Llevaba mucho tiempo sin leer una novela del Universo Expandido de Star Wars, así que cuando me enteré de que había una novela consagrada en exclusiva a la figura de Tarkin mi memoria no estaba por la labor de recordarme como de malas pueden llegar a ser estas novelas.
El Grand Moff Wilhuff Tarkin es el personaje de Peter Cushing en La Guerra de las Galaxias y en Brainstomping somos muy fans de este gran actor. Por otro lado, el personaje de Tarkin simboliza todo lo que mola del Imperio Galáctico: es el funcionario desalmado que hace cualquier cosa por llevar a cabo sus objetivos, trabajando por el bien del Imperio y despreciando cualquier tipo de gloria personal. Puede que en la película fuera un cruce entre el Ahab de Moby Dick y un Himmler de medio pelo, pero la interpretación de Cushing consiguió darle al personaje una dignidad que le dió al Imperio la entidad que necesitaba más allá de ser meros esbirros de los Sith; no olvidemos que el bueno de Tarkin no dejaba de ser el superior de Darth Vader.
Así que con esto de que ahora el Universo Expandido va a ser «reseteado» para adecuarlo a la nueva realidad que trae el estreno del Episodio VII a finales de año, parecía una buena idea el echarle un vistazo a la primera novela de la nueva continuidad. Así que me puse a leer «Tarkin» de James Luceno, con una curiosidad inocente que no tardó en transformarse en horror, porque ya durante la lectura de las primeras páginas empecé a recordar todo lo que me había hecho rehuír las novelas de Star Wars todos estos años. Empezando por esa manía que tienen los editores de estos libros por considerar que un personaje esta bien caracterizado si repite a la mínima ocasión las frases de las películas -estoy hasta la coronilla de que Vader repita su «ya te tengo» a la mínima ocasión-, pasando por las largas parrafadas de exposición en las que los personajes te aburren contándote cosas que no te importan en absoluto y llegando hasta el mayor de todos los pecados: todas las novelas que no siguen el «canon principal» son intrascendentes, todos los personajes quedan más o menos en la situación en la que estaban.
Que vamos a ver, ¿a mí que me importa que Tarkin ahora sea Gran Moff en vez de Moff a secas? ¿Que más me da que le cambien su corbeta hipermoderna por un Destructor Imperial? Al final el objetivo de la novela es contarme la vida de Tarkin hasta que pone en marcha su Estrella de la Muerte, y James Luceno malgasta la mayor parte de la misma contándote una versión galáctica de «Colega, ¿dónde está mi coche?» Porque al final de eso va la novela, unos proto-rebeldes le roban la nave a Tarkin y se pasean por la galaxia intentando desacreditar al Imperio y con un absurdo plan de estrellar la nave contra la academia imperial. Tarkin y Vader van dando palos de ciego a lo largo de toda la historia y de vez en cuando te sueltan algún flashback de la juventud de Tarkin en su planeta, dónde por lo visto tienen por costumbre el soltar a la gente en mitad de la selva a ver si sobreviven.
Que sí, que entiendo que el marco en el que se mueve el escritor es reducido, tienes que contar una historia ambientada cinco años después de La Venganza de los Sith, pero a la hora de plantear la novela Luceno podía haber hecho que la trama fuera algo más personal para Tarkin; contar como el último pedazo de humanidad del personaje desaparece, que la amenaza contra la que se enfrente sea alguien importante en su vida, que tenga que romper con su pasado para entregarse de lleno al Imperio. Pero no, el personaje va dando tumbos para localizar su propia nave mientras te cuenta las durísimas condiciones que tuvo que pasar Tarkin de la Jungla para sobrevivir. Y para colmo la novela incluye un capítulo promocional de una novela protagonizada por Luke Skywalker en primera persona, en la que el chaval cuenta -de la forma más soporífera posible y repulsivamente fanfictionera- sus dudas existenciales y lo solo que se siente después de destruir la Estrella de la Muerte. Vamos, que las novelas del Universo Expandido siguen siendo lamentables y no merecen que malgastemos nuestro tiempo.