Con el ajetreo de las navidades, los estrenos de final de año, el regreso de el resto de series y demás complicaciones, hay demasiados temas que se han quedado colgados demasiado tiempo sin que hablemos de ellos por aquí. El estreno a finales del pasado año de la adaptación para televisión del clásico de la ciencia- ficción Childhood’s End/El Fin de la Infancia de Arthur C. Clarke ha sido uno de esos temas. En esta miniserie de tres episodios la cadena SyFy nos ha demostrado de nuevo lo muy en serio que se han tomado su compromiso de traernos lo mejor de la ciencia ficción a nuestras pantallas. Y pese a algún defectillo menor que otro, estamos ante una de esas series de obligado visionado para los amantes del género.
Cuando un buen día el cielo de todo el mundo se llena con la aparición de gigantescas naves espaciales de origen desconocido la humanidad teme lo peor. Pero estos seres, a quienes los terrestres apodaran como “Overlords”, aseguran a través de Karellen (Charles Dance), el “Supervisor para la Tierra”, haber venido en son de paz con el único propósito de ayudar a la humanidad a superar todos sus problemas y a ayudarles a avanzar hacia un futuro brillante. Con la ayuda de Ricky Stormgren (Mike Vogel) un portavoz humano escogido entre lo mejor que ofrece la humanidad, los Overlords seguirán un largo proceso en el que acabaran con las enfermedades, las guerras, el hambre, la pobreza… pero que contara con muchos obstáculos entre quienes no confían en la palabra de sus visitantes. ¿Pero son sinceros los Overlords? ¿Tienes razón los escépticos al dudar de las intenciones de estos? ¿De verdad quieren ayudar a la humanidad a cambio de nada o tienen intenciones ocultas?
Tengo que comenzar reconociendo que pese a ser un gran amante del genero y un rendido admirador de Arthur C. Clarke, este es uno de los pocos libros suyos que aun no he leído (cosas de que Diógenes me pague con pan duro y tenga que sobrevivir a base de comprar libros en mercadillos) y del que había conseguido no saber nada hasta el momento, por lo que la serie ha sido para mí una sorpresa constante detrás de otra. Pero sin poder compararla con la obra original me he encontrado con una serie que me ha dejado pegado al asiento durante estos tres episodios que casi parecen tres películas tanto por su duración como por lo cuidado de la producción y que ha hecho que las ganas que ya tenía de disfrutar de la novela se hayan multiplicado aunque ya me haya reventado muchas, si no todas, de las sorpresas de la historia.
Pero llegar hasta aquí no ha sido nada fácil. Ya en la década de los sesenta el legendario Stanley Kubrick quiso llevar al cine esta historia, pero los derechos de la novela no estaban disponibles y en su lugar adapto una obra menor de Clarke, “The Sentinel” que daría lugar a esa obra maestra que fue 2001: Una Odisea Espacial. Propuestas para adaptar la historia a seriales radiofónicos o series de televisión también quedaron en tierra de nadie, contando el último de ellos con la colaboración en la pre-producción y el diseño del mismísimo Neal Adams, pero problemas contractuales y de presupuesto acabaron hundiendo también este proyecto. No fue hasta los noventa cuando se llego a realizar una adaptación para la radio de la mano de la BBC, y ya a comienzos del presente siglo se intento de nuevo llevar la historia al cine con idéntico resultado de todos los proyectos anteriores. Por todo ello cuando SyFy anuncio en 2013 que iban a llevar la historia a la televisión no me lo creí mucho, pero viendo el resultado me alegro muchísimo de haber estado equivocado.
Y es que al final la serie ha resultado ser un producto más que digno, donde se nota que ha invertido mucho dinero y que me reafirma en mi idea de que el formato de miniserie debería utilizarse más, que a cuantas series les hubiese venido de miedo durar solo tres o cuatro episodios… Pero también es una serie en la que, por razones completamente diferentes, quiero destacar el trabajo de dos actores. Lo primero es que tengo que admitir que tenia muchísima curiosidad por ver como se desenvolvería Mike Vogel en una serie de ciencia-ficción que no pareciese estar escrita por una panda de monos drogadictos (y aun así echo de menos Under the Dome…), y resulta que cuando le dan un guion de verdad resulta ser un actor apañado. Pero uno de sus compañeros de reparto, Charles Dance, se come cada escena en la que sale e incluso cuando no sale y solo le escuchamos. El gran talento que posee este veterano actor no ha sido una sorpresa, pero sí que me ha impresionado su capacidad para transmitir emociones tan solo con su voz y esa habilidad para resultar inquietante y tranquilizador al mismo tiempo, consiguiendo que su personaje pese a ser algo secundario sea el más interesante de la serie.
Y puestos a señalar algo negativo de la serie, lo único que de verdad puedo criticar de la misma es que la trama de Ricky Stormgren se estira demasiado a lo tonto, seguramente debido simplemente al deseo de mantener a Mike Vogel en todos los episodios al tratarse de una de las pocas caras conocidas de la miniserie. El problema de ello, aunque algo menor, es que se trata de un personaje que pasado el ecuador de la miniserie, quizás incluso antes, deja de tener peso real en la historia y su presencia resulta un tanto prescindible. Pero que esto sea la única cosa de la que me puedo quejar de la serie dice mucho de la calidad de la misma.
Así que si alguien tiene unas cinco horas libres que quiera ocupar con algo, le gusta el género de la ciencia-ficción y aun no le ha dado una oportunidad a esta serie, ya está tardando en hacerlo. Porque no se aun si le hace justicia o no a la novela original, pero lo que sí que se es que Childhood’s End fue una de las grandes sorpresas de 2015 y una de las historias del genero con la que más he disfrutado en mucho tiempo.