En los últimos años hemos vivido un resurgir de la figura de Carlos Giménez, al lanzamiento al mercado de obras nuevas como el impresionante “Pepe” o la futura “La Peste Escarlata”, tenemos que sumarle la reedición de la mayor parte de su obra de forma bastante asequible (aunque no en mi formato favorito, sigh). Pero uno de sus trabajos mar extensos parecía resistirse a volver, pero claro, una vez has reeditado todo lo demás ya no queda más remedio y casi parece que sea así como hemos acabado teniendo por fin la reedición completa del Historia de Sexo y Chapuza, rebautizado para la ocasión como “Todo Sexo y Chapuza”, por lo que es un momento inmejorable para hablar de esta obra y recomendar su lectura.
Carlos Giménez dice en la introducción del recopilatorio que este cómic se trata de uno de sus trabajos favoritos porque es el que menos le gusta a los editores y lo consideran un “patito feo” dentro de su obra. Y es que Sexo y Chapuza, pese a que su titulo pueda llevar a malentendidos, ni tiene bastante sexo como para considerarlo como cómic erótico, ni bastante humor como para que sea algo cómico y en comparación con el resto de su obra muchos lo consideran algo poco serio. Pero pese a todo ello Giménez afirma que, aunque la mayoría de editores no parecen haberse dado cuenta de ello, este se trata de uno de sus trabajos más críticos y ácidos.
Pero si con este cómic ni te excitas, ni te ríes ni te hace sentir superior por leer una obra seria ¿Qué es lo que nos ofrece Giménez en él? Pese a lo dicho anteriormente, Sexo y Chapuza sí que hace reír, pero es más bien una risa amarga y dolorosa, ya que esa crítica y acidez que Giménez mencionaba en la introducción, y que en mayor o menor medida ha salpicado toda su obra, esta mas presente que nunca en Sexo y Chapuza. Pero donde antes uno se reía al ver las condiciones de trabajo de los dibujantes de Los Profesionales o se indignaba al ver como los profesores de Paracuellos trataban a los niños, aquí no queda más remedio que esbozar una sonrisa amarga al ver que el blanco de esas críticas somos “nosotros mismos”.
Y pese al título de la obra, aquí lo que encontramos es mas chapuza que sexo. Chapuzas con las que es difícil no sentirse identificado con muchas de estas historias, ya que toca unos temas tan cotidianos e imperecederos que es difícil que alguno no nos haya tocado de cerca. La primera vez, los amores no correspondidos, la homosexualidad, las infidelidades, los malos tratos, el sida… y sobre todo la chapuzas, muchas chapuzas, ya sean sexuales o no. Giménez no ha dejado ningún tema sin tocar y todo lo ha hecho con esa naturalidad (naturalidad nada políticamente correcta) de quitarse el sombrero habitual en él.
Así que estas alturas no creo que me haga falta aclarar que recomiendo efusivamente la lectura de esta obra y del resto de trabajos de Carlos Giménez, uno de esos pocos autores de cómics de los que me atrevo a decir que no tienen una obra mala y a quien deberíamos considerar prácticamente un tesoro nacional, pero como esto es España no le valoraremos como se merece hasta que sea demasiado tarde… Así que desde aquí queremos aportar nuestro pequeño granito de arena a homenajear a este artista con mayúsculas que siempre nos deja con una sonrisa en los labios aunque como en esta ocasión, sea una agridulce.