Si ayer hablábamos de Bob McLeod y sus experimentos en los 90, hoy nos toca volver sobre él unos años antes, cuando había dejado temporalmente los lápices y centraba su tiempo entintando a algunos de los personajes más importantes de la Marvel de aquellos tiempos como Spiderman. Es justo en 1988 cuando tras el bodorrio del que hablábamos la semana pasada David Michelinie empieza a realizar los guiones Amazing Spider-Man y McLeod empieza a pasar a tinta las viñetas de la nueva estrella de la editorial: Todd McFarlane.
A diferencia de otros dibujantes de Image que explotaron justo en aquel momento, Todd McFarlane ya tenía una carrera más que decente antes de hacerse rico con Spiderman. Había trabajado en series como Batman o Infinity Inc, y aunque la editorial lo había premiado con ser el dibujante de uno de los crossovers más importantes de la editorial en aquellos años, «Invasion!», Todd era un tipo espabilado y supo jugar bien sus cartas al combinar estos trabajos primero con el Hulk de Peter David y luego con este Amazing Spider-Man. Sin embargo, en el momento en el que McFarlane llega a la serie tanto Marvel como DC parecen considerar que Todd no está lo suficientemente pulido, con lo que procuran que no se entinte a si mismo y le ponen bajo la tutela de profesionales de la casa como el propio McLeod, que hace lo que puede para mantener atado el estilo de Todd y corregir sus muchos errores. Y sí, ahora vamos con Veneno.
Y es que mientras tanto David Michelinie había estado preparando el regreso del Traje Alienígena a lo largo de pequeños insertos en las demás series del personaje en las que desconocidos tiraban a Peter Parker a las vías del tren y cosas parecidas sin que su sentido arácnido se activara para poder avisarlo. Marvel iría cebando el misterio a lo largo de meses de cara a presentar al gran villano responsable en el número trescientos de la serie, dejando que tuviera un cameo a cuerpo completo en la última página del número 299, presentando a Veneno (Venom) como una versión más grotesca y repleta de dientes del Spiderman con el traje negro al que por aquel entonces nos tenían acostumbrados -porque el traje rojo no iba a volver jamás, que el mismo Michelinie había escrito una historia en la que era quemado y se presentaba como el final absoluto del mismo, y hasta Peter llegó a llamarlo «infantil», ¡ja!-.
No voy a extenderme mucho sobre los orígenes del Traje Alienígena más allá de decir que es una criatura multiforme que Peter se encontró en el espacio durante el crossover Secret Wars de 1985 y que durante un tiempo usó como su traje hasta que descubrió que estaba vivo y que le encantaba poseerlo mientras dormía y apalear pillos por la noche. Peter intentó librarse del traje varias veces, pero este volvía y volvía con la intención de fusionarse permanentemente con él hasta que los dos tuvieron una pelea en lo más alto de un campanario y el estruendo de las campanas supuestamente lo destruyó. O no…
Amazing 300 empieza poco después del final de 299, cuando Peter vuelve a casa y se encuentra a Mary Jane aterrada en una esquina. Sí, esta ya no es nuestra Mary Jane porque nos la han cambiado, y una vez más tenemos que para darle entidad a un personaje se pasa por encima de otro ya establecido. Además, vemos como McFarlane empieza a estar desbocado porque ahora se entinta a si mismo, con lo que todo el cómic tiene más rayitas y el esperpento se premia en vez de ser castigado.
Michelinie, que es consciente de que lo que le ha hecho a Mary Jane está feo, se apresura a escribir a Peter sorprendiéndose de que alguien tan fuerte como ella pueda ser asustado de semejante forma, por lo que decide llevarsela a un hotel para pasar la noche y esconderse del malvado desconocido -que para entonces ya ha sumado dos y dos y da por hecho que ha sido su traje alienígena- tras un interludio en el que nos presentan al nuevo portador del traje como un tarado vigoréxico de nombre desconocido y un poquito de exposición sobre los orígenes del traje, nos encontramos a Mary Jane fresca como una rosa y vestida en lencería fina -os aseguro que después de un susto lo único que te apetece es llevar pijama, una camiseta vieja o una armadura de combate, pero nunca «algo sexy»- que anuncia a Peter que van a trasladarse a vivir a uno de los apartamentos más pijos del centro de Manhattan, porque ella ya no soporta el apartamento de Chelsea Street en el que Peter ha vivido durante la última década y al que los lectores le teníamos bastante cariño, y no solo por Bambi, Candi y Randi, si no por todo el potencial que tenían sus peculiares vecinos. Y que puñetas, fue la primera vez en la que vimos que Peter vivía a todo lujo y dejaba de ser nuestro entrañable perdedor…
Tras varias páginas de vida familiar y Mary Jane tratando de animar a Peter sacándose fotos desnuda -que poco le duran los sustos a esta chica- Spiderman ve paseando por ahi a Veneno y sale corriendo tras el hasta un edificio en ruinas, lugar donde empiezan a darse de tortas y el malvado revela que su huesped humano es nada más y nada menos que Eddie Brock, un periodista que durante la saga del Comepecados de Peter David -un cómic bastante más recomendable- se dedicó durante semanas a publicar entrevistas con un asesino en serie que resultó ser un impostor cuando Spiderman terminó por cazar al verdadero culpable, por lo que Brock empezó a odiar a muerte a nuestro amigo y vecino porque como buen periodista sabe que no hay que dejar que la verdad le fastidie un buen negocio.
