Sigue la avalancha de regresos televisivos y con ella ha regresado también una serie que el año pasado tuvo una primera temporada algo irregular pero debido al estar basada en un importantísimo personaje de comic, y sobre todo a su enajenación constante, se gano un hueco en nuestros corazones. Si, Gotham ha regresado a nuestras pantallas y lo ha hecho más loca que nunca y con una aun mayor falta de sutileza si es que eso es posible.
Admitámoslo, los guionistas de Gotham nunca han sido lo que se dice sutiles. Al tratarse de una precuela ambientada inmediatamente después del asesinato de Thomas y Martha Wayne, todos los personajes que tan familiares nos resultan se nos han mostrado en un momento de sus vidas en los que aun no tenían nada que ver con los que hemos conocido en el comic, o al menos esa tendría que haber sido la idea. Pero casi desde el primer momento de la serie, no sé si porque los guionistas pensaron que los espectadores no habituados al comic necesitaban un enfoque algo más directo, decidieron que eso de ser sutiles no iba con ellos.
Yo entiendo que las precuelas se prestan mucho a los pequeños guiños a la historia original, a escenas con doble sentido que solo entiendes si sabes lo que pasara. Ahí tenemos aquella conversación entre Obi-Wan y Anakin en el que el primero comentaba a modo de broma a su aprendiz que este un día le mataría o todos esos momentos en Agent Carter en el que hemos visto establecerse los orígenes de elementos que ya habíamos visto en las películas o en Agents of S.H.I.E.L.D. L que sucede es que los guionistas de Gotham lo han llevado un poco mas allá y no se han limitado al comentario puntual o al pequeño guiño que casi pasa desapercibido, en su lugar optaron por ser más directos que un puñetazo en la cara con un puño americano.
Los orígenes de personajes que sabemos que se convertirán en héroes y villanos como Batman, Catwoman, el Acertijo, el Pingüino y tantos otros se podía haber llevado de muchas formas, pero en Gotham la cosa llego a tal extremo que parecía que solo les faltaba sacar grandes letreros luminosos sobre las cabezas de los actores como si fuesen personajes de un MMORPG (Para esto sirve que Diógenes te vuelva loco hablando de videojuegos todo el día). Así vimos como la joven Selina Kyle ya era apodada la gata, bebía leche y arañaba; Ivy «Pamela» Pepper vestía siempre de verde y estaba obsesionada con las plantas; el forense Edward Nygma está constantemente hablando en acertijos y a cada rato se encargaban de recordarnos que Oswald Cobblepot caminaba como un pingüino… lo dicho, una sutileza tan inexistente que no sé ni cómo no han sacado aun a Bruce Wayne obsesionado con la película del Zorro o con los dibujos de hombres alados de Leonardo DaVinci.
Se ve que eso gustaba al publico porque no se detuvieron ahí, así pudimos ver el primer encuentro entre el pequeño Bruce Wayne y el joven ejecutivo Lucius Fox, el origen de la mismísima Batcueva, los primeros escarceos amorosos de John Grayson y su futura esposa Mary. Pero había una especie de tabú en la serie, un personaje al que parecían respetar demasiado y con el que no se atrevían a tratar directamente… Hasta que definitivamente tiraron por la ventana la poca sutileza que les quedaba y empezaron a decirnos claramente que podíamos estar viendo ya a quien se convertiría en el Joker.
Tras una pequeña y nada sutil aparición en la primera temporada, Jerome Valeska, el adolescente criado en un circo (¡el mismo de los Grayson!) y culpable del asesinato de su madre y del que se dejaba más o menos claro que podría ser el Joker, ha regresado en la segunda temporada robándole el protagonismo a casi todos los demás personajes, eclipsando incluso a quien fue la estrella de la temporada anterior, el Pingüino, quien de momento está en un segundo plano. Si el personaje interpretado por Cameron Monaghan ya apuntaba en su primera aparición que podría ser el famoso villano, en esta segunda temporada ya no tratan de disimular lo mas mínimo y se pasa el rato alternando entre imitar a Mark Hamill e imitar a Heat Ledger de la forma más desbocada posible. ¿Son de verdad tan obvios los guionistas? Pues todo parecia indicar que si hasta el episodio de esta semana en el cual la historia ha dado un giro no del todo inesperado conociendo los antecedentes de los guionistas.
Pero no todo ha sido ir directos al a yugular del espectador para que nos quede claro a quienes estamos viendo en pantalla. También hay casos extraños en los que uno no puede evitar preguntarse qué está pasando por la cabeza de los guionistas de la serie, y el ejemplo más claro lo tenemos en el personaje de Barbara Keen. Parecía claro que este personaje era sencillamente la esposa de Jim Gordon y la futura madre de Barbara Gordon/Batgirl. Pero ya desde el primer momento empezaron a introducir elementos extraños al personaje como su relación lésbica con Renee Montoya (Batwoman, la madre de Batgirl… menudo fetichismo con los muercielagos). Pero al final de la anterior temporada y en todo lo que hemos podido ver d la segunda, el personaje ha sufrido una evolución un tanto peculiar.
Tras ser secuestrada un par de veces, primero por Victor Zsasz y más tarde por The Ogre, Barbara ha perdido finalmente la cordura y tras ser internada en Arkham por asesinar a sus padres y tratar de asesinar a la Doctora Leslie Thompkins, ha perdido definitivamente la cabeza y se ha convertido en una de las villanas de la serie. Una “villana” que entre la relación que está iniciando con Jerome y su reciente afición a vestirse de rojo casi me hace temer que quieran convertirla en una extraña versión de Harley Quinn. Aunque seguramente los guionistas con su sinsentido habitual quizás nos sorprendan quitándoles a ambos de en medio y diciéndonos que nunca fueron futuros villanos de Batman, solo dos personas enfermas que se parecían mucho, les creo capaces.
Si, parece que los guionistas de Gotham ya han abandonado del todo la idea de ser más o menos fieles al comic y están consiguiendo que el pequeño Bruce Wayne se encuentre con la totalidad de su galería de villanos años antes de plantearse siquiera el luchar contra el crimen de forma directa. Pero es todo tan absurdo, tan enajenado, tan inesperado y sorprendente que hace que ver Gotham sea realmente divertido, y en una temporada televisiva en la que muchos de los nuevos estrenos han empezado siendo bastante sosos cuando no directamente aburridos, eso se agradece mucho.