Y mientras el éxito de la serie regular de Star Wars le garantizaba a Dark Horse la creación de un spinoff centrado en la trilogía original -StarWars: Empire-, aparecería el cómic que probablemente sea lo mejor que llegó a editar la editorial sobre la franquicia: Jedi VS Sith.
Darko Macan ya había trabajado para la editorial junto al ya fallecido Edvin Biuković en Grendel: Guerra de Clanes o en un par de cómics sobre las novelas del Rogue Squadron con resultados excepcionales, asi que todos recibimos el cómic con un poco de fastidio porque no iba a poder estar dibujado por Biuković. Pero el dibujante elegido, Ramón F Bachs, consiguió estar a la altura en un relato que desenmascaraba el absurdo del enfrentamiento entre jedis y sith contándolo desde el punto de vista de un grupo de niños. Jedi VS Sith no cuenta el enfrentamiento definitivo entre el bien y mal, si no que denuncia el absurdo de los milenios de guerra y derramamientos de sangre entre dos facciones que no dejan de ser dos caras de la misma moneda. Al estar situada mil años antes de las películas, se queda en tierra de nadie respecto a estas y Tales of the Jedi, con lo que Macan puede contar más o menos lo que le apetece y el cómic se permite hasta contar de dónde sale la regla de que sólo puede haber dos sith o explayarse para explicar el origen del Valle de los Jedi que tan importante era para los videojuegos de Kyle Katarn y que tan poco importaba para el resto de cómics, libros y películas.
Tras el fín de las precuelas, Dark Horse reiniciaría sus dos series regulares como Star Wars: Dark Times -situada entre el episodio III y el IV- y Star Wars: Rebellion -situada tras el episodio IV. Ambas acusarían la pérdida de Ostrander y Duursema y bajarían bastante en calidad, pero hay que tener en cuenta que los lectores salieron ganando con la creación de una tercera serie que sí estaría al cargo de los dos autores; Star Wars: Legacy. Situada cien años después de las películas, Legacy exploraría un periodo histórico inédito hasta ese momento y estaría protagonizada por un descendiente de Luke Skywalker que pasa olímpicamente de los jedi, los sith y demás zarandajas, y que toma drogas para evitar que el fantasma de su antepasado siga intentando activar su conciencia. La inevitable transformación de Cade Skywalker en un jedi y las extraña nueva situación política de la galaxia harían de Legacy una serie interesante.
Mientras tanto, algo raro había ocurrido con Tales of the Jedi. A mediados de la década pasada, Lucasfilm había licenciado a Bioware -los desarrolladores de la serie Baldur’s Gate y futuros creadores de Mass Effect o Dragon Age- un RPG de de Tales of the Jedi para la primera Xbox. Bioware sacó al mercado el juego como Knights of the Old Republic, teniendo tanto éxito que LucasArts no tardaría en sacarle una secuela y años después la cosa crecería tanto que la propia Bioware sacaría un MMO, The Old Republic. Dark Horse, visto el éxito renovado de la sublicencia que ellos mismos habían creado, no tardó en sacar una serie regular a cargo de John Jackson Miller y ambientada en dicha época, teniendo un éxito que la permitió sobrevivir durante cuatro años hasta 2010, el año en el que cerraron todas las series regulares de Star Wars.
Y es que 2010 fue todo un mazazo para los lectores de cómics de Star Wars, porque Dark Horse decidió sustituir sus series regulares por miniseries que continuaran las mismas historias. Así fue como Knights of the Old Republic se continuó en las series limitadas de Knight Errant y como Legacy se continuó con Legacy:War. Esto permitía que el producto fuera mejor porque no estaba sujeto a fechas de entrega, pero el lector se quedaba en muchas ocasiones sin su dosis mensual. Autores como Ostrander aprovecharon la situación para dedicarse a otros proyectos como la recomendadísima por M’Rabo Agent of the Empire o Dawn of the Jedi, estando esta última situada miles de años antes de Tales of the Jedi y siendo la única serie regular creada después de la hecatombe. Y despues de esto, sólo nos quedó Star Wars…
Porque las últimas series que presentó Dark Horse en la época en la que Disney compró Lucasfilm fueron una serie regular de Star Wars situada justo después del Episodio IV -con Brian Wood llevando a cabo una serie más que recomendable- y la otra sería The Star Wars, basada en el guión original de George Lucas para la película y que sus amigos Spielberg, Scorsese y la 20th Fox transformaron en lo que conocemos ahora como La Guerra de las Galaxias.
El final de Star Wars en Dark Horse sólo puede ser calificado como amargo y lamentable. La llegada de nuevas películas que pasan por encima todo el trabajo de veinte años en novelas, juegos y cómics ha hecho que todo lo que publicó Dark Horse haya ido a parar a un subsello llamado «Star Wars Legends», un estigma que cercifica que estos cómics no son «canon» (esto es, que probablemente las nuevas películas los contradigan) y que en cierto modo devalúan el valor de muchas de estas historias. Es cierto que Dark Horse publico montones de morralla, y que son más las historias malas que las buenas. Pero el trabajo de Randy Stradley -uno de los fundadores de Dark Horse y editor de la línea Star Wars durante todos estos años- no debería ser «borrado» como si no hubiera existido. Con sus aciertos y sus fallos, en ocasiones Dark Horse llegó a ofrecernos un Darth Vader más auténtico que el mamarracho que nos vendían las precuelas, y hasta llegaron a cubrir el desaguisado que estaba llevando a cabo el creador de la serie en una época en la que los fans cada vez estaban más desencantados. Ahora Marvel vuelve a la carga con la franquicia como si Dark Horse no hubiera existido, mientras crecen los rumores de que las reediciones que haga Marvel del material de los últimos veinte años no van a incluir royalties a los autores originales y que Dark Horse lo va a pasar muy mal para sobrevivir a su licencia principal.