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Ninja Turtles: La cosa esa de Michael Bay

Sí, he visto el remake, reboot o lo que sea que Jonathan Liebesman dirigió este verano y cuyo máximo atractivo parecía ser el ver a Megan Fox reencontrándose con Michael Bay después de haberlo llamado cerdo fascista y cosas peores. Y ahora estaréis pensando que la película debe de ser un horror, que se habrá hundido en taquilla y que por lo menos no tendremos que soportar una secuela… Pero ni por esas, porque la película tuvo éxito en EEUU y, sin llegar a las cifras escandalosas de Guardianes de la Galaxia, ha producido suficiente dinero como para justificar una secuela.

¡Cero de carisma!

Lo peor de todo es que en el fondo deberíamos haberlo visto venir. Michael Bay no suele pegársela en taquilla, y las Tortugas Ninja son una franquicia lo suficientemente fuerte como para haberse mantenido en televisión de un modo u otro durante los últimos 25 años. Las primeras informaciones que nos llegaron sobre la película aterrorizaron a los fans de los alegres quelonios adolescentes, hablando sobre que iban a cambiar el origen para hacer que las Tortugas fueran alienígenas, algo así como las Teenage Alien Ninja Turtles.  Pero nada de eso, según llegó la versión final de la película nos hemos encontrado «sólo» con esto:

Joder, prefería a las de la película de los 90…

Sí, nos las han cambiado de arriba a abajo. No digo yo que sea mala idea el «personalizar» un poco a cada una de las tortugas, pero… Nah, que son un engendro. Y Donatello hasta mete un ronquido al reirse al más puro estilo Steve Urkel, un horror. La idea -por supuesto- es la de darnos unas tortugas más «creíbles», más verosímiles, y así es como se pasan toda la película recalcando lo increíble de toda la situación, con April O’Neil intentando que sus compañeros de redacción de informativos crean la existencia de unos vigilantes superpoderosos sin darles una sola prueba de su existencia. Fijaos si la April es tonta que, después de que su jefa -Whoppi Goldberg, ¿dónde se había metido todos estos años?- le dijera que no volviera a hablarle de estas chorradas sin darle pruebas, ella le viene otra vez sin pruebas afirmando ahora que los vigilantes son en realidad las tortugas que ella tenía de cría. El despido es inmediato, pero lo peor de todo es que ella tenía una foto de las tortugas en cuestión y ni se molesta en enseñársela a su jefa…

¡Pero que tía más tonta!

Lo peor es que la película se va a pasar todo su metraje citando frases del opening original de los 80, haciendo referencias a frases típicas del grupo o de su grito de guerra -cowabunga, sí- y todo ello para ridiculizarlo, como con esa vergüenza por ser friki tan de las películas «nerd» de los 80. Y mientras esto se proyectaba en cines en EEUU, en la sala de al lado un mapache parlanchín y su amigo el arbol bailaban al ritmo de los mejores éxitos de los 70.

Moraleja: Quitaos los complejos de una vez.

Ninja Turtles es una de esas películas que ya has visto según ves el poster de la película. Intentan hacerte creer que esto es una versión nueva y mejorada, pero el fondo es el típico reboot innecesario con sus cambios innecesarios que hace que nos preguntemos si Liebesman y sus guionistas se han dado cuenta de que las Tortugas Ninja empezaron siendo una parodia, y que como toda buena parodia ante todo se tiene que tomar en serio; es el espectador el que debe ver lo absurdo de la situación, no los personajes. ¿Pero que le vamos a pedir a Michael Bay y a un director como Jonathan Liebesman, responsable de pestiños como Ira de Titanes o Battle LA?

Que no, que las tortugas no estan hechas para el cine de imagen real…

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