Tengo que decir que, a mediados de los 90, yo había perdido todo el interés por Los Vengadores. De un tiempo a esta parte parecía una serie que solo llevaban autores de segunda fila en la que los personajes trataban muy malamente de imitar a unos X-Men hundidos en su propia miseria, con lo que muy crudito lo tenían los creativos de Marvel que se reunieron en la piscina de Ralph Macchio para arreglar la situación. Si ayer os contaba como Mark Waid flipaba educadamente ante los intentos de los editores de incluir numeros ceros y portadas holográficas en el relanzamiento de Los Vengadores, hoy os traigo la hoja de ruta con la que salió Mark Gruenwald de la reunión…
Y es que aunque la reunión ha tenido tintes de desesperación ante la dificultad para reflotar la linea, Mark Gruenwald se va con un proyecto de cara a 1996 que incluía la creación de un nuevo título del grupo, The Mighty Avengers, realizado por el duo Abnett/Laning y Jim Cheung, a la que se sumaría la serie clásica del grupo a cargo de Harras/Kavanagh con Deodato a los lápices. A estas dos se sumaría The Awesome Avengers, una especie de Avengers Team-Up a cargo de distintos autores en la que dos miembros del grupo tendrían una historia autoconclusiva cada mes y que serviría para ilustrar un poco la reunificación del grupo y enseñar de paso un poco la «chulisima armadura nueva de Iron Man» (puaj). Thor estaría a cargo de Messner-Loebs y Deodato, Waid y Garney permanecerían en Capitán América mientras el pobre Iron Man era sustituido por su yo adolescente que tendría serie propia a cargo de Kavanagh y Hector Oliveira. Todo esto iba a ocurrir y tal vez en el futuro la gente hablaría de un Iron Man Rebirth a cargo de Geoff Johns o algo parecido, pero entonces Jerry Calabrese destapó sus verdaderos planes: Heroes Reborn.
Porque, efectivamente, tanto The Awesome Avengers como aquella encarnación de Mighty Avengers nunca vieron la luz, y todos los planes de relanzamiento post Encrucijada se fueron al garete. Y es que Calabrese había tratado desde su nombramiento de recuperar a todos los autores de Image que habían trabajado en tiempos para la Marvel, con lo que el ascenso de Bob Harras como editor jefe absoluto de la editorial justo después del verano no acudía a la reconciliación entre equipo editorial y ejecutiva que muchos creyeron ver, si no a que era una figura del gusto de Rob Liefeld y Jim Lee que además no dejaba de ser también el editor jefe que mayores beneficios facturaba gracias a la joya de la editorial, X-Men. Heroes Reborn, el proyecto que en aquel momento se llamaba «Unfinished Business», consistía en arrebatarle a la editorial el control de Vengadores y 4 Fantásticos para dejarlos en manos de los estudios de Jim Lee y Liefeld; Calabrese acababa de mandar a la papelera todo el trabajo de un año de aquel equipo creativo y la traición caló hondo, porque aquello podía traducirse en la pérdida del puesto de trabajo de muchos.
Y es que editores como Gruenwald veían como aquello parecía algo personal contra el, porque a excepción de Estela Plateada, todas sus series eran canceladas o pasaban a manos de Lee y Liefeld. Visto lo visto y con la bancarrota de Marvel no muy lejana, algunos de sus colaboradores como Nel Yomtov abandonarían el negocio tras más de 15 años en la editorial, mientras guionistas y dibujantes tratarían de salir al paso como pudieran a la vez que otros como Ralph Macchio se verían bendecidos por el ascenso de Harras pasando a editar todo el Spiderman postclon y hasta llegando a hacerse cargo años después de lo que sería la línea Ultimate. Por otro lado, parte del legado de los Vengadores llegaba a su fín también en la figura del entintador Tom Palmer, que acabaría su etapa en Los Vengadores tras más de diez años y varias colaboraciones intermitentes en la serie que se remontaban a 1970 y a la primera etapa de Roy Thomas, casi nada. Pero la peor parte, como decía, se la estaba llevando Mark Gruenwald, que moriría de un infarto en agosto de 1996. No quiero pensar que le vino como consecuencia del desprecio que le estaba haciendo la editorial con toda esta situación, pero lo que es innegable es que es una pena que Mark no llegara a ver Heroes Return y a Busiek y Pérez devolviendo a los Vengadores a primera fila sin ninguna necesidad de que el grupo renunciase a su identidad.
Más pena todavía me da el no poder leer los cómics que habría podido guionizar y editar, y cómo habría podido cambiar la historia del cómic de haber seguido vivo. Pero la vida es así, y aunque el resultado de aquella reunión creativa del 95 nos parezca hortera o directamente erroneo, lo cierto es que aquella gente amaba su trabajo y estaba tratando desesperadamente de salir de una situación en la que los había metido la incompetencia de otros. Que el Iron Man adolescente podía ser una estupidez, pero al igual que Kyle Rayner o Ben Reilly, son historias salidas de la necesidad de hacer algo con un personaje que está sufriendo una hemorragia de ventas de la que no sabes como salir, y el estar dispuesto a todo con tal de no fracasar en tu trabajo. El propio Gruenwald amaba al Capitán América lo más grande, y aun así lo metió en historias de hombres lobo y hasta lo encerró en una armadura en su última etapa en la serie; todos somos humanos y cometemos errores, pero también tenemos que preguntarnos que carajo habríamos hecho de vernos en su lugar, con la industria del cómic pasando por uno de sus peores momentos y teniendo que rendir cuentas a unos jefes incompetentes que no hacen más que quejarse de que los ceros de la especulación se han esfumado de la noche a la mañana.