El pasado domingo se cumplieron seis años desde la trágica muerte de Joe Kubert (¿a donde se va el tiempo?), una leyenda del cómic que nos dejó un legado de mas de setenta años de duro trabajo y grandísimos cómics. Así que nada mejor para honrar su memoria que hacer eso que siempre digo cuando perdemos a alguien a quien admiramos, recordar ese trabajo que tanto le apasionaba y con suerte descubrírselo a aquellos que aun no han tenido la suerte de conocerle. Y para ello hoy quiero recordar una de sus obras mas celebradas, Fax de Sarajevo, un duro cómic antibelicista que aunque de lejos, tocó de forma muy personal a Joe Kubert, y que sirve como testimonio de una de las mayores atrocidades cometidas en el pasado reciente de la cual a veces parece que no hemos aprendido nada.
A principios de 1992 Ervin Rustemagić, su esposa y sus hijos acababan de regresar a su Sarajevo natal tras unas vacaciones, y pese a que la situación en lo que había sido Yugoslavia eran cualquier cosa menos tranquilizadoras la guerra parecía un eco lejano. Y así fue hasta una fatídica noche en la que el fuego de mortero comenzó a caer en su misma calle y el amanecer trajo la noticia de que las fuerzas Serbias habían rodeado la ciudad y ejecutando a todos los que trataban de escapar. A partir de ese momento solo existió un pensamiento para Ervin y su familia, sobrevivir como fuese y escapar de esa guerra fratricida, una huida que solo podría llevarse a cabo con ayuda de un mundo exterior que parecía querer mantenerse al margen de lo que allí sucedía y con el que el único medio de comunicación fiable era el fax.
Supongo que no soy el único por aquí que recuerda el horror que suponía levantarse cada día y ver en la televisión las ultimas barbaridades cometidas en aquella guerra, morteros cayendo sobre mercados, francotiradores ejecutando a civiles en las calles, las violaciones en masa… Una situación dantesca a la que para Joe Kubert se le sumaba el horror y la impotencia de saber que sus amigos estaban allí atrapados y que lo único que podía hacer, junto con el resto de los amigos de la familia, era tratar de mover hilos entre la diplomacia y la prensa para intentar sacarles de aquel horror en el que se había convertido la ciudad que hacia tan poco había visitado guiado por su amigo Ervin y su familia.
Una situación que por supuesto no tenia ni punto de comparación con el infierno que estaban viviendo los Rustemagić, sobreviviendo como podían en esa especie de prisión al aire libre en la que se había convertido Sarajevo y en la que en cualquier momento una bomba o la bala de un francotirador podía acabar con sus vidas si la falta de alimentos o medicinas no lo hacia antes. Por ello nadie como Joe Kubert para realizar este cómic que servia para recordar y denunciar lo que allí había sucedido, no solo por su conexión personal con la familia Rustemagić, sino porque su trayectoria en el cómic le colocaba en una posición perfecta para contar esta historia. Y es que aunque Kubert se había forjado una gran reputación como autor de cómics bélicos (entre otras muchas cosas y géneros), no había que escarbar demasiado en ellos, sobre todo a medida que fueron pasando los años, para encontrarse con que su trabajo en realidad contenía un cada vez menos disimulado mensaje antibelicista.
Y básicamente eso es lo que es Fax de Sarajevo, un alegato en contra de los horrores de la guerra y a favor de un pueblo, personalizado aquí en los Rustemagić, que fue capaz de sobrevivir a duras penas a la irracionalidad que cayó sobre ellos. Una obra en la que Kubert fue capaz de reflejar como nadie todos los horrores y sinsentidos de lo allí vivido. Y a estas alturas no creo que haga falta repetir lo grande que era Kubert en su oficio. Leyendo este cómic uno casi puede sentir las explosiones, las lluvias de balas o el lento deterioro de una ciudad que sufrió un castigo infame y constante durante años.
Una obra en la que ademas encontramos intercalados fotos tomadas en la ciudad durante la guerra por un amigo de la familia, quien tristemente no sobrevivió a esta y los faxes que Rustemagić y sus amigos del exterior intercambiaron. Un material que nos ayuda a apreciar mejor el contexto de la obra (que recordemos, tristemente no es una obra de ficción aunque Kubert ya avisa que se tomo algunas libertades puntuales) y en los que se puede apreciar la desesperación y la impotencia de una familia que veía como todas las puertas a la libertad se iban cerrando una detrás de otra.
Fax de Sarajevo es una obra (merecidamente multipremiada) que no solo tiene un valor enorme por si mismo como cómic, sino como testimonio de una atrocidad que no hace mas que repetirse en alguna parte del mundo y el valor de una familia que lo perdió todo menos los unos a los otros. Pero ademas es un recordatorio del legado de un grandísimo autor a quien se echa mucho en falta no solo por su enorme talento escribiendo y dibujando, sino por unos valores que quedaron reflejados a lo largo de toda su obra. Y por ello lo mejor es seguir honrándole como el hubiese querido, a través de su trabajo, leyéndole y recomendándole para que nunca se le olvide.