Ya que nos encontramos de lleno en la semana final del centenario de Jack Kirby, quiero dedicar estos tres días que me tocan nada mas que a su figura y su obra, y para ir abriendo boca nada mejor que la adaptación que Kirby realizo en 1976 de una de las películas de ciencia ficción mas importantes de la historia del cine, 2001: A Space Odyssey. Una adaptación en la que Kirby, pese a ser tremendamente respetuoso con la obra original, llevó hasta su terreno aportándole un inimitable toque personal, recordándonos una vez mas que para el no había desafío imposible, ni siquiera al adaptar la obra de dos genios.
Kirby era mucho Kirby incluso adaptando el trabajo de otros
A estas alturas supongo que quedan pocos que no conozcan de sobras esta historia, ya sea por haber visto la película de Stanley Kubrick o por haber leído la novela de Arthur C. Clarke, así que podemos ir directos al grano. Esta adaptación que se publicó dentro de la cabecera Marvel Treasury (con mayor numero de paginas y tamaño “tabloide”) es una obra peculiar, al haberse publicado unos ocho años después del estreno de la película en lugar de como se suele hacer hoy en día que se publica de forma paralela al estreno de la cinta. Pero esto debio dar tiempo de sobra a Jack Kirby para haber visto la película, y viendo el resultado si no lo hizo debió contar con material de referencia abundante ya que tanto la trama como el aspecto visual de la película es tremendamente fiel a la película de Kubrick.
Pero en el aspecto donde sin duda es mas notable esta adaptación es por la peculiar elección de Jack Kirby para realizar esta (no he podido averiguar si fue un trabajo de encargo o una idea suya, pero siendo su propio editor en aquellos tiempos quizás fuese el mismo quien quiso encargarse de esto). Y es que Kirby a primera vista, y pese a su enorme talento, no parecía el autor mas adecuado para un trabajo como este, básicamente debido a que el estilo de Kirby era la antítesis del de Kubrick en prácticamente todos los sentidos. Mientras que Kubrick era todo sobriedad, sutileza, alguien que manejaba como nadie los silencios y al que muchos podrían acusar incluso algo frio y distante (deshumanizado dirían algunos) Jack Kirby era todo lo opuesto. Kirby era una explosión constante, un torrente de ideas y palabras, alguien que en lugar de insinuar gritaba a los cuatro vientos. Y es ese contraste entre el talento de los dos genios (tres si añadimos a Clarke) lo que hace que esta obra, pese a ser como adaptación algo fallida, un cómic tremendamente interesante en el que resalta todo lo que hizo grande a Jack Kirby.
El mejor ejemplo de este enorme contraste nos encontramos desde el mismo comienzo, con esos proto-humanos teniendo su primer encuentro con el Monolito y el cambio producido en estos tras dicho encuentro. En la película nos encontramos con un montaje sobrio sin ningún tipo de dialogo y sin mas sonido que gruñidos y un uso magistral de la música. Una escena a la que Kirby en su adaptación añade numerosisimos diálogos (demasiados en mi opinión) que explican en todo momento lo que esta sucediendo y lo que están pensando los personajes para que el lector no tenga duda alguna de lo que esta viendo.
Un contraste que se aprecia también en el aspecto visual en un momento clave de esta escena de apertura, la primera aparición del Monolito. La primera vez que vemos este misterioso objeto en la película este surge de la nada, simplemente esta ahí, tan sobrio como toda la película, sin tener ningún tipo de actividad aparente pero con el que Kubrick consigue que apreciemos su majestuosidad con un plano contrapicado que superpone al Monolito ante el sol eclipsándolo. Una escena que en manos de Kirby envuelve al Monolito en una cegadora explosión de energía que parece a punto de acabar con todo lo que le rodea y que atrae como polillas a los proto-humanos.
Una antítesis que se repite en la siguiente ocasión, esta vez en la luna, cuando de nuevo la humanidad se encuentra en un monolito, y que mientras en la película este solo emite un potente pitido con Kirby esto se convierte de nuevo en una explosión de luz y energía cegadora.. Lo dicho, Kirby ni era ni quería ser sutil.
Este es un contraste que se repite constantemente a lo largo de toda la adaptación. Aquellos textos de apoyo que llegan a saturar y que vimos en la primera escena se repiten a lo largo de toda la obra, añadiéndose a estos diálogos superfluos que solo sirven para reforzar ese efecto. Algo que se aprecia a la perfección en esa famosa escena en la que, a bordo de la Discovery, Dave y Frank discuten sobre Hal y en la película Kubrick sencillamente insinuá de forma elegante y sutil que el ordenador esta leyendo los labios a los astronautas para saber lo que dicen. Una escena a la que Kirby en su adaptación añade en los textos de apoyo que efectivamente eso es lo que esta sucediendo.
Y hablando de Hal, este es probablemente el personaje que en manos de Kirby cambia mas con respecto a la película, ya que sus diálogos aquí son mucho mas coloquiales y humanizados en en la versión de Kubrick, aunque esto se debió al parecer a que Kirby tomó prestados muchos diálogos de de una versión preliminar del guion de la película. Todo esto junto hace que de la impresión de que Kirby, al tener que respetar la obra original y no poder aportar nada a la misma, se hubiese sentido obligado a llenar con texto cada silencio de la película fuese necesario o no, lo que llevó a que la adaptación resulte algo farragosa de leer. Una sensación que probablemente este provocada en parte por la inevitable y constante comparación con la película, y que de haber sido esto una obra original de Kirby no “molestase” tanto.
Pero aunque muy diferentes entre si, Kirby también era un genio en lo suyo, y esta obra destaca sobre todo en lo visual. Cualquiera que conozca su obra sabe de sobras que a Kirby le encantaba la ciencia ficción, el crear nuevos mundos, tecnologías imposibles, etc. Y aunque visualmente se encontraba limitado por el respeto a la obra original, Kirby (entintado por Frank Giacoia) supo hacerla suya. Son incontables los momentos en los que uno no puede evitar olvidar lo que esta sucediendo y simplemente maravillarse ante el talento de Kirby para crear lo imposible. En sus manos el frio y vacío espacio exterior era todo un exceso de luz, color y energía, el monolito casi un ser vivo y el viaje final de Dave Bowman hacia el destino es un derroche visual que dan ganas de enmarcar.
Y ese derroche de imaginación de Kirby no se detuvo aquí. Esta adaptación fue continuada en una serie que duró diez números, Kirby siguió explorando las enormes posibilidades que presentaban los conceptos de la película. Una serie que sin llegar a ser lo mejor de su bibliografía, si que contienen mas de un momento visualmente espectacular y desembocó en la creación de una de sus creaciones mas peculiares, el Hombre Maquina (cuando aun se llamaba Mister Machine.
Si, este 2001 no es una obra redonda ni se encuentra entre lo mejor de su producción, aunque después de todo Kirby nunca se caracterizo por querer trabajar con ideas de otros excepto en los casos en los que estaba ahí desde el principio colaborando en su creación. Pero es también una obra que por una parte nos ofrece un interesantisimo contraste entre las visiones de dos genios contrapuestos y por otro es un espectáculo visual que ningún fan de Kirby se debería perder. La pena es que con los problemas habituales de derechos con este tipo de trabajos dudo que sea sencillo que acabe reeditándose algún día, privándonos a todos de poder disfrutar de ella en condiciones. Pero incluso así Kirby era mucho Kirby y vale la pena disfrutar de su inmenso talento de la forma que sea.