de Windows XP:
-Ostia, se han borrao todos los iconos del mundo. Joder, ya no está ni el fondo de escritorio.
Y la verdad es que tenía toda la pinta, porque el suelo era todo de un gris metalizado y todo a su alrededor tenía un color turquesa que pedía a gritos poner una foto de Samantha Fox en bolas o algo más rancio y acorde a un adorador de las tostadoras.
-Seguro que ha sido el marisabidillo de Diógenes, tanto borrar archivos del mundo para hacer espacio para sus jueguecitos y claro, eso es malo para el Windows y lo acaban colgando. O eso o ha sido el Fornite, seguro que ha sido el Fornite, tanta gente jugando al Fornite.
Cualquier otra persona habría hecho lo normal, que es andar en alguna dirección buscando una salida, una forma de salir de esa telaraña de inmenso vacio. Pero M’Rabo es un tipo muy especial, tremendamente especial, excesivamente especial:
-¿Para qué me voy a mover, si no tengo a dónde ir y todo esto es igual vayas donde vayas?
El infierno es el eterno pantallazo azul, te lo digo yo.

Y se quedó quieto como un animalillo ante los faros de un coche, pero no un cervatillo o un bicho de esos que se pone tenso, si no una marmota narcoléptica. Porque no nos vayamos a engañar, M’Rabo estaba muerto. Y los muertos no duermen:
-Pues vaya puta mierda de eternidad si no me puedo echar una siestecita.
Debieron de pasar cinco minutos que a M’Rabo se le hicieron mil años, pero no fue hasta ese momento que un señor apareció tras el apestando a azufre y le interpeló con tono siniestro:
-Qué, ¿pecado de pereza?
-¿Mande?
-¡Que te muevas ya, cojones!
El hombre que lo pateaba era un tipo tremendamente estirado, con la cara roja, la ropa roja, el pelo rojo, todo el rojo y según quien lo mirara tenía cuernos y rabo, tentáculos o yo que sé, pero M’Rabo veía otra cosa:
-¡Hostia, Miguel Bosé!
-¡No soy Miguel Bosé, idiota! ¡Soy Mefistófeles!
-Pues eres clavadito a Miguel Bosé. Ya sabes, Don Diablo se ha escapado, tu no sabes la que ha armado
-¿Se puede saber qué estás haciendo?
-Buscarte el rabo, ¿cómo es que no tienes rabo?
-Sigh, mira que hoy no estoy de humor para esto, pero si no hay más remedio…
A Mefisto esto le superaba, así que hizo una de esas transformaciones demoniacas suyas en las que hace arder todo y el sale en su encarnación John Romita Jr, con pelajos feos y tentáculos y lengua larga y tal:
El Mefisto este, que es más enajenado que el de Buscema.

-¡HOSTIA QUE ES MEFISTO! ¡DEVUÉLVELE SU MATRIMONIO A PETER Y MARY JANE!
-¡Calla, mortal, y desespera pues la hora de tu juicio ha llegado y..!
-¡Que no me da la gana, estoy en contra de tus retconeos! ¡Quiero ir al infierno de DC, antes el media mierda de Neron que tú!
La criatura hecha solo de maldad suspiró y bajó la cabeza, resignado:
-Y lo peor es que luego se pondrá a lloriquear y preguntarse por qué lo han mandado al infierno.
-¿Eh? ¿Al infierno? ¿Cómo que al infierno, si no he tenido un juicio justo ni nada? ¡Que no puede ser, que yo rezo siempre el jesusito de mi vida! ¡Todas las noches, no he ido nunca a misa pero jesusito me protege! ¡Llévate a Diógenes, Diógenes Pantarújez! ¡Él si que tiene un alma horrible llena de pecados, no tiene corazón ni entrañas, pero tiene un alma malísima que seguro que te interesa!
-Ah, pero el destino de los mortales es llegar al final de su camino tarde o temprano, y… Espera un momento, ¿Has dicho Diógenes Pantarújez?
-Sí.
-¿Diógenes Pantarújez, el que está muerto por dentro?
-Ése.
-¿Diógenes el que no siente ni padece, el amargado por todo, el que no tiene alma ni vergüenza?
-¿Lo conoces?
-¿Diógenes el que me vendió su alma para que Joe Quesada se convenciera de que había que separar a Peter y Mary Jane?
¡Y la culpa es de Diógenes, como siempre!

-¿Quéeeeeeeeeeeeeeeee?
-¡Y no me la ha pagado!
-¿Cóooooooooooooomoooooooooooooooooooo?
-Y lo peor es que ahora el infierno está insoportable, lleno de frikis a los que les preocupa más el matrimonio de esos dos que el que les arranquemos las uñas o les pasemos los genitales por hierro fundido. Así no hay quien torture a nadie, es un auténtico desastre.
-Si es que todo habría sido mejor si Diógenes no hubiera existido…
-Pues sí, porque por lo menos no me echarían la culpa de todo a mí y nos dejarían torturar en paz, que ya tengo al noventa por ciento de baja por depresión. No puedes sentirte valorado en tu puesto de trabajo si están todos pendientes de…
-Si Diógenes no hubiera existido…
-…si la pelirroja vuelve con su maromo o si esto es una disrupción de la continuidad y se carga la coherencia del relato y esas gilipolleces de youtuber tarado que va de listillo, que por cierto desde que hay youtubers no damos abasto porque esto…
-Diógenes, borrado de la existencia…
-…se nos llena de niñatos de esos que cotizan en Andorra y luego se quejan de que su abuela tiene que hacer cola en la Seguridad Social y… Espera un momento, ¿estás intentando decirme algo?
M’Rabo había dibujado en el suelo con su propia negritud falta un pequeño croquis que podría resumirse en una linea de tiempo en cuyo inicio aparecía un bebé orco tachado bajo el que había escrito «Niojenes caput» y un montón de emojis felices en el otro extremo:
-Podría funcionar. Pero tendrías que borrarlo de la existencia, ¡tiene que parecer que jamás ha existido!
Y así de sopetón y sin que a M’Rabo le diera tiempo a decir algo parecido a «eso decía yo», todo a su alrededor cambió y aparecieron… En el siglo XX:
El siglo XX se caracteriza por ser el siglo más guarro, para que negarlo.

-Calculo que Diógenes debió ser concebido esta noche, si quieres ganarte las alas e ir al cielo tienes que evitar que sus padres tengan relaciones.
-¿Diógenes tiene familia?
-Sí, por supuesto que tiene familia. Y no, antes de que digas nada no sé por qué tú no la tienes, seguramente tu madre te tiró al río al nacer o algo parecido.
-¡Igual mi tío mató a mis padres junto a unas hienas y en realidad soy el rey de Wakanda!
-Lo que quieras, tienes veinticuatro horas para evitar que exista Diógenes o si no acabarás toda la eternidad rodeada de gente que jamás ha leído un cómic en su vida y exigen que Puño de Hierro sea asiaticoamericano -y dicho esto Mefisto desapareció en un estallido de azufre, dejando que un pobre y confundido M’Rabo porque esperaba haber oido un bamf:
-Ah no, que eso solo lo hace Rondador Nocturno, y según Alex Ross su padre era Belasco y según Chuck Austen era Azazel.
Cuando consiguió ponerse en pie -que la nieve resbala lo suyo, oiga- M’Rabo miró a su alrededor y se dió cuenta de que aquel callejón era raro. Lo primero de todo es que estaba todo lleno de carteles pegados en los que había gente bebiendo y fumando, y eso por no hablar de políticos calvos pidiendo el voto, cosa inconcebible hoy en día porque todo el mundo sabe que si te quedas calvo pierdes las elecciones fijo. Pero lo que más le llamaba la atención era otra cosa:
-He viajado en el tiempo y encima vestido, ¡chúpate esa, chuarchenaguer!
Clavadito a Terminator, oiga.

Miró a su alrededor frunciendo el ceño y moviendo el cuello de forma brusca como si fuera un T-800, pero no vio a ningún trio de punkis fumando ni gente con navajas, así que no había forma de robarles la ropa para encajar en esa época. Claro que en aquellos tiempos todos vestían de forma tan andrajosa que las pintas de M’Rabo encajaban la mar de bien, pero aun así se sentía engañado porque no se había visto mil veces El Ministerio del Tiempo para que luego no pudiera vestirse de época, así que salió del callejón presto y dispuesto a robar ropa de algún tendedero -eso siempre funciona- y comenzar su aventura a través del tiempo. Pero fue justo en aquel momento cuando tuvo una visión angelical: En el contenedor que había a la salida del callejón -un contenedor metálico y gris, horroroso y que no separaba orgánico de plásticos ni nada- vio que alguien había depositado una caja de Tigretones. Una preciosa caja llena de Tigretones con su fórmula original, con el mismo aceite de colza y colesterol a granel que le habían alimentado durante toda su supuestamente feliz infancia. M’Rabo se lanzó sobre la caja como si no hubiera un mañana y comenzó a devorar con mayor fruición que un extra de The Walking Dead.
¡Es que son como droga!

Veinticuatro horas después el Príncipe de Todo lo Chungo se encontró a M’Rabo tirado sobre la nieve boca arriba y cubierto de un engrudo de nieve, migas y envoltorios de bollos caducados que realzaba especialmente su ya de por si monstruosa barriga, que palpitaba como un tumor hinchado de la forma más antinatural:
-¿PERO SE PUEDE SABER QUÉ COJONES HAS ESTADO HACIENDO?
-…
-¿Qué dices? ¡Habla más fuerte! -la personificación del mal se inclinó para desentrañar aquel patético hilillo de voz:
-…creo que es un infarto, aunque también podrían ser gases.
-Ya veo que si quieres algo bien hecho, tienes que hacerlo tú mismo y no mortales de mierda.
En algún sitio del futuro, Diógenes empezó a no sentirse bien.

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