La semana pasada tuvimos dos noticias que no por estar cantadas dejaban de ser importantes: el regreso de los calzoncillos de Superman y el que Dan Slott deja Amazing Spider-Man después de diez años en la serie. Y es que, aunque pueda parecer exagerado, es el fin de una época.
Empezando por la ausencia de los calzoncillos de Superman, que al final no dejaban de ser un símbolo de una forma de hacer las cosas en DC que nunca ha terminado de funcionar, la editorial se ha pasado años tratando de cambiar paradigmas clásicos en favor de una modernización que nadie les había pedido. Venía a decir Dan Slott la semana pasada que cada autor lleva estos personajes de prestado, y que tiene que intentar darle al lector las mismas experiencias que vivió él cuando era lector. El Superman «alienígena» y con armadura no acababa de pegar con las encarnaciones que conocemos, un chico de Kansas con una humanidad tremenda. Tras más de 50 años del personaje, el Superman de Siegel, Weisinger, Binder y tantos otros fue destilado en el Superman de John Byrne y otros autores de los 80 para darnos el personaje que conocíamos hasta 2011 y New52. El cambio entre el Superman de Elliot S. Maggin al susodicho Byrne en Man of Steel fue impactante en su época, pero no dejaba de ser un cambio basado en una síntesis de lo que hacía grande al personaje, de trasladar lo que tan bien había funcionado en el Superman de Richard Donner.
Superman había pasado de ser un «pijo kryptoniano» que se pasaba los ratos muertos en la Fortaleza de la Soledad a ser cuerpo alienígena con alma terrestre. Una de las mejores decisiones de Byrne fue la de arropar al personaje con secundarios como los Kent, que en la tradición anterior habían estado muertos antes de empezar la historia y que tan buenos resultados habían dado en la serie de Superboy. Para tres generaciones, Superman era el Superman de pre/postByrne, el que murió luchando contra Juicio Final, el que se casó con Lois Lane y hasta el que tuvo una temporada con pinta de pitufo eléctrico. Con el nuevo siglo vinieron retconeos selectivos que trataban de devolver elementos de la continuidad anterior a Crisis -esa Supergirl original, Krypto- pero al final era una evolución lógica basada en aplicar cambios no demasiado grandes y construir sobre ellos. Y entonces llegó New52.
Dejando de lado el hecho de que New52 fue un punto de ruptura que iba mucho más allá de lo que había ido Crisis en Tierras Infinitas, nos encontramos a un Superman que miraba más atrás de Byrne y el Supersquad. Morrison inició su etapa pensando en el Superman de la era Weisinger y hasta en el de Siegel y Shuster -lo mejor de su etapa- pero los cambios innecesarios como la armadura, convertir a Clark Kent en un blogger o volver a sacar a los Kent de la ecuación matándolos antes de que empezara la historia, nos ponían sobre la mesa otra vez al Superman alienígena, al semidios. Ya el mero hecho de que nos pusieran Superman en una relación romántica con Wonder Woman no solo hacía un flaco favor al Hombre de Acero, si no que perjudicaba más todavía a la pobre Diana. Lo peor de todo es que todos esos cambios se realizaron sin ninguna visión de futuro, pensando en el largo plazo, y como la política y la economía moderna nos ha enseñado bien, la mejor forma de que las cosas salgan mal es ser incapaz de pensar a largo plazo…
Obviamente una relación entre Superman y Wonder Woman «porque sí» no podía llegar a buen puerto, y aunque los dos personajes gozaron hasta de una serie propia, ninguno de los autores consiguieron sacarle la gracia a la relación. Porque al final -y, repito, ésto es lo más importante- estos personajes vienen construidos sobre los aciertos y los fallos de un montón de autores anteriores. De dibujantes y escritores que han probado millones de ideas y de diseños que se los ha llevado el viento, y que con el tiempo han ido cambiando porque algunos de ellos han calado y han tenido éxito. Porque si realmente querían quitarle los calzoncillos a Superman tenían que haber sido más conservadores y no ponerle una armadura con un montón de rayitas innecesarias, cambiarle el peinado y hasta la cara. Mañana seguiremos hablando del tema y detallando como quitarle los calzoncillos a Superman y no fracasar en el intento. Eso sí, ¡que nadie se chive a Jim Lee o nos la lía otra vez!