Admitámoslo, eso de votar es un coñazo. Te tienes que levantar un día de fiesta, desplazarte hasta el colegio electoral y depositar tu papeleta en una urna, eso por no hablar de la lata que da el tener que leerse los programas electorales para decidir a quién votar. Por suerte hace muchos siglos la nobleza encontró la forma de evitarnos todos estos problemas, cargos hereditarios. La idea era buena, tus súbditos puedes seguir en sus casas tranquilamente sabiendo que su Majestrix, Emperador, Rey, Barón o Jefe de Estado será escogido por el criterio más lógico, sensato y democrático, ser hijo del anterior. Pero esta forma de gobierno no sería posible sin un elemento clave, algo imprescindible para perpetuar esta forma de gobierno, los herederos sobradamente preparados.
Pero incluso esta democrática forma de jefatura de estado no está exenta de problemas. Da igual lo buen gobernante que seas o lo mucho que te quieran tus súbditos. No importa que tengas a tu favor a la clase alta de tu pueblo y que la clase baja esté como hipnotizada por tu poder y piense que esto es mejor que el que te gobierne cualquier mindundi que a lo mejor es hasta un corrupto, que más vale malo conocido. Y sobre todo da igual lo mucho que prepares a tu descendencia, ya que aunque trates de darles todo lo necesario para asegurar su futuro, aunque te desvivas para que lo tengan todo a sus pies, los herederos te pueden salir rana y en lugar de estudiar careras para ser los herederos más preparados del mundo, acabas teniendo unos herederos sin estudios conocidos y que prefieren pasar sus vidas dedicados a la juerga, el desenfreno y a jugar a ser Lannisters…
Pero por suerte para el bienestar de la nobleza, aun nos quedan muchos herederos a los que les sobra preparación y en quienes podemos confiar para que mantengan estas nobles y democráticas instituciones, y ya que hablábamos ayer del rey Robert Baratheon, lo justo es hablar hoy de su heredero el Rey Joffrey. Desde que nació, Joffrey lo tuvo todo para ser el mejor heredero posible, contó con los mejores maestros y tutores y no le falto nada en la vida. Pero es que después de todo, siendo Joffrey el Heredero al trono de Poniente, tenía por delante la difícil tarea de estar a la altura de la leyenda de su padre. Pero teniendo en cuenta que Robert era un putero y un borracho, esas expectativas se redujeron bastante. Pero el pobre Joffrey tuvo la difícil papeleta de tener que ocupar el (incomodísimo) trono a muy corta edad tras la trágica ausencia de su padre, lo que no le permitió ser un Rey todo lo bueno y noble que su pueblo hubiese deseado, pero seguro que de haber subido al trono con unos cuarenta y cinco o cuarenta y seis años esto no le hubiese pasado, que por falta de estar preparado no fue…
Si, igual Joffrey tenía sus defectillos como heredero, pero por suerte para el bienestar y el futuro de la monarquía, existen herederos aun más preparados, y de entre ellos uno que destaca con luz propia es Kristoff Vernard, el heredero del Doctor Muerte. Kristoff era en cierto modo una anomalía, ya que no era hijo biológico del buen Doctor sino adoptivo, lo que casi hace a uno pensar que igual eso de una jefatura de estado hereditaria es algo absurdo ya que se puede hacer cargo de ella cualquiera que esté preparado sea quien sea su padre, pero eso no son más que habladurías sin sentido de ese malvado comunista de Reed Richards (¡si su nombre de pila es casi “rojo” en ingles!) La preparación de Kristoff para sus futuras tareas fue excepcional en todos los sentidos, tanto que ni siquiera tuvo que ir a estudiar a una universidad Americana como hizo su padre, sino que se preparo tranquilamente en su casa con la ayuda de unos tutores privados. Es cierto que su reinado tuvo sus altibajos, aquello de no tener nunca claro cuando su padre había muerto y/o abdicado también era algo confuso y aquello de enamorarse de una plebeya (la hija del delincuente Scott Lang) tampoco ayudó. Pero lo que nadie podrá decir jamás de Kristoff es que fuese tan inútil como para pegarse un tiro en el pie, y eso que llevaba al cinto una pistola de rayos laser…
Pero no solo en casas reinantes encontramos a herederos sobradamente preparados. Los Barones también cuidan mucho estas cosas y aunque no acaban gobernando más que sobre una banda de supervillanos, no por ello hay que descuidar las formas. Helmut Zemo era uno de esos herederos, su padre se encargo de que tuviese la mejor educación posible, pero al no tener tanto dinero como el Doctor Muerte, Heinrich Zemo si que tuvo que conformarse con enviar a su hijo a una universidad Americana en la que Helmut se convirtió en ingeniero. Pero la tragedia ataco a la casa de Zemo y el Barón tuvo una prematura muerte a manos del maldito Capitán América, descendiente de uno de aquellos traidores que lucharon para librarse del benévolo reinado del rey Jorge III. Helmut hizo lo que pudo para estar a la altura del legado de su padre, y por suerte le ayudo en ello su sobrada preparación. Helmut se hizo cargo de los Amos del Mal de forma justa y democrática, que nada más democrático que heredar el cargo de su padre ¿o acaso hubiésemos preferido unos Amos del Mal republicanos presididos por Piedra Lunar? Y ni siquiera los intentos del rojeras y proletario de Ojo de Halcón para socavar su liderazgo en los Thunderbolts (los Amos del mal con otro nombre) dio demasiados frutos, demostrando así una vez más que para un heredero una buena preparación es lo más importante de todo.
Si algo nos ha quedado claro con este pequeño repaso es que para salvaguardar estas nobles instituciones no basta con tener un liderazgo fuerte o derrochar carisma. Necesitas además un digno heredero que garantice a las futuras generaciones que no tendrán que estar molestándose en pensar cada cuatro años en quien quieren que les gobierne. Que más vale quedarse con lo conocido que arriesgarse con cualquier experimento raro de esos, que se empieza dejando al pueblo escoger a su jefe de estado y acaban empeñados en tener una democracia «de verdad»…