M’Rabo suele decirme que estoy muerto por dentro. Que sí, que es su respuesta automática cuando le digo que no me gustan los tebeos de la tostadora del espacio, pero a veces me pregunto si no tendrá razón. Porque claro, Undertale es un juego de «sentimientos», un juego en el que debería sentir empatía con sus protagonistas y aun así soy incapaz de empatizar con ninguno de sus personajes. Pues empezamos bien el año…
Recuerdo la primera vez que jugué a Final Fantasy XIII. Había una tipa de pelo rosa que sí que debía estar muerta por dentro, otra tipa llamada Vainilla completamente insufrible y un backstreetboy rubio que supuestamente era el fortachón del grupo pero que no le habría aguantado ni un estornudo a cualquier personaje de Jack Kirby (no digamos ya a Big Barda). Final Fantasy XIII se pasa toda su historia tratando de que empatices con sus personajes y que elijas tu propia waifu, pero a mí me resbalaba. Por lo visto el éxito de la historia de un JRPG parece que viene dado según el nivel de implicación del jugador en su historia, con lo que se empezó a escribir de forma enajenada, con el único objetivo de enamorar al jugador de los personajes y que te quieras zumbar alguno de ellos. En el caso de Undertale no pasa eso mismo (aunque si googleais Undertale y Rule 34 puede que pasen cosas muy malas, NO LO HAGAIS) pero su único creador, Toby Fox, sí que ha buscado que empatices con ellos y que te importe su vida y sus miserias (y hasta que te rías de sus lamentables chistes, a pesar de ser eso, lamentables).
Para ello, Fox ha tomado como referente Earthbound, un JRPG de Supernintendo que en los últimos años ha sido entronizado de mala manera a pesar de que en su día no tuvo la menor relevancia y pasó sin pena ni gloria, no llegando a lanzarse en Europa. Earthbound era todo un perro verde, un juego en el que el protagonista era un niño de la actualidad (los 90) que tenía que parar una invasión extraterrestre a golpe de bate de beisbol de plástico y demás armas de juguete. El juego tenía un surrealismo raro a medio camino entre una versión teletubbie de Junji Ito y el humor absurdo, y destacaba por ser uno de los pocos videojuegos de la época que rompía la cuarta pared (no sé si su antecesor -el Mother de NES- lo hacía también, no llegué a jugarlo) con lo que para muchos ya les pareció una obra maestra por el mero hecho de ser metarreferencial y autoconsciente de ser un videojuego.
Undertale es exactamente una secuela bastarda de Earthbound, de hecho hasta su título parece formar un juego de palabras con su inspiración. En Undertale nos cuentan la historia de un personaje de género indeterminado pero con cara de estreñido que cae por un agujero hasta el reino de los monstruos, los cuales por lo visto viven encerrados en el mundo subterraneo y parecen tener ganas de volver a la superficie para matar a los humanos y eso. Pronto descubriremos que nada es lo que parece y que ese mundo es un pelín más complejo de lo que parece, pero tampoco demasiado. Porque esos monstruos terribles en realidad tienen problemas afectivos bastante graves, y sus complejidad personal parece salida del libro de arquetipos de Tumblr. Y es que no por nada los detractores del juego lo han empezado a llamar Tumblrtale…
Tengo que reconocer que la primera vez que oí hablar del juego me gustó la idea, un RPG pixelado hecho por un solo tío en el que podías pasarte el juego entero sin matar a nadie. Un juego en el que parecías tener libertad para hacer lo que te saliera de las narices y tener conversaciones con cualquier enemigo, pero ya en ese momento tenía que haberme dado cuenta de que era demasiado bonito para ser verdad. Según empieza el juego y un personaje te hace un falso tutorial de combate para ponerte en guardia, empiezan a mandarte señales de que el juego también está jugando contigo, y eso es interesante, es bueno. Más tarde, cuando empiezas ya con el juego en sí y te hacen una parodia de los tutoriales de otros juegos con un personaje que te lleva literalmente de la mano y se preocupa constantemente de que te puedas hacer daño, piensas que Toby Fox es un tipo ingenioso y con buenas ideas. Lo malo viene después, cuando te das cuenta de que el juego es lo que ves y nada más…
Porque los personajes que encuentras y que supuestamente tienen que crearte implicación no te interesan. Porque la ruta de «matar todos los monstruos» es francamente insatisfactoria y no te cuenta ni la mitad de la historia, y no deja de ser una pieza más de cara a repetir la partida pero sin matar a nadie. Porque el combate (ya sea en versión guerrera o pacifista) se hace aburrido y cansino, y lo peor de todo es que te obliga a repetir los mismos esquemas cada vez que se te repite un tipo de monstruo. Vamos a decirlo claro: si los personajes y la historia no consiguen interesarte, la jugabilidad tampoco lo va a hacer. Y sí, el juego tiene en cuenta las veces que has cargado partida o cuando has cambiado de parecer, y hasta llega a hacer como el X-Men de Megadrive y obligarte a resetear la partida para poder seguir, cosas muy metarreferenciales que a mucha gente la han dejado turulata y diciendo que es el mejor juego de la historia… Pero para mí el emperador está desnudo. Valoro el logro de Toby Fox de hacer el juego él solito como si estuvieramos en los tiempos del Spectrum, así como también me parece estupendo que intente jugar con los límites del medio, pero lamentablemente no veo la innovación por ninguna parte y lo repetitivo del juego hace que se me caiga de las manos. Probadlo vosotros si queréis y ya me contais, pero lo que sí os pido por favor es que no os apasionéis demasiado, ni en favor ni en contra. Al fín y al cabo la lección más importante de Undertale es que es sólo un videojuego…