A ver, ¿pero tú qué te esperas de este post? ¿Qué es lo que esperas de esta película? ¿Qué? Este fin de semana hemos tenido una boda real y las televisiones gritando a los cuatro vientos que era una boda progresista, ¡una boda de dos notas montados en un Rolls Royce, señoras con pamela y señores de pingüino y lo llaman progresista porque los muy hijos de mona de sangre azul todavía viven en el puto siglo XV! Se ha casado un borracho que se disfrazaba de nazi con la actriz secundaria Megan, y me tiene que parecer algo revolucionario porque no se buscaron una plebeya divorciada que descendía directamente de Don Pelayo, ¡no me jodas! Ah, que si, que querías que hablara de Masacre 2. Ya, yo también, pero la película se sigue llamando Deadpool 2…
Vale, esto ya es el segundo párrafo y sigo preguntándome de que queréis que hablemos hoy. En serio, tu vas a ver una película al cine, estás dos horas viendo como actores millonarios se mueven por la pantalla simulando pertenecer a la supuesta clase media -que es todo mentira, el que no tiene chacha es clase baja- y al final de la película se supone que tengo que tener las ideas clarísimas, una visión crítica de lo que he visto porque soy capaz de recordar todos los detalles de todo el metraje y no tener los huevazos de decir «me ha gustado» o «es muy mala». De verdad, ¿qué es lo que se ha creído la gente? Pueden decir que les ha gustado, ¡pero no que la película es mala! ¡Si dices que una película es mala te comprometes a hacer una crítica de la película como es debido! ¡Lo uno depende de tus criterios estéticos, de lo que te parece a ti bonito, de las tripas, mientras que lo otro es un juicio de valor que…! Ah, sí. Masacre Dos. Que me voy por las ramas.
Yo fui al cine a ver Deadpool Dos. En serio. Fui, me senté en el cine, vi como empezaba ese montaje rápido de Hal Jordan matando gente y tirándose encima de la Diana del remake de V -que me perdonen los browncoats esos y los fans de Gotham- y al salir del cine me di cuenta de que daba igual que hubiera visto Masacre uno que Masacre dos, era un más de lo mismo. Que -manda huevos tu- he visto a Coloso pegarse con el Juggernaut en un cine casi sin darme cuenta, uno de los enfrentamientos más clásicos de la Patrulla X y que la gente de Fox no nos ha permitido ver porque eran los mismos idiotas que pensaban que Masacre molaba más con los labios cosidos y la boca bien cerrada. Y claro, durante la película te has reido lo más grande -lo dicho, es la película que esperabas- pero el cabreo que te entra al pensar en todos estos años en los que te han estado hasta convenciéndote de que no se podía hacer «más», que Jean Grey tenía que morir en un puto lago de Canadá en vez de en el espacio, que Mística tenía que tener la piel del Garrus de Mass Effect y que el puto Juggernaut no podía tener su casco de Cyttorak y ser una mole enormérrima, si no un señor más bajito de Magneto cuyo poder consistía en gritar un meme que ni yo mismo conocía.
Pero hablábamos de Deadpool 2, una película en la que sale El Puto Cable. Ya conocéis mi opinión totalmente parcial y visceral sobre el personaje, esa opinión que pienso mantener contra viento y marea porque mi odio es más grande que cualquier otra cosa en toda la creación. Quiero decir, si hay gente que puede creer en el más allá o en el espagueti volador, en Mahoma o en Buda o en Thor, yo creo en mi odio a Cable. Es lo que me alimenta por las noches, es lo que me mantiene con vida y es un odio sano porque me hace no matar a nadie. No como M’Rabo, que siempre tiene ganas de matar a alguien cada semana cada vez que alguien dice que Hawkman es un superhéroe fracasado o que Cunlún está en China. Que sí, que ya voy, que ya hablo de Cable.
Hay una cosa que me encanta de esta película, las críticas a los esperpentos Liefeld están por todas partes. No es algo que nazca del odio como mi odio a Cable -sólo odio a Cable, no a DeFalco o a Jim Lee, ¡dejad mi odio en paz! ¡Respetad mis creencias!- si no del sano cachondeo, del reconocer que las fuentes originales de estos personajes dejan un tanto que desear. Alguno ha comparado esto con el Batman «camp» de Adam West y compañía, pero aquí la crítica es más directa y entiende mejor el material original -más que nada porque no se quedan en la anécdota como hacía William Dozier- con lo que vemos navajazos directos a Liefeld como «eso es una gilipollez tan grande que sólo se le ocurriría a un dibujante enfarlopado que no sabe dibujar pies» hasta los más «suaves» como estar criticando a Cable constantemente por llevar una riñonera o la escena en la que ese mismo personaje que odio tanto junta una burrada de armas y empieza a unirlas entre todas para montar una más grande, definiendo perfectamente el exceso armamentístico del personaje.
Y eso por no hablar de X-Force, grupo que recluta Deadpool expresamente para que te eches unas risas y que, exceptuando a Domino -un personaje que en la película no tiene absolutamente nada que ver con el original y que aquí es más consecuente con sus poderes- son pura carne de cañón. A resaltar el personaje de Estrella Rota y su rollito de «vengo del Mojoverso y hago todo mejor que tú», sé que a M’Rabo le va a encantar y me da la sensación de que sus carcajadas que se pegará a su costa van a provocar que lo echen a patadas del cine. Con calma M’Rabo, sabemos que tu existencia es triste y lamentable, pero cuando te llegan estos momentos de felicidad tienes que saber aprovecharlos, saborearlos, dosificarlos, y esperar a la jodida escena postcréditos, que esa si que es una liberación en toda regla, la catársis Ryan Reynolds.
Porque sí, lo mejor de esta película es el minicorto que se montan con las escenas postcréditos. Es un regalo al propio Ryan Reynolds, a los que vimos Wolverine Origins y a los que pagaron por ver Green Lantern porque Hal Jordan es su superhéroe favorito. Ese minicorto tan absurdo, compuesto de tantos sketchs que se reducen a «admitámoslo, casi todo lo que ha hecho Fox con los mutantes ha sido una puta mierda» viene a significar también el fin de una era si tenemos en cuenta que a finales de este año se confirmará que los mutantes vuelven a las manos de Marvel. Para entonces nos dará ya igual si el plan de Cable para matar a «Puños de Fuego» era absurdo, si el personaje de la Ciega Alfred o Comadreja sobran, si el cgi de Coloso sigue siendo un espanto a pesar del aumento de presupuesto o que puñetas pintaba la negasónica y su novia la del «holi». Deadpool es absurda, a ratos es dadaista y como tal hasta coquetea con el surrealismo, la trama es sólo una escusa para el siguiente chiste, la siguiente burrada. No es la mejor película del año, no quiero ni preguntarme si es mejor o peor que su antecesora, pero creo que era la película que nos merecemos en un mundo dirigido por putos locos y en el que lo que está de moda es decir que una boda por la iglesia es algo progresista.