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Plácido de Luis García Berlanga – La cruda y amarga realidad de una España no muy diferente de la nuestra

Mi relación con el cine español siempre ha sido un tanto complicada. Si por complicada entendemos que un montón de prejuicios infundados me hicieron mantenerme tan alejado del cine hecho aquí que no quería ni tocarlo con un palo. Pero con el tiempo y gracias a algunas producciones que me sorprendieron muy agradablemente esa postura se fue suavizando, y gracias a las recomendaciones de algún amigo dedique el verano a descubrir y redescubrir algunos clásicos del cine patrio que me han hecho cambiar definitivamente de postura. Así que aunque a lo mejor sería más apropiado esperar a navidad para recomendarla, quiero aprovechar para hablar de uno de esos clásicos recién descubiertos que  me han hecho darme cuenta de lo muy equivocado que estaba. Así que sin más dilación vamos a ver que nos ofrecía Luis García Berlanga en 1961 con su Plácido.

Con estas navidades se nos va a atragantar el turrón…

En un pequeño pueblo de provincias una empresa de ollas de cocina organiza una subasta en la que las familias pudientes pueden hacer una buena obra y alquilar a un pobre o a un ancianito del asilo para que tenga el privilegio de cenar en nochebuena con ellos. Un evento para el que se ha contado con los servicios de Placido, quien al volante de su flamante motocarro debe promocionar el evento y pasear por el pueblo a los artistas invitados. Pero Placido tiene que pagar con urgencia la primera letra de su motocarro cuyo plazo expira ese mismo día, un trámite aparentemente sencillo que se convertirá en toda una odisea por culpa de unos empleadores más preocupados por las apariencias que por ese prójimo al que dicen querer ayudar.

El pobre Plácido no sabe la noche tan ajetreada que le espera

Como decía más arriba los prejuicios me mantuvieron mucho tiempo alejado de todo lo que oliera a cine español y ahora bien que me arrepiento, porque eso significa que durante muchos años me he perdido peliculones como este Placido. Disfrazado como comedia lo que aquí nos cuentan Luis García Berlanga y Rafael Azcona es un amargo retrato de una España de la dictadura que tristemente en muchos aspectos nos recuerda demasiado a nuestro presente. Un retrato que se vuelve más amargo aun si tenemos en cuenta que Berlanga y Azcona no tuvieron que ir muy lejos para contar esta historia, sino que todo se basa en una campaña organizada por la dictadura franquista que bajo el lema de “siente a un pobre en su mesa” animaba a las clases acomodadas a “ayudar” a los más necesitados (que por lo visto solo necesitaban ayuda una vez al año).

Y esto no es gente, son «cosas» que utilizar solo cuando conviene

Una actitud que queda perfectamente reflejada en esta película al ver a esas familias acomodadas considerar a los pobres como algo molesto a lo que hay que soportar (pero poco) y que ni tan siquiera les ayudan para limpiar sus conciencia, sino que directamente los utilizan como accesorios para quedar bien ante sus amigos y vecinos. Escenas como esa en la que una familia selecciona al pobre al que invitar a su mesa como el que compra un adorno para su salón, esa subasta de artistas que parece que estemos viendo una subasta de esclavos o de ganado o todos esos momentos en los que la película nos muestra la absoluta desconexión y falta de empatía que muchos personajes sienten hacia sus semejantes, a los que consideran como algo totalmente ajeno a ellos, consiguen que al mismo tiempo que nos reímos con el esperpento (en el mejor sentido de la palabra) que estamos viendo, también nos haga hervir la sangre.

Y encima esos pobres tienen la desfachatez de dar problemas…

Pero ahí reside la grandeza de esta película, de cómo lo que en la superficie no es más que una simple comedia de enredos es una crítica brutal y despiadada a la sociedad de la época que señala la hipocresía de aquellos que se sientes satisfechos consigo mismos con pequeñas y puntuales obras de caridad como estas. Una película que vista ahora me cuesta creer que pudiese rodarse y estrenarse en 1961 en plena dictadura, aunque eso también dice muy poco a favor de la capacidad intelectual de los censores franquistas que no parecieron darse cuenta de lo que realmente contaba la película y se conformaron con que esta no utilizase como título el lema de la campaña de caridad franquista.  Pero no solo consiguieron escapar de la censura, sino que consiguieron un éxito internacional que les valió una nominación al Oscar en la categoría de película de habla no inglesa e incluso el reconocimiento y admiración de figuras de primer orden como el mismísimo Billy Wilder.

Aunque al final el lema de marras lo colaron en la película igualmente

Pero el grandísimo trabajo de Berlanga, Azcona (y José Luis Colina y José Luis Font) no hubiera sido lo mismo sin un reparto de lujo en el que vemos a muchísimas caras conocidas de la filmografía de Berlanga (José Luis López Vázquez, Agustín González, Antonio Ferrándis, Amparo Soler Leal, Luis Ciges…) pero entre los que destaca Cassen (Casto Sendra Barrufet) en su papel de Placido. Yo a Cassen solo lo conocía por su faceta como humorista, pero en esta película que fue  su debut en el cine (y como protagonista nada menos) me ha sorprendido bordando su papel de hombre sencillo que se ve impotente ante una situación que le desborda y que tiene que enfrentarse a la hipocresía de unas gentes que no le consideran más que como una herramienta desechable.

Aunque luego su carrera en el cine fue bastante desigual, el papelón con el que debuto sera recordado siempre

Y aunque los temas que trata y la forma en la que los tratan, nos provoquen una risa amarga, creo que sería muy apropiado disfrutar de eta película el mes que viene cuando ya estemos en plena navidad en lugar de ver por enésima vez esos edulcorados clásicos con los que nos atormentan cada año. Y si hay alguien como yo a quien su idiotez le haya mantenido alejado de peliculones como este, confío en que este articulo le haga cambiar de idea y se decida darle una oportunidad al cine de aquí, que sí que hay mucha película mala, pero como en todas partes, y sin tener que escarbar demasiado uno puede encontrarse joyas del cine que nadie debería dejar de ver. Yo por mi parte seguiré repesando la filmografía de Berlanga y el resto de la lista que me ha pasado Diógenes (que a veces sirve para algo y todo) y compartiendo por aquí todos esos peliculones que me hacen recordar aquello de “más vale tarde que nunca”

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