Con el final de las temporadas de las series que nos han ido acompañando a lo largo del año, van llegando ahora los estrenos de cara a la temporada veraniega. Uno de los primeros en llegar, o al menos uno de los primeros a los que le he prestado atención, es Wayward Pines. Esta serie, basada en una trilogía literaria del mismo título escritas por Blake Crouch, cuenta con un productor, y director del episodio piloto, que a más de uno sonara su nombre, M. Night Shyamalan. Con el señor Shyamalan a bordo podemos tener un par de cosas claras, que habrá sorpresas y giros inesperados a cada rato, y que hasta el último episodio tendremos miedo de que detrás de esas sorpresas no haya nada de sustancia.
Para el agente especial del servicio secreto Ethan Burke (Matt Dillon), la misión de localizar a dos de sus compañeros desaparecidos parecía relativamente sencilla, aunque nadie fuese capaz de explicarse los motivos de ella. Pero cuando durante el transcurso de su investigación Burke sufre un aparatoso accidente de coche y se despierta a las afueras del idílico pueblecito de Wayward Pines, se dará cuenta de que las cosas son muchísimo más complicadas de lo que parecían a primera vista. Y es que en la superficie, Wayward Pines parece el lugar perfecto para vivir, todo es paz, armonía y buena vecindad. Todo el mundo se conoce y tiene siempre una sonrisa amable, parece la clase de lugar del que nadie querría irse, y como Burke comprobara enseguida, el mismo se encontrara con que no puede salir de allí…
Wayward Pines se podría considerar como un extraño cruce entre Twin Peaks y el Prisionero. Como en la primera de ellas, en esta ciudad nada es lo que parece y cuanto más se escarba en la superficie más siniestro y aterrador resulta todo. Y como sucedía en la segunda, tenemos a un hombre en solitario contra este pequeño mundo en el que ahora vive y del que solo quiere escapar como un hombre libre. Si, la ambientación no es precisamente original, son tantas las series y películas sobre pueblecitos de la América profunda en los que puedes entrar pero no salir que a mí me daría pánico viajar allí y salir de alguna gran capital. Pero la formula sigue funcionando e inquietando y hay suficientes misterios como para que la serie enganche y nos haga volver con ganas de averiguar mas.
Aunque como decía al comienzo de este articulo, mi mayor miedo es M. Night Shyamalan. Si, aquí solo es productor y director, pero viendo como la serie la ha desarrollado Chad Hodge (cuyo curriculum no es demasiado impresionante) y está basada en una serie de novelas de un escritor que parece especializado en “bestseller” de misterio, me temo que el mayor peso de Shyamalan acabe haciendo que estemos ante un producto más suyo que de nadie. Y mi problema con eso es que aunque en el pasado he disfrutado de varias de sus películas, también he quedado decepcionado en muchas ocasiones, sobre todo por eso de que una vez conoces el misterio detrás del humo y los espejos, muchas de sus historias pierden la gracia ya que se basaban solo en la sorpresa final. ¿Sucederá eso también con Wayward Pines? Espero que no.
Pero de momento, tras haber visionado los dos primeros episodios de los diez que componen esta temporada (¡No he visto solo el piloto, Diógenes no me puede criticar!) la serie está manteniendo el nivel, las sorpresas están bien dosificadas y cada nueva revelación hace que todo parezca aun más aterrador. Además Wayward Pines cuenta con un reparto lleno de caras conocidas, a quienes al ya mencionado Matt Dillon se le suman nombres como los de Terrence Howard, Juliette Lewis o Toby Jones entre otros. Así que si, le recomiendo a cualquiera que aun se fie de mi criterio que le dé una oportunidad a esta serie, aunque haya que esperar al episodio final con los dedos cruzados para no encontrarnos con otra «Shyamalanada».