La película ideal de Doom sería una en la que no nos hablaran de los personajes, de sus dramas personales o de su miedo. La película ideal de Doom sería una en la que el protagonista no dice una sola palabra, pero en la que disfruta reventando demonios, pisoteando sus craneos y tiene una fascinación sexual por las armas. Sería una película en la que el protagonista sería un perturbado en un mundo aún más loco, en la que los ritmos metaleros compondrían una sinfonía de destrucción espacial digna de las mentes más perturbadas. Y sí, perfectamente la podría protagonizar Karl Urban.
Pero entonces abro los ojos y me doy cuenta de que, en efecto, existe una película de Doom protagonizada por Karl Urban. Lamentablemente se estrenó en el año 2005, en unos tiempos en los que a id Software le había dado la chifladura de desarrollar Doom 3 y decir que la serie «siempre había sido un survival horror», con lo que la película tenía que dar sustos para ser fiel al juego. Si a ello sumamos que el director era un director de fotografía llamado Andrzej Bartkowiak que años más tarde realizaría ese homenaje al despropósito que sería «Street Fighter: La Leyenda de Chun Li», podemos decir que era una película que iba a fracasar. Y lo iba a hacer no porque estuvieramos hablando de una adaptación irrealizable, ni siquiera por la maldición de las adaptaciones de videojuegos al cine; el fracaso de Doom se debió a que ni el productor ni el director fueron suficientemente valientes como para romper los moldes del medio cinematográfico que una adaptación de Doom debería romper.
Porque estamos hablando de una película que se pasa hora y pico aburriéndonos con la enésima historia de marines en una instalación cerrada en la que están pasando cosas terribles, con The Rock como falso protagonista que acaba siendo el villano y con Karl Urban -¡el puto Juez Dredd!- siendo totalmente desaprovechado hasta el tramo final de la película, cuando nos dejamos de prólogos y saltamos directamente a lo que nos importa, al videojuego. Porque sí amigos que nunca visteis la película, en el tramo final hay un plano secuencia en primera persona que justifica toda la película y que es la única razón de ser de todo lo que hemos soportado hasta ese momento. Es ése momento en el que nos damos cuenta de lo que realmente queríamos de una película de Doom, de lo cara que sería realmente una película de Doom bien hecha y de que, si Hardcore Henry estuviera bien pensada, podría haber sido una buena película de Doom.
Me pregunto como habría sido esta película si los guionistas hubieran pensado en dejarse de tonterías, en poner al marine protagonista del videojuego como una fuerza de la naturaleza a la que vemos cruzar las instalaciones de la UAC sin decir una sola palabra. No es algo tan loco, es algo muy habitual del cine de acción de los 80. Tendríamos montones de secundarios (científicos, otros soldados) que van contemplando de lejos la acción pero que siempre acaban muriendo antes de que llegue nuestro marine, porque la esencia de Doom es que para cuando el protagonista llegue todos esten ya muertos, que los demonios hayan conquistado todo y sólo le quede la venganza (que en realidad no es venganza, es pura sed de sangre). Y lo peor de todo es que Doom podría ser una gran película porque actuaría a la vez de película de acción descerebrada y de crítica al género en si mismo, al mostrar como los que pegan los tiros están mal de la cabeza y que todo se habría areglado si el marine en un principio pensara un poco y hubiera tomado alguna acción más racional como cerrar a cal y canto una instalación y dar la orden de evacuación, dejar clara la deshumanización del protagonista y todo ese tipo de cosas tan divertidas que la película de Doom no hizo.
LA secuencia, para goce y disfrute de todos los fans del juego. Los que no seáis fans del juego callaros, porque no tenéis ni puta idea.