La serie de Gotham ya lleva unas cuantas semanas emitiéndose y se ha confirmado como una sorpresa bastante agradable, o por lo menos como una serie con más cosas buenas que malas. Hay personajes que han sido toda una revelación como el Pingüino interpretado por Robin Lord Taylor, personajes que dan más pena que otra cosa como la Barbara Kean de Erin Richards y personajes que se han revelado como geniales en el último episodio como el Alfred Pennyworth de Sean Pertwee. No se puede acusar a este Alfred de ser una traslación literal de su contrapartida en el comic, al menos no de la más tradicional, pero lo que no le puedo negar es que tras el último episodio emitido se ha convertido en mi personaje favorito de la serie…
Si, este Alfred no es exactamente el estirado mayordomo que estamos acostumbrados a ver, pero tampoco traiciona la esencia del personaje. Sigue siendo ese fiel mayordomo que adoraba a sus jefes y que quiere a Bruce como si fuese su propio hijo, solo que aquí toma prestados unos cuantos elementos de otras versiones recientes del personaje. Sobre todo se nota la influencia de la novela grafica Batman: Earth One de Geoff Johns (donde su versión de Alfred era lo único realmente interesante del comic) y de la serie de tv Beware The Batman. En ambas versiones nos encontrábamos con un Alfred algo más joven y dinámico de lo habitual y que no tenía un papel tan pasivo como el que estábamos acostumbrados a verle (aunque no es que el clásico fuese un viejo pusilánime precisamente). Este era un Alfred que no se limitaba a quedarse en la Batcueva aconsejando a Batman por la radio o investigando para él, y que si era necesario repartir unos cuantos golpes lo hacía sin problemas. Y parece que es de estas versiones de las que han bebido y mucho los guionistas de la serie de Gotham.
Pero entremos en materia sobre lo visto la semana pasada en Gotham… Todo comienza cuando meses después del asesinato de Thomas y Martha Wayne, Alfred considera que ya es hora de que el pequeño Bruce regrese a su colegio y trate de hacer vida normal. Pero esa institución privada y pija pronto nos recuerda que del mismo modo que los criminales son cobardes y supersticiosos, los niños pueden ser sádicos y crueles, y pocos lo son más que Tommy Elliot… ¡Hush! ¡Es un futuro supervillano creado por Jeph Loeb y Jim Lee, no se puede ser mas escoria! Este pequeño monstruo en potencia no tiene nada mejor que hacer que reírse de Bruce porque sus padres están muertos y aporrearle cuando este trata de defender el honor de estos.
A la salida de clase Bruce trata de ocultar las secuelas de su encontronazo con el futuro Hush, pero Bruce aun no tiene practica en inventarse explicaciones absurdas para justificar sus lesiones y no tarda en confesarle toda la verdad a Alfred. Y es entonces cuando este, al enterarse de lo sucedido, hace la pregunta que todo padre responsable haría en una situación similar “¿Le habrás roto los dientes a ese bastardo, no?” ¡ASI SE HACE ALFRED! Pero para su sorpresa (y decepción) Bruce le confiesa que no, que no sabe pelear y que Hush es más grande que él y que no fue capaz ni de hacerle un rasguño, lo que deja a Alfred decepcionado y pensativo…
Al día siguiente Alfred lleva en coche a Bruce a la residencia de Hush para arreglar las cosas de una vez, lo que cualquiera pensaría que significaría hablar con los señores Elliot para evitar que se vuelva a repetir el incidente del día anterior. Pero antes de llamar a la puerta, y sin un motivo evidente a primera vista, Alfred le hace entrega a Bruce del reloj de su padre ¿Un momento extraño y poco apropiado para esto? No del todo…
El pequeño Bruce se dirige a la puerta y es el propio Hush quien le abre, sorprendido de encontrárselo allí. Bruce le dice que tienen que arreglar unos asuntos y a continuación… ¡UTILIZA LA CORREA DEL RELOJ DE SU PADRE COMO SI FUESE UN PUÑO AMERICANO Y LE GOLPEA UNA Y OTRA VEZ! ¡MIENTRAS ALFRED LE MIRA LLENO DE ORGULLO!
Cuando este considera que el pequeño Hush ha tenido suficiente, detiene a Bruce y le felicita por como se ha desenvuelto. Hush no entiende nada y lloriqueando ensangrentado en el suelo (recordemos que es un niño que no debe tener más de doce años) se lamenta de que Bruce ha tratado de matarle, y Alfred muy serio le replica que así es, y que la próxima vez que se encuentre con Bruce más le vale recordar lo que acaba de suceder y que él le permitió a Bruce el intentarlo… Tras lo cual Bruce y Alfred se alejan alegremente hablando sobre lo que van a cenar como si no hubiese pasado nada fuera de lo normal ¿Es o no es Alfred un padre adoptivo de puta madre?
Esa misma noche Bruce está algo preocupado, se siente culpable por haber disfrutado de la paliza que le ha dado a Hush, algo que tiene una rápida respuesta por parte de Alfred… ¡POR SUPUESTO QUE LO HAS DISFRUTADO, EL SE LO MERECIA! Que falta le hace al mundo más gente como Alfred… Pero la cosa no se queda ahí, Bruce no quiere volver a sentirse indefenso y le pregunta a Alfred que si le enseñara a pelear, a lo que Alfred con una cara llena de orgullo le responde que sí, que le enseñara… ¡EL ENTRENAMIENTO DE BATMAN HA COMENZADO!
Si, algunos dirán que este Alfred es un pésimo padre sustituto y ejemplo a seguir, que lo que ha hecho con Bruce es negligente y que estas escenas son una apología de la violencia. Pero que es lo correcto ¿dejar que Hush siga comportándose así sin pararle los pies? ¿Seguir aguantando sus golpes para demostrarle que no eres como él? ¿Ir a chivarse a la escuela y esperar a que Hush se vengue? No, la forma más efectiva de conseguir que un matón deje de comportarse como tal es dejarle perfectamente claro las consecuencias que tendrán sus actos, y en esto Alfred ha sido un padre ejemplar. Estoy seguro que con este Alfred la polémica está servida, pero para mí ahora mismo es una de mis versiones favoritas del personaje.