No habiendo cazado al verdadero asesino en serie y forzado a escribir en periódicos sensacionalistas a la altura de su ética profesional, Brock se transformó por completo en uno de esos puto locos que se dedican a mazarse y coleccionar recortes de periódico jurando venganza hasta que la realidad se impuso y se desesperó por completo. Incapaz de suicidarse porque era católico -Michelinie no tiene mucho aprecio a los católicos, no sé si lo sabíais- se dedicó a rezar a la Virgen para que lo perdonara por sus pecados pero no a confesarse con un cura que pudiera decirle que era un puto loco que tenía que ir a un buen psiquiatra, con lo que allí rezando delante de un altar cualquiera a las tantas de la noche y sin supervisión alguna se acabó topando con el traje alienígena de Spiderman, fundiendo el odio de ambas criaturas en una mole de dientes y enajenación mental.
Como véis, la profundidad psicológica de Veneno en sus orígenes no era gran cosa, y el concepto del personaje era «como el protagonista pero más fuerte y más puto loco». Tras un enfrentamiento en el que Spiderman no hace gran cosa porque no sabe como separar a Eddie de su traje, Veneno lo derrota y lo ata a la misma campana que supuestamente había destruido al simbionte unos años antes. Que no me parece a mi la idea más inteligente la de matar a tu peor enemigo justo en el sitio en el que tu mismo eres más vulnerable, pero Michelinie decide que lo mejor es no ser tan obvio y que Peter base toda su estrategia en el hecho de que Veneno ha gastado tanta telaraña para atarlo a la campana que ahora estará un pelín cansado, por lo que en cuanto se libera se lía a romperle todas las telarañas hasta que Veneno cae rendido de cansancio. Porque Veneno es gilipollas, vaya.
Tras la pelea, Spiderman lleva al mamarracho en cuestión a la Torre de las 4 Libertades -en aquel momento el edificio Baxter había explotado en el espacio y John Byrne lo había sustituido por esa torre tan original- y Ben Grimm le asegura que lo mantendrán a buen recaudo, además de recordarle que la próxima vez más le valdría traer a los pillos más temprano o -y esto es una sugerencia mía que no cuenta el tebeo, vaya- avisar directamente a los 4F antes de pegarse el solito contra un enemigo tan fantabulosamente terrible, vaya.
El cómic acaba con el sorprendentísimo regreso del traje original de Spiderman, esta vez dibujado con muchísimas telarañas de más y unos enormes ojos que permanerían con el personaje hasta bien entrado el siglo XXI. Y esto es el origen de Veneno…
Esta historia tendría una secuela hacia el número 316 de la serie a cargo de los mismos autores, y vendría a ser más de lo mismo pero corrigiendo algunos de los errores del original: la forma de derrotar a Veneno es más lógica -Peter le hace al traje la pregunta de a quién quieres más a papá o a mamá y al traje le da un jamacuco- se justifica el que Spiderman no llame a los 4F para la pelea y Veneno pasa lamentar el tener que matar civiles a evitarlo directamente. Con los años, y ya lejos de sus creadores originales, Veneno llegaría a tener una lengua larguísima y hasta a cambiar de huesped en un par de ocasiones.
Michelinie seguiría escribiendo Spiderman unos años más y McFarlane tendría su propia serie del personaje como autor completo, abandonándola poco después para fundar Image, hacer Spawn -porque crearlo lo había creado cuando era niño- y convertirse en un juguetero. Y eso, que ahora tenéis una película de Veneno cuando le vería más interés a una del Conmocionador, pero así están las cosas…