Todo esto empezó hace veinte años, y algunos de los que ahora están engañados ni siquiera habían nacido por aquel entonces. Muchos de los que participan hoy en día del esperpento y motivan la situación actual han empezado a mirar apaticamente sus estanterías y han empezado a darse cuenta, otros directamente se adscriben al equipo Sony o Microsoft y pasan de todo. Algunos incluso afirman ser de Nintendo, pero se pasan muchísimas más horas con una Xbox o una Playstation que con su Wii U. Pero mejor empiezo por el principio…
En la primera mitad de la década de los 90, con la muerte del Spectrum y la explosión de las consolas de 16 bits, el público de los videojuegos se polarizó entre los que tenían una consola de Sega y los que tenían una de Nintendo. También había gente que tenía PC o un Amiga, además de consolas más exóticas como la Turbografx de NEC o extravagancias como Neo Geo, pero el centro de todo y la mayor parte de juegos estaba en Supernintendo y Megadrive, las consolas de las dos grandes por aquella época. Más de uno pensará que ahora estamos igual que por aquel entonces, con el mercado dominado por Sony y Microsoft, pero con eso estaría obviando el mercado portatil -que ahora tiene la alargadísima sombra de los tablets y demás- y del PC, pero esa no sería la omisión más grave, porque se estaría olvidando de lo más importante de todo: Los juegos desarrollados hoy día por Sony y Microsoft son una mierda.
Ya, ya, ya sé, que te lo pasaste muy bien en PS2 con Shadow of the Colossus, y que God of War era una pasada y tenía tetas. Y que Halo te gustó mucho, que Age of Empires era una pasada y que Fable 2 hasta se dejaba jugar. Que sí, que sí, ¿pero cuanto hace que no sacan un exclusivo que merezca la pena, cuanto hace que no renuevan una franquicia? En los tiempos de 16 bits, cada Sonic, Mario o Zelda que salía era casi el mejor juego de la consola. Sega sacaba juegos nuevos y diferentes a borbotones, casi cada mes, mientras Nintendo revolucionaba todo cada dos por tres sacando franquicias nuevas como Starfox o Donkey Kong Country (que reciclaba protagonista, pero que poco o nada tenía que ver con la recreativa original). Los recuerdos que tiene la generación de PSOne de los mejores juegos de la consola pasan por personajes de Final Fantasy, Metal Gear, Crash Bandicoot, Spyro, Tomb Raider, Tekken, Resident Evil… Que pertenecen a Square, Konami, Vivendi/Activision, Eidos/Square, Namco y Capcom. Algunos se acuerdan de los verdaderos exclusivos de Sony en aquellos tiempos como Medievil, ¿pero cuanto hace que no sacan un puñetero juego de Medievil? ¿Veinte años?
Y con esto volvemos al principio, porque hubo un momento en el que la gente se pasó de dos consolas de 16 bits plagadas de juegos exclusivos a una consola que no tenía apenas exclusivos pero que simplemente había jugado mejor sus cartas y tenía tras ella una de las mayores corporaciones del mundo, Sony. Desde entonces hasta hoy, Sega se ha ido desvaneciendo y ahora sólo es una sombra de lo que era, mientras Nintendo sobrevive como puede inventando los mandos de control más extraños del mundo. Y entonces llega el E3 ese y algunos desquiciados empiezan a gritar que Nintendo «ha ganado» la conferencia porque ha presentado los exclusivos más interesantes, como si eso valiera para algo. Porque desengañemonos, estas navidades Wii U tendra sólo un puñado de juegos y todos los multiplataforma saldrán sólo en Xbox One y PS4, cuando antes podías tener todos los multiplataforma y Supermario en la misma consola. Lo dicho, sois unos engañaos.