En esto de las adaptaciones al cómic de personajes e historias venidas de otros medios suelo ser bastante cauto, ya que en demasiadas ocasiones lo que me he encontrado es algo soso y sin sustancia que simplemente trataba de explotar una marca famosa sin esforzarse demasiado en ello. Pero de vez en cuando uno tiene suerte y se encuentra con comics en los que sus autores se han volcado y que son capaces de hacer algo no solo respetuoso con el material original y que además realmente vale la pena leer. Esto es lo que han conseguido Warren Ellis y Jason Masters con su serie de James Bond para Dynamite, una serie que se aproxima al final de su segundo arco argumental tan en buena forma como en su primer número y que ha conseguido devolverme la ilusión con el personaje.
Por fin ha regresado un James Bond cuyas aventuras da gusto seguir
Tras regresar de una misión personal en Helsinki para vengar la muerte de un compañero del MI6, 007 es “castigado” por M a resolver uno de los casos que dejo pendiente 008 antes de ser asesinado. Una misión aparentemente sencilla en la que Bond deberá partir hacia Berlín para identificar el origen de una nueva droga de diseño que se está introduciendo en Gran Bretaña. Pero durante esa misión que debía ser un simple trámite Bond descubre que lo que parecía ser nada más que un asunto de tráfico de drogas es en realidad una siniestra y compleja trama con ramificaciones que se extienden incluso hasta su propio gobierno y que amenazan con destruir todo por lo que 007 ha jurado proteger.
No es la presentación clásica pero no nos vamos a quejar
James Bond ha sido uno de mis personajes favoritos desde que hace más años de los que quiero reconocer me encontré con “Doctor No” en televisión. Pero pese a encantarme el personaje son pocas las ocasiones en las que en todos estos años me ha dado por explorar otras historias del personaje fuera del cine. Nunca he leído las novelas de Ian Fleming en las que nació el personaje (algo que debería corregir un día de estos) y de sus diversas adaptaciones al comic solo he leído aquellos que publico Planeta De Agostini público a finales de los 80 recopilando las tiras de prensa británicas de los 60 de Jim Lawrence y Yaroslav Horak. Pero entre el aburrimiento que me ha estado provocando la franquicia cinematográfica en los últimos años y que Warren Ellis suele ser un guionista bastante bueno, me decidieron darle una oportunidad a esta nueva adaptación del personaje a ver si encontraba aquí aquello que tanto echaba de menos del personaje. Por suerte lo que me he encontrado en el James Bond de Dynamite es todo eso y mucho más.
Durante toda mi vida estos han sido los únicos Bond que han existido para mi
Warren Ellis ha conseguido con sus dos primeros (esperemos que los primeros de muchos) arcos argumentales, VARGR! Y Eidolon, que por primera vez en diez años vuelva a ilusionarme con nuevas historias de este personaje (si, no soy muy fan de la era de Daniel Craig como 007) Y para ello lo único que ha sido necesario ha sido simplemente respetar al personaje. Pese a que sus historias transcurren en el presente (o en algo muy parecido a nuestro presente), Ellis no parece haber sentido ninguna inclinación para actualizar a un Bond que en ocasiones casi resulta anacrónico. Pero precisamente por eso funciona tan bien, porque en esencia sigue siendo el Bond de siempre, ese agente secreto que puede ser encantador y seductor siempre con una respuesta sarcástica en la boca pero también una despiadada y brutal máquina de matar, un delicado equilibrio que Ellis ha manejado a la perfección y que casi nos hace sentir como si estuviésemos viendo al Bond de su mejor época cinematográfica.
Encantador y brutal como nunca
Jason Masters por su parte es un dibujante de quien estoy seguro que he visto antes su trabajo, pero que habiéndose dedicado en los últimos años sobre todo a números de relleno puntuales aquí y allá en varias editoriales en los seis años que lleva dedicándose a esto del comic no había hecho nada que se me quedase grabado en la memoria, algo que ha cambiado con su trabajo en James Bond. Pese a que Masters en ocasiones puntuales peca algo de estático, eso es algo que compensa de sobras con un dibujo endiabladamente detallado que acompaña a unas composiciones de página bastante imaginativas y casi cinematográficas y a un dominio de la expresividad facial que muchos deberían envidiar. Una combinación perfecta que hacen que la lectura de este comic sea un placer a todos los niveles.
Si es que a veces casi parece que estemos viendo el storyboard de una película
Y como nota anecdótica me gustaría añadir algo que me ha llamado mucho la atención del Bond de Masters desde el primer número. Su 007 viene a ser una mezcla de la descripción que daba Fleming en sus novelas con rasgos de algunos de los actores que lo han interpretado en el cine, pero es que el resultado final tiene un curioso y sospechoso parecido con el televisivo Archer. U parecido que después de todo es más que lógico si tenemos en cuenta en quien está inspirado el animado agente secreto. Pero es un parecido que sumado a los en ocasiones extremadamente sarcásticos diálogos de Ellis sea incapaz de leerme este comic sin ponerle a Bond la voz de H. Jon Benjamin.
Me niego a creer que Warren Ellis y Jason Masters no hayan visto Archer alguna vez
A falta de un capitulo para terminar su segundo arco argumental aún no sabemos si Warren Ellis y Jason Masters volverán para un tercero, sobre todo teniendo en cuenta que Ellis no suele quedarse demasiado tiempo en comics que no son suyos. Pero confiemos en que así sea porque en estos once números publicados hasta la fecha el inglés ha dejado claro que se le da de miedo el personaje. Aunque si sucede lo peor y tenemos que despedirnos de este gran equipo creativo aun nos quedaran la segunda serie de 007 que Dynamite ha publicado en paralelo a esta, James Bond: Hammerhead de Andy Diggle y Luca Casalanguida y la próxima miniserie de Felix Leiter que va a escribir James Robinson. Así que puede que en el cine 007 siga aburriéndome, pero lo que es en el comic estoy disfrutando como hacía mucho que no lo hacía.