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La Sombra Viviente/The Living Shadow de Maxwell Grant (Walter B. Gibson) – Los curiosos primeros pasos de un personaje mítico

Hoy toca de nuevo reseña literaria y por una vez me voy a salir de la tónica habitual aunque sin alejarme demasiado de la temática del blog. Y es que recientemente cayo en mis manos una novela a la que le tenia ganas desde hacia mucho tiempo ya que se trataba de una parte importante del origen de uno de mis personajes de ficción favoritos, La Sombra/The Shadow. La Sombra Viviente/The Living Shadow de Maxwell Grant (el nombre artístico de Walter B. Gibson) Una novela que pese a haber sido una lectura entretenida e instructiva no ha sido exactamente lo que me esperaba, ya que aquellos tiempos remotos de 1931 La Sombra era un personaje muy diferente al que conocemos hoy en día.

¿Quien sabe la maldad que acecha en el corazón de los hombres…?

Harry Vincent era un hombre que creía haberlo perdido todo y al que ya no le quedaban ganas de vivir., pero la fatídica noche en la que decidió quitarse la vida arrojándose desde un puente una misteriosa figura surgida de la nada le salvo la vida. Una vida que ya no le pertenecía a Vincent, sino a ese extraño que le prometía, si aceptaba trabajar para el y convertirse en su agente, una nueva vida llena de emoción, acción, dinero, honor… y peligro. Una propuesta que Vincent, que por fin veía en su futuro algo por lo que valiese la pena vivir, aceptó sin pensárselo demasiado. Pero este no sabia el mundo en el que acababa de aceptar entrar ni quien era ese misterioso extraño que mas que un hombre casi parecía poco mas que una sombra…

Por desgracia en el libro hay poco de esto

Yo, como supongo que le sucede a muchos, descubrí al personaje de la Sombra gracias a los cómics de DC (y en una película que siempre defenderé con cariño), unos cómics en los que autores de la talla de Howard Chaykin, Andy Helfer, Bill Sienkiewickz, Denny O’Neill o Mike Kaluta entre otros nos presentaron a aquel violento vigilante que conocía la maldad que acechaba en el corazón de los hombres y que con sus resplandecientes automáticas limpiaba los bajos fondos de Nueva York sin mostrar piedad alguna por los criminales. Y algo así es lo que esperaba encontrarme en estas novelas pulps de los años 30, una Sombra omnipresente desatando violencia por doquier. Pero como he descubierto no sin una gran dosis de sorpresa, el personaje no tenia nada que ver con eso en sus inicios.

Para mi no hay mas Sombra que estos

Aunque técnicamente esto no fueron los inicios del personaje. Este había debutado un año antes como el narrador del serial radiofónico que la editorial “Street and Smith Publications” había encargado para hacer subir las ventas de su revista “Detective Story Magazine”. Pero el personaje de la Sombra acabó siendo tan popular que desbanco a las historias que debía promocionar y consiguió que los radioyentes pidiesen en los quioscos la revista de la Sombra. No queriendo desaprovechar ese éxito inesperado, la editorial encargo al escritor Walter B. Gibson que “crease” a un personaje que hasta ese momento no era mas que una voz misteriosa y una risa siniestra. Así que bajo el nombre artístico de Maxwell Grant, este perfiló a lo largo de las 283 novelas que escribió de la Sombra, a un icono que acabaría convirtiéndose en un referente de la cultura popular y en fuente de inspiración de numerosisimos personajes.

El mundo de la ficción, y sobre todo el de los superheroes, le debe bastante a este prolífico escritor

Aunque en esta primera historia en la que todo estaba aun por inventar, las cosas eran muy diferentes. Lo que mas me ha sorprendido es encontrarme con que el protagonista absoluto de la historia es Harry Vincent y que la Sombra es poco mas que un secundario que aparece de vez en cuando a lo “Deus ex Machina” para salvar a un agente que progresa en sus misiones mas por pura suerte que por otra cosa. Un agente que ademas habría muerto varias veces de no ser por la intervención de su jefe que parece estar siempre detrás de el con algún disfraz. Lo que hace que nos planteemos para que necesita la Sombra agentes si luego tiene que acompañarles en plan niñera para asegurarse de que no les maten. Una Sombra que ademas tiene unos métodos bastante menos sanguinarios de los que esperaba, limitándose en la mayoría de ocasiones a recabar información sobre los criminales para entregársela a la policía y que estos les arresten.

Esto ya se parece mas a lo que era la Sombra en sus primeras historias, un detective aficionado a trabajar de incógnito

A esta primera novela que nos presentaba a un personaje que estaba aun en pañales como quien dice, hay que añadirle algún que otro “problemilla” fruto del tipo de literatura que se trataba, de consumo rápido. Los malos son muy malos, los buenos muy buenos,  los planes de la Sombra infalibles, hay personajes que caen en los mayores estereotipos racistas y todo el mundo tiene la curiosa manía de narrar sus planes, tanto en pensamiento como incluso en voz alta (¡estando solos!) para que el lector tenga claro en todo momento que es lo que esta sucediendo y no se pierda, pero no es nada que no esperase encontrarme en un pulp de esta época. Unos “problemas” que mas bien eran convenciones del genero y la época que si uno consigue aceptarlos como tales no afectan a una lectura bastante entretenida y que se pasa en un suspiro.

Esa primer aportada con el «peligro amarillo» en primera plana ya nos recuerda que muchas de estas historias no estarían nada bien vistas hoy en día

La verdad es que pese a que no ha sido en absoluto lo que me esperaba, no puedo decir que no haya disfrutado de la lectura de esta primera novela de la Sombra, o que no haya resultado incluso algo educativo el ver los humildes orígenes de un personaje que ha trascendido de tal manera lo que fue en un principio. Así que no me queda otra mas que agradecerle a Walter B. Gibson que crease los cimientos de un personaje que, al menos para mi, transcendió no solo el medio que le vio nacer sino también el que le vio crecer y madurar para acabar convertido en ese violento vigilante del cómic que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.

